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—Listo, ya terminé, Seungwan unnie, voy a cambiarme —comentó mientras colocaba la última caja de harina en el almacén.
—Sí... ¡Espera! —dijo escandalizada—. Lis, ¿por qué no me lo dijiste? Te has pasado como veinte minutos de tu horario normal.
La omega menor sonrió brevemente, Seungwan siempre cuidaba y trataba gentilmente a todos a pesar de ser la encargada.
—No se preocupe, unnie, además quería terminar con esto.
—¡Kya~! ¿La pobre alfita te seguirá esperando? No debes abandonar tan rápido a tu cita —le reprochó, pero sin ningún deje de molestia en realidad.
—¿Alfita? ¿De qué cita habla, unnie?
Seungwan estampó su mano derecha en su frente en claro acto de indignación.
—Ni creas que no me di cuenta, eh —esbozó una pequeña sonrisa—. Hablo de aquella apuesta alfa con carita de bebé, esa rubia.
Lisa formó una pequeña 'o' con sus gruesos labios.
—No, Seungwan unnie, ella no es mi cita, es mi amiga de la universidad —respondió en voz baja.
—¿Qué? ¿En serio? —abrió exageradamente los ojos—. ¡Imposible! Yo noté cómo te miraba, ella no parece querer ser solo tu amiga, pequeña.
La pelinegra negó divertida y con un pequeño rubor en sus mejillas. Estaba segura que a pesar de que Seungwan es un amor de persona, también era un poco ocurrente a veces.
—Uhm... no, nada de eso, unnie, además usted... usted ya sabe que tengo alfa —comentó algo apenada.
Seungwan sólo chasqueó la lengua disgustada ante lo que escuchó.
—Oh, ¿aún sigues con esa tonta? —se cruzó de brazos y la más joven llevó la mirada a sus manos enlazadas—. Lisa, sabes que te quiero mucho desde que te conocí, eres una gran chica y creo que-
—Ya es tarde, unnie, debo irme, lo siento de verdad.
"Otra vez está evitando el tema", pensó Seungwan con cierta decepción.
—Está bien, te veo mañana temprano —se acomodó el cabello y fue la primera en salir del almacén de productos.
La tailandesa suspiró fuertemente, no quería ser grosera con Seungwan, pero esa era la única forma de que no hablara más de la cuenta sobre Jennie y su 'relación'.
En verdad que no quería escuchar más de esos comentarios, Lisa está más que segura de que lo quiere en verdad.
Salió de aquel lugar para ir al vestidor a ponerse su ropa respectiva. No quiso demorarse tanto y una vez que guardó su uniforme en la mochila, se dirigió rápidamente al centro de atención. A unos metros pudo ver de cerca a Jisoo y cómo es que esta miraba por la ventana con suma atención, apreció su lindo perfil y no pudo evitar sonreír un poco, tal vez fue por inercia.
—Nos vemos, Sooyoung unnie, hasta luego Seungwan unnie.
Ambas jóvenes le respondieron gentilmente y le desearon un buen día. La joven omega sin más se fue a la mesa de la alfa.
—Hola de nuevo, Rosé-ah, mi turno ya culminó.
La mentada se levantó rápidamente con un atisbo de felicidad recorrer su sistema.
—¡Genial! ¿Podemos irnos ya, cierto? —la pelinegra asintió levemente.
Rosé apresuró un poco más el paso y abrió la puerta para que la omega pudiera salir primero, Lisa sintió un leve rubor colorear sus mejillas y algo tímida le agradeció mientras salía del local, la rubia solo pudo suspirar tal cual enamorada. Adoraba a esa omega y sólo quería lo mejor para ella, sabía que podía hacerlo.
—Yo, uh, ¿puedo cargar tu mochila?
—Oh, no es necesario.
—Para mí sí lo es —afirmó con seguridad—, de seguro has de estar cansada, acabas de terminar tu turno, no quiero que te sobre esfuerces.
La suave y preocupada voz de Rosé solo hizo que la loba de Lisa se regocijara en felicidad genuina, que un suave calor recorriera su organismo y se albergara en su corazón sintiéndose profundamente querido y cuidado por aquella linda neozelandesa.
¿Por qué Rosé le hacía sentir tantas cosas inexplicables?
La alfa se colocó detrás de Lisa para que con sumo cuidado empezara a sacar la mochila de los hombros de la más baja, quien no se opuso y se dejó cuidar aunque sea un poco, en verdad que el gesto le parecía muy tierno. Sin duda la chica era muy dulce y Lisa pensaba que su futura omega sería muy afortunada.
Rosé se separó y se puso a un lado de ella, cuando ambas pudieron verse frente a frente, Park le sonrió ampliamente.
"Nuestra alfa tiene una sonrisa muy linda y especial", Lisa, al contrario que su loba, se sintió apenada ante lo dicho por esta, que de cierta manera era un parte de ella misma.
—¿Vamos? —sugirió la mayor mientras la miraba con atención.
Lisa volvió a asentir y se sintió totalmente descolocada al sentir la suave mano de Rosé entrelazar la suya.
Sus mejillas se tiñeron de un efusivo color rosa, haciendo que el corazón de Rosé latiera con fuerza contra su pecho, asegurándose una vez más que la tailandesa frente a sus ojos era el más hermoso y adorable que pudo haber visto.
Sí, eso era.
Lalisa Manoban era la omega más preciosa en la faz de esta tierra, y si había más, pues a Rosé no le importaba en absoluto. Todo de ella quería con anhelo a Lisa. Su corazón, loba y alma le pertenecían por completo... Solo esperaba que la menor pudiera aceptarla también.
Rosé había podido extrañamente escuchar el pensamiento de Lisa, ese sobre que "su futura omega sería muy afortunada". La alfa quiso negarlo al instante, decirle la verdad que escondía en su corazón, pero se contuvo. Tal vez para Lisa sería extraño que hablara de eso.
¿Quién podría creerle que logró oír el pensamiento de la pelinegra?
La cabeza de la alfa hizo clic ante una idea...
Esto tenía otra explicación, y si Rosé lo confirmaba, se sentiría la alfa más dichosa de todas.
Porque si Lalisa Manoban era su pareja destinada, no habría nada ni nadie que pudiera separarlas. ¿El amor lo vence todo, verdad?
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