⊹ O14

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Lisa llevaba una pequeña bandeja llena de vasos de tecnopor hacia el contenedor de basura que se encontraba afuera del local

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Lisa llevaba una pequeña bandeja llena de vasos de tecnopor hacia el contenedor de basura que se encontraba afuera del local. Dio un suspiro algo cansado y luego de mirar la hora en su celular volvió a entrar.

Era un sábado por la mañana, y como todos esos días, se encontraba trabajando en una cafetería a medio tiempo. No tenía queja alguna, los demás la trataban bien, la paga era justa y hasta recibía buenas propinas.

—Lisa, atiende la mesa cuatro, por favor —avisó amablemente su compañera—. Tengo que llevar esto a la otra.

—No se preocupe, Sooyoung unnie.

Se sonrieron brevemente y luego la omega fue a llevar su libreta de apuntes junto a la carta, se removió un poco la cabellera y justo antes de dar unos pasos más, sintió el aroma a café con su característico toque de menta.

La reconoció. Era Rosé.

La rubia se encontraba de espaldas por lo que la Lisa no supo si en verdad quería acercarse, se estaba poniendo algo tímida y nerviosa que intentó calmar los fuertes latidos de su corazón, pero tal parece que todo falló cuando Rosé volteó para poder verla, sonriéndole de inmediato.

La omega suspiró para luego observar aquella preciosa sonrisa y se acercó con calma hacia an ella.

—Buen día, Lili, no sabía que trabajas aquí —dijo con cierta alegría y conmoción, era cierto que la omega le había dicho que tenía un par de trabajos, pero nunca supo dónde.

—Hola, Rosé-ah. Y sí, aquí es —sonrió levemente, siendo de repente contagiada por lo brillante que era el aura de la alfa—. ¿Qué es lo que vas a pedir? —preguntó cordial, si bien su compañía le agradaba, tenía que seguir las reglas de su trabajo.

Rosé pareció entenderlo y luego de sonreír algo apenada, asintió.

—Bueno —recibió la pequeña carta y leyó un poco—, solo quiero un café macchiato, un café americano sin azúcar y una porción de pastel de vainilla.

La omega apuntó con atención y retiró la carta de la mesa.

—¿Todo para comer acá?

—De hecho, quiero llevar el café americano y el pastel. El macchiato sí lo tomaré aquí.

—Está bien, en unos minutos vuelvo —sonrió con amabilidad y Rosé pudo suspirar lentamente al verla alejarse. ¿Por qué esa omega era tan hermosa?

Tal y como dijo Lisa, volvió con una taza de aquel caliente líquido y un par de galletas de avena en un pequeño plato. Rosé la miró confundida, hasta que notó una nota hecha a puño y letra por la omega: "Cortesía de la casa".

Sonrió brevemente y vio que la pelinegra le asintió con lentitud. La alfa no pudo controlar sus fuertes latidos y el pequeño rubor en sus mejillas, aquella tierna muchacha le había de alguna u otra forma consentido con aquel tierno gesto, uno muy lindo a su parecer.

—Lili... —titubeó un poco al llamarla y la mencionada detuvo su ademán de irse—, ¿hasta qué hora tienes turno? —cuestionó en voz baja.

—Pues... a más tardar en media hora.

—Genial, justo para la hora del almuerzo —murmuró.

—Lisa —fue llamada por uno de sus compañeros—. Ayúdame en la caja, por favor.

—Ya voy —alzó solo un poco su voz para poder ser escuchada—. Bueno, aún tengo trabajo. Que los disfrutes —le esbozó una pequeña sonrisa e hizo una leve venia en muestra de respeto al cliente.

Rosé volvió a insistir esta vez tomando con delicadeza la delgada muñeca de la omega.

—Lis, espera. Eh... yo pensaba si... —balbuceó apenas algo audible para la chica frente a ella.

—¿Qué sucede? —preguntó confundida.

—Yo me preguntaba si tal vez, si tú te podía invitar a almorzar conmigo —habló al fin, sintiendo como ella y su loba se encogían apenadas en la espera de la respuesta de Lisa.

La omega abrió escasamente su boca y la miró con palpable sorpresa.

—Por favor... —insistió un poco más, dudosa.

—Me tomaste desprevenida —comentó tratando de no hacer notar su risita nerviosa—. Pero, ¿estás segura de querer almorzar conmigo?

—¿Por qué no querría?

Lisa bajó la mirada algo apenada.

—Mi loba y yo estamos más que felices con tu compañía, con todo tú —confesó sincera y la omega sintió como su corazón se debilitaba ante aquellas palabras a la vez que sus mejillas empezaban a arder—. Además, le comenté a mi mamá sobre ti —se detuvo unos instantes—, y ya que he llegado aquí simplemente por un pedido de café... creo que es aún mejor invitarte a mi casa junto a mi pequeña familia. Solo por esta ocasión, si no estás segura... Lo entenderé.

La loba de Lisa se sintió orgullosa ante lo escuchado, la linda alfa quería invitarla formalmente a su casa y la omega no podía estar más dichosa. El lado racional de Lisa le reprochó por aquella alocada idea lobuna, y con una sonrisa cohibida terminó aceptando la propuesta de la alfa. Despidiéndose de inmediato para seguir con su trabajo y no ser regañada.

Rosé sonrió ampliamente y suspiró con la felicidad alterando su corazón y cada fibra de su ser. Dio pequeños sorbos a su café, degustando cada mínimo sabor en su paladar mientras contemplaba la manera en cómo Lisa trabajaba, sonreía y hablaba con suavidad.

La sonrisa de Park llena de ilusión y adoración por la omega, jamás abandonó su rostro. Y no le importaba esperar ni aburrirse en el tiempo transcurrido. Después de todo, la pelinegra aceptó su invitación y la idea de presentarla a su madre fue lo que le puso ansiosa y a la vez algo nerviosa.

Sólo esperaba que Lisa no llegara a incomodarse o arrepentirse a mitad de camino.

Sonrió una vez más, tal vez no fue mala idea ir por unos aperitivos a esa cafetería, no cuando al parecer el destino estaba conspirando para que pueda coincidir con la omega, Rosé realmente esperaba que fuera así.

Sonrió una vez más, tal vez no fue mala idea ir por unos aperitivos a esa cafetería, no cuando al parecer el destino estaba conspirando para que pueda coincidir con la omega, Rosé realmente esperaba que fuera así

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Treat you better | ChaelisaWhere stories live. Discover now