50. Las cartas sobre la mesa.

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Después de haber pasado toda la noche entre sus brazos y dormir bastante poco, Jaden me trae a casa.

—¿Vas a contarles a los demás? —Me pregunta mientras me ayuda a desabrocharme el casco. He estado bastante reacia a que me trajera en moto pero no estoy para nada arrepentida de haber accedido. Ha sido un viaje genial y una buena excusa para mantener mis manos sobre Jaden el mayor tiempo posible.

Suspiro. La burbuja en la que he estado inmersa las últimas horas se desvanece y la realidad me golpea con fuerza. ¿Hasta que punto puedo compartir la información con mis amigos? Desgraciadamente, Amanda ya les ha echado el ojo. Necesitan saber la verdad. Toda.

—Lo necesitan. —Digo sin más. —Pero no quiero hacerlo sola. Estamos juntos ahora, es tu historia. Quiero que la cuentes tú. —Porque así es como debe ser. Esto le pertenece a él.

Mis amigos son sus amigos, lleva un tiempo así y eso no va cambiar ahora.

Jaden sonríe y me deposita un suave beso en la frente mientras su mano roza la parte baja de mi espalda.

—¿Quieres entrar? —Le pregunto. Porque no quiero que se vaya todavía. Tenemos todo el día libre y quiero (necesito) aprovechar este tiempo con él.

Mañana volveré a la rutina, al trabajo y a enfrentarme de nuevo a Isabella. Ahora que sé toda la verdad, que ha estado aliada con Amanda para destruirme tanto a mí como a Jaden, dios, no pienso darle tregua. Comenzaré a entrenar en serio con su cara si es necesario.

Jaden asiente y ambos nos dirigimos a casa.

Cuando entramos por la puerta, el caos que hay en el salón nos sorprende a ambos.

Zapatos, ropa, pendientes...todo tirado por el suelo, sobre la mesa del salón y el sofá.

Y lo que más me sorprende de todo es ver a todos mis amigos dormidos, algunos en el suelo y otros en el sofá... Y todos están en ropa interior.

—¿Qué cojones? —Susurro. ¿Se han montado una orgía o qué? ¿No se habían ido cada uno a su casa? ¿Y qué cojones hace Oliver aquí?

—Me cago en la puta. —Jaden parece tan sorprendido como yo.

El silencio reina entre nosotros, algún que otro ronquido lo interrumpe y suspiro mientras una sonrisa se forma en mis labios.

Me adentro de forma sigilosa y me fijo en los pequeños detalles.

Desi y Naomi están acurrucadas en el sofá ocupando la mitad del espacio. En la otra mitad, Michel y Sara están agarrados de las manos y veo muy claramente el chupetón que mi amiga tiene en el cuello y el pelo despeinado de Michel.

Pero lo que más me sorprende es ver a Christian y Oliver, juntos. Mi amigo tiene a Oliver abrazado contra su pecho de forma protectora.

Porque Christian siempre se ha mostrado muy reacio a Isabella, siempre ha estado pendiente de Oliver, siempre ha querido protegerlo de todo mal. Y no puedo evitar sonreír al darme cuenta de que esos sentimientos van más allá de una simple amistad.

Me giro para mirar a Jaden que mira la escena igual de confuso que yo así que en un susurro no dudo en preguntarle.

—¿Sabes si a Oliver le gustan los tíos?

—No que yo sepa.

—¿Y ese chupetón tan grande que tiene en el pecho será de Isabella?

—No lo creo.

Ambos reímos. Aquí ha pasado algo gordo y estoy dispuesta a enterarme. Ellos querrán respuestas y yo también.

Podría despertarlos de forma dulce para no perturbar sus dulces sueños, pero me han puesto la casa hecha un asco así que...

El deseo de odiarte por siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora