⊹ OO9

438 78 3
                                    

La rubia se reincorporó de inmediato, sacudiendo su pantalón y mirando con algo de inseguridad a Lisa

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La rubia se reincorporó de inmediato, sacudiendo su pantalón y mirando con algo de inseguridad a Lisa.

—Hola...

La omega sujetó fuertemente los tirantes de su mochila y movió su mirada de un lado al otro, no sabiendo qué decir exactamente.

Rosé se tensó y una leve tristeza la invadió, en verdad estaba preocupándose con la idea de que Lisa le tendría miedo o cierto resentimiento por haberse enfrentado a Jennie.

—Tal vez te preguntas sobre qué es lo que hago acá —carraspeó notando la situación algo incómoda—, o hasta cómo sé de tu dirección. Lamento venir de imprevisto, pero Lisa... yo, yo no quiero estar alejada de ti —sus miradas se conectaron por unos instantes—. En verdad me siento mal ante tu indiferencia, sé que mi actitud no fue de lo mejor con Jennie, pero ella... —intentó no exasperarse—, me dejé llevar por mi loba. No quería causar problemas.

Lisa empezó a acercarse lentamente.

—Es p-por eso que te dije que no era buena idea que seas mi amiga —soltó con una sonrisa verdaderamente triste—. Sólo te causaría problemas. ¿Qué hubiera pasado si los demás te acusaban por violenta? —cuestionó cansinamente y Rosé no respondió ante ello—. ¿Lo ves? Ser amiga mía no es lo correcto.

La mayor, alertada ante tales palabras que hicieron punzar su corazón, tomó con delicadeza las bonitas manos de Lisa.

—No —dictaminó mostrándose segura por primera vez en aquella conversación—. No digas eso. No me interesa, no me importa los demás y si llegara a tener conflictos me tendría sin cuidado, porque lo que más me importa eres tú —susurró la última frase, apenada. No se conocían hace mucho y ya sentía que sería capaz de dar todo por Lisa—. Sólo necesito de tu compañía, ya nada más me interesa.

Park, aún con las manos de la omega entre las suyas, juntó de a poco su frente con la contraria, dejando que sus lentas respiraciones se mezclaran y una calidez genuina inundara sus corazones.

La pelinegra se sentía extraña, porque aquello último que dijo la alfa era justamente lo que necesitaba, y a su loba le hacía notoria falta durante todos los días que decidió evitarla.

También necesitaba de su compañía.

—Es raro, pero a la vez lindo —habló Rosé todavía estando cerca—. Contigo siento una paz interna, una calma inexplicable tanto para mí como para mi loba. Eres todo lo que necesito... —dijo desde lo más profundo de su corazón, de aquello donde guardaba sus más fuertes sentimientos—, y esto podría ser tan diferente.

—Rosé, no... —intentó alejarse.

La neozelandesa tomó ambas muñecas de Lisa con delicadeza y suspiró fuertemente, tratando de ocultar cualquier indicio de siquiera querer sollozar.

—No, espera, solo un poco más. Por favor... —suplicó sintiendo sus ojos arder a pesar de tenerlos cerrados.

Lisa pudo percibir que el aroma de la alfa estaba mezclado con el de tristeza, su voz había salido frágil y al abrir lentamente sus ojos, pudo ver como un par de gotas cristalinas descendían de aquellas tersas mejillas.

Sintió su corazón quebrarse y su loba interna se sumió en tristeza al ver el estado de la chica, agachó la cabeza desanimada que ni siquiera quiso aullar por el dolor del momento.

—Alfa... —su voz le falló un poco, ver a Rosé así lograba hacerla decaer emocionalmente y sentir un amargo y molesto nudo en la garganta—. Alfa, mírame —suavizó su voz, tratando de hacerla relucir dulcemente para poder calmar a Rosé.

Lisa se había dado cuenta que aquella brillante luz que es Rosé era una tan única y especial que no debía por nada del mundo extinguirse.

Verla ahí, soltando débiles sollozos entrecortados y mostrando un aura totalmente diferente de la que Rosé poseía, era inconcebible para Lisa. Y pudo entender que ella también era capaz de ayudarla, de ser su soporte y compañera emocional, o al menos intentaría serlo.

—Vamos, alfa —siguió llamándola con esa voz especial, haciendo que de a poco ambas conectaran sus miradas.

Lisa suspiró suavemente tratando de no ponerse nerviosa o tímida en demasía.

—No tienes la culpa de nada, no cargues con eso. Eres una alfa sumamente especial, una que cualquier omega desearía tener a su lado.

La rubia volteó su rostro a un lado. Ella no quería a cualquier omega... Ella estaba enamorada de Lisa.

La más baja sintió que sus muñecas eran soltadas y no dudó en sostener el rostro de Rosé entre sus manos, acariciando suavemente su mejilla izquierda.

—Eres muy valiosa, Rosie.

La mencionada se sorprendió ante aquel comentario, mostrando un sutil brillo en sus orbes.

No resistió más y rodeó en sus brazos el cuerpo más pequeño, acomodando inconscientemente su cabeza en la curvatura del cuello de Lisa. Sorbió por última vez su nariz, colocando sus manos a cada lado de la cintura adversa.

La omega no se opuso, porque por más extraño que pareciera... Lisa estaba comenzando a confiar en una alfa tan noble y dulce como lo es Rosé.

Todavía en esa posición, la tailandesa decidió soltar un poco de sus feromonas para tranquilizarla, queriendo que esta dejara todo rastro de tristeza, queriendo arrullarla y calmar todo latido estrepitoso de su corazón. Porque era consciente de que la alfa no merecía cualquier sentimiento negativo.

Como el flash de una cámara, recuerdos pasaron rápidamente por su cabeza. Los cortos, pero agradables momentos que pasó con Rosé en la biblioteca, algunas veces en la azotea, incluso en la lejanía del campus. Una sonrisa, una breve conversación y hasta un repentino saludo era sumamente especial, todo contaba y todo lo apreciaba por el simple hecho de que lo compartía con la alfa.

Porque a Rosé no le importó lo problemática que solía ser Jennie, o la tímida personalidad que ella misma poseía.

La alfa le había extendido la mano con una cálida sonrisa y Lisa estaba segura que cuando se sintiera totalmente lista, la tomaría con firmeza y seguridad.

—¿Podemos seguir siendo amigas? —preguntó en voz baja, haciendo que su aliento chocara en el sensible cuello de la menor y esta la considerara una agradable sensación.

¿Por qué pensarlo tanto? Lisa se sentía muy segura al lado de la rubia. ¿Por qué crear dudas?

A la omega le gustaba ver las sinceras sonrisas que Rosé le dedicaba. ¿Por qué negarse a ello?

Bien, quizás a Jennie le disgustara lo que la omega decidiera, pero su loba le insistía a decidir por ella misma, aunque sea por una vez.

—Sí, Rosé, amigas —aseguró algo apenada, pero firme con su decisión.

La alfa salió del reconfortante lugar y  apreció aquella sonrisa de tiernos dientes y nariz arrugada, la que tanto le hace suspirar.

La alfa salió del reconfortante lugar y  apreció aquella sonrisa de tiernos dientes y nariz arrugada, la que tanto le hace suspirar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Treat you better | ChaelisaWhere stories live. Discover now