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—¿Quieres seguir caminando? ¿Estás cansada? —cuestionó sin presión luego de haber terminado su último tema de conversación con la omega

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—¿Quieres seguir caminando? ¿Estás cansada? —cuestionó sin presión luego de haber terminado su último tema de conversación con la omega.

Lisa la observó con atención y negó con la cabeza.

—No es nada, Rosé, a decir verdad me encanta caminar y cada que puedo lo hago —concluyó para sonreír levemente.

Ante lo escuchado, la alfa pudo respirar con tranquilidad. Estaba empezando a tener una especie de remordimiento por hacerla caminar más de la cuenta cuando recién había salido de su trabajo. Realmente se sintió mejor después de su respuesta, además, ya tenía un dato extra sobre lo que le gusta hacer.

Todo lo que trata sobre Lisa era muy importante para la rubia y a esta no le avergonzaba admitirlo.

Rosé dirigió su mirada a las manos enlazadas que tenía con la pelinegra y sintió como un agradable calorcito envolvía su corazón. La idea de que la chica al lado suyo se convirtiera en su omega y podrían tener muchas citas y caminatas así de juntas, cómodas y tomadoras de la mano; la llenaban de ilusión y felicidad anticipada.

Solo le quedaba esforzarse y esperar con anhelo a que la omega de ensueño que era Lisa lograra aceptarla.

Luego de unos cuantos minutos más, Rosé se detuvo frente a una casa color crema, con un jardín muy bonito e incluso un frondoso, pero pequeño árbol incrustado.

—Hemos llegado, este es mi humilde hogar —le sonrió y Lisa asintió levemente apreciando todo lo que estaba a su al frente.

—Es muy lindo.

—Ven conmigo —apretó con delicadeza su mano y la jaló con ella.

Al llegar frente a la puerta, ambas se sonrieron y a duras penas, la rubia pensó que quizás sería mejor soltar la mano de Lisa ahora. Si su madre las viera podría quizás hacerse ideas erróneas. A la alfa no le agradaba la idea de que pudieran hacer un mal comentario sobre la omega, porque aunque su pecho doliera, tenía que aceptar que Lisa tenía alfa y merecía total respeto.

—Lisa... —la mencionada la miró con atención—. Tú... ahm, ¿prefieres que suelte tu mano?

La pregunta descolocó un poco, pero solo bastaron unos segundos después para caer en cuenta sobre aquellas palabras. Un leve rubor subió a sus mejillas a la par que le inundó una sensación desagradable, el tacto de Rosé era cálido y lindo, pero debía ser consciente de sus actos.

—Uh, sí. Gracias por hacérmelo recordar -1trató de sonreír para no hacer de la situación algo incómoda.

Rosé solo asintió para luego tocar un par de veces la puerta. En un par de segundos, ya se encontraba abierta y con una señora de aspecto jovial, de cabello castaño y con un dulce aroma.

—Hola mamá —sonrió levemente—. Y-yo, ah... —bien, estaba algo avergonzada. ¿Cómo presentar a la omega dueño de todos sus latidos?

—Tú debes ser Lisa, ¿cierto? —la alfa se sorprendió, la más baja solo asintió algo cohibida.

Treat you better | ChaelisaWhere stories live. Discover now