2. Un viaje al pasado.

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—Hay un vuelo a las 8:00 de la mañana y otro a las 17:00 de la tarde. ¿Cuál prefiere? — Pregunto a la persona que tenía a través del teléfono.

Es Jueves y la semana ha ido con normalidad. Trabajar y estar en casa. Naomi comenzó a venir para estar con Desi y en estos días, hemos cogido más confianza y las tardes ahora eran más divertidas.

El cliente le pregunta a su mujer que horario prefiere, espero a través de la línea mientras hago círculos en el panel táctil del portátil.

—El de las 8:00 está bien.

—Perfecto, pues hago la reserva y el día del vuelo sólo tendréis que enseñar el código QR que le he enviado al correo en el mostrador del aeropuerto para así efectuar el pago. —Le explico pausadamente para que las instrucciones quedaran claras.

—¿Y cuánto sale todo? —Pregunta por enésima vez.

Suspiro levemente algo frustrada. Le había repetido el precio como 5 veces durante toda la conversación.

Y es que planear un viaje a través del teléfono es mucho más complicado de lo que parece. Me gusta más en persona para así brindarles una experiencia más personal. Pero Harry, mi querido jefe, cree que también dar la posibilidad de hacerlo por teléfono aumentaría la clientela.

Lo peor es que ha tenido razón, desde que hemos abierto las líneas telefónicas se han realizado unas 20 reservas.

—120 por persona con equipaje facturado. —Respondo finalmente.

—Pues muchas gracias señorita. —Me despido cordialmente del cliente y me recuesto sobre la pequeña silla de oficina.

Miro hacía el lado derecho, mi compañera, Isabella, teclea sobre el portátil con demasiada fuerza. Frunzo el ceño ya que este comportamiento no es normal en ella.

Isabella es una chica de 24 años que se ha incorporado hace relativamente poco a la empresa. Es tranquila, tiene un tono de voz dulce y es muy trabajadora. Mi jefe decidió ampliar la plantilla debido a la alta demanda y si no fuese un viejucho feo y calvo le habría dado un beso en la boca.

La llegada de mi compañera me ha quitado muchos dolores de cabeza y sobre todo, mucho trabajo ya que este, se redujo a la mitad.

Me levanto de la silla y me acerco a ella para comprobar que es lo que la tiene tan frustrada.

—¿Qué te pasa? —Pregunto mientras observo como sus manos se mueven a la velocidad de la luz sobre las teclas.

—Que no encuentro ningún hotel por menos de 80 dólares la noche en Edimburgo. He pateado todo internet intentando encontrar algo pero nada. Así que me he comunicado con él por correo y... uf. —Detiene sus manos y echa su espalda hacía atrás mientras con sus manos se pellizca el puente de la nariz. —Mira lo que me ha escrito.

Me acerco más y miro la pantalla del ordenador. Una texto escrito en mayúsculas y con faltas de ortografía es lo que veo. Empiezo a leer:

"ES USTED UNA INCONPETENTE, SI NO ES CAPAZ DE ENCONTRARME UN OTEL POR MENOS DE 80, IRE PERSONALMENTE Y ME KEJARE A SU SUPERIOR. ARE QUE LA DESPIDAN"

Suspiro y niego con la cabeza entendiendo a qué situación se enfrenta Isabella. Trabajar cara al público es lo que tiene, que te puedes encontrar con gente muy poco... considerada por decirlo de manera más sutil.

—¿Le has contestado? —Pregunto algo divertida ya que sé que a pesar de aquella apariencia de buena, mi compañera tiene un carácter de la hostia.

—He escrito algo pero no lo he dado a enviar. —Me mira con ojos de cachorro abandonado y suelto una leve carcajada cuando me enseña aquello que la tenía tan ocupada escribiendo.

El deseo de odiarte por siempre.Where stories live. Discover now