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—Jennie, suéltala ya

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—Jennie, suéltala ya. N-no hacíamos nada —reclamó Lisa con la poca valentía que guardaba.

—¡¿Crees que soy imbécil?! —gruñó, haciendo doblegar a la omega de inmediato.

—Te lo advierto, será mejor que me sueltes. Aprende a comportarte como una persona racional —interrumpió Rosé con un tono frío, pero a la vez tranquilo. No podía pelear y menos en su primer día de clases. No podía decepcionar a sus padres.

—¡¿Quién mierda te crees?! —la soltó abruptamente e hizo que chocara con brusquedad en la pared—. No vuelvas a estar cerca de mi omega.

"Mi omega", resonó con fuerza en su mente.

—¿Tu omega? —la incredulidad y sorpresa se notó en su voz.

Jennie sonrió ladina y se acercó ágilmente a Rosé. Puso un brazo encima del cuello de esta y la miró con absoluto odio.

—¿Acaso eres sorda? —rió brevemente con sarcasmo—. Bueno en sí, tienes muchos defectos... Pareces débil —la miró con repudio y burla—. Pero para que sepas y te quede bien claro —apretó más su brazo contra el cuello de Park—, sí. Ella es mi omega.

No, no podía fácilmente creerlo.

—Eso... ¿Eso es cierto, Lisa? —rogaba que no.

La pelinegra levantó la mirada solo un poco, pero siendo encontrada rápidamente con la de Rosé.

—Sí —carraspeó incómoda.

Y con aquellas simples palabras, Rosé se sintió extrañamente perdida.

Aquella omega ya tenía una alfa.

Jennie se alejó de ella y tomó con una fuerza inmedida a Lisa, quien mostró una ligera mueca de dolor que la hizo callar.

—Deberías dejar de comportarte como una omega cualquiera —soltó con asco y una mirada desaprobatoria—. Avanza y no me hagas enojar —le amenazó severamente.

Antes de que le obedeciera, miró con timidez a Rosé y susurró un "Lo lamento".

Y sin más fue llevada con brusquedad de aquel pasillo, desapareciendo de la vista de la alfa.

La loba de Rosé gruñó disgustada ante lo acontecido, quería correr y alcanzar a la omega, quería enfrentarse ante la otra alfa y dejar en claro lo que pensaba. Quería proteger a la niña, quería tanto, deseaba tanto... Pero no hizo absolutamente nada.

Ignoró los incontrolables rasguños de su loba enojada, porque simplemente no podía procesar todo lo que había sucedido. Así, de manera rápida y dura, lastimando a su loba en un camino tan corto y efímero.

Rosé meditó si es que podía hacer algo al respecto. Era obvio que esa castaña era agresiva y temía internamente de lo que pudiera hacerle Lisa.

Lalisa Manoban.

Treat you better | ChaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora