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—Hey, Lisa

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—Hey, Lisa. Detente, por favor. ¿Estás bien? —cuestionó Rosé con preocupación, mientras la tailandesa iba corriendo a quién sabe dónde—. Espérame.

Park sabía que algo malo había pasado. Estaba tranquilamente sentada en el comedor junto a Jisoo, conversando de temas triviales mientras comían como ya hace varios días. Todo estaba bien, hasta que escuchó una pequeña fuente de metal caerse, desparramando la comida que yacía ahí y viendo como Jennie tironeaba del brazo a la pequeña omega hasta tal punto de perder el equilibrio y caer al suelo.

Todos quedaron absortos mirando la escena, murmuraciones cada vez más fuerte, pero nadie se acercaba a ayudarla.

Cuando Rosé estaba ya por levantarse, vio como Lisa limpió bruscamente algunas lágrimas con la manga de su polera. Analizó que aquel delicado rostro reflejaba tristeza pura a la par de que sus ojitos se veían muy rojos, seguramente tratando de ocultar el llanto.

Solo bastó dar un parpadeo y Lisa pasó rápidamente por su lado, saliendo del comedor a toda prisa.

—Iré a buscarla —fue su último aviso, muy segura de sí.

Jisoo percibía que algo en las lobas de las chicas ocurría, y es por eso que apoyó la decisión de la otra alfa. Adoraba a Lisa hasta tal punto que quería que esta sea amada y respetada de la forma en la que realmente se merecía.

Actualmente se encontraban así...

Rosé notó que la omega subió las escaleras de la facultad, al parecer yendo a la azotea. Suspiró con lentitud y siguió sus pasos.

—No me sigas, p-por favor, quiero estar sola.

"No podemos hacerlo".

—Solo quiero asegurarme si estás bien o si te lastimó. Déjame hacerlo —habló dulcemente, haciendo que la loba de la omega se regocijara ante la firmeza y suavidad de las palabras de aquella alfa.

Lisa negó, observando todo a su alrededor ni bien pisó la azotea, se encaminó hacia los barandales y acomodó sus antebrazos ahí, mirando con detenimiento lo que sucedía allí abajo.

La alfa que no tardó más que segundos, se dirigió al lado donde estaba la omega e hizo lo mismo, a excepción que ella observaba con lentitud el inmaculado y etéreo perfil de Lisa

La pelinegra cerró levemente sus ojos, disfrutando del fresco viento acariciar sus mejillas y sentir cómo unas lágrimas bajaban por su rostro hasta desaparecer cerca a su mandíbula.

Dolía, realmente sentía como su corazón se oprimía hasta tal punto de sentirse asfixiado.

Rosé soltó lentamente el aire que retuvo por unos segundos y su loba bajó la cabeza con tristeza y decepción. Se sentía mal al saber que su omega sufría y ella no pudo detenerla en el momento preciso.

"Todo vas estar bien, tranquila", intentó animar a su loba.

"Ella no se merece esto, Roseanne", respondió el animal, deprimido, con la cabeza gacha y apunto de dar aullidos lastimeros.

"No, pero para eso estamos nosotras. Debemos ser fuertes por ella, tienes que ayudarme".

Sintió como se removió dentro suyo mientras su cabeza se movía de un lado al otro, tratando de disipar el aura oscura que estaba sobre ella.

—Lisa... No deberías seguir con todo esto —la mencionada abrió con lentitud sus ojos y miró con atención a la rubia—. Estás siendo lastimado.

—Tal vez —habló con la voz sumamente frágil—, pero no debe importarle a alguien.

—Claro que sí —conectaron sus miradas—. Nadie, absolutamente nadie merece ser tratada de esta manera. No importa que sea tu padre, hermano, amigo o pareja... No tienen el poder sobre ti. No puedes dejar que te lastimen —explicó con lentitud, arrastrando cada frase en el que la sinceridad desbordaba.

Lisa volvió a mirar al frente.

—Y seré directa, quizás te asustes pero... esto me preocupa... T-tú, me importas.

—¿Cómo puedes decir eso? —soltó tan de repente, con confusión y cierta molestia—. Somos solo un par de desconocidas, tengo alfa, no puedes ser tan atrevida —trató de ponerse a la defensiva, ignorando las quejas que su loba le decía por comportarse de esa manera.

—Tienes una alfa que no te merece —contestó con rapidez, haciéndola callar.

—Solo somos un par de desconocidas, y ya —respondió en tono bajo, mientras descendía la mirada a sus dedos.

Rosé se acercó y tomó aquellas delgadas manos entre las suyas, haciendo que la omega se sorprendiera y se alejara evitando el contacto.

—P-perdón, solo... Déjame conocerte —susurró, estando más cerca—. Hagamos que la palabra 'desconocida' desparezca entre nosotras.

Rosé estaba yendo rápido y directo, estaba muy segura y confiaba en su loba como para intentar retenerse de sus sentimientos.

Lisa cerró instintivamente sus ojos, haciendo que la omega dentro disfrutara de la lenta y aterciopelada voz de la mayor.

—D-déjame estar cerca tuyo.

Lisa sentía como aquellas palabras se repetían en su mente, como una canción de cuna calmando de a poco su corazón. La alfa decidió soltar feromonas y Lisa sintió como todo en ella se arrullaba lentamente, arrullándola y dejando en el olvido lo que pasó hace media hora atrás.

Café dulce y un toque suave de menta. Ese era el aroma que la rubia emanaba.

La loba omega sintió como aquel dulce y agradable olor la tranquilizaba, sintiendo una calidez pura y reconfortante instalarse en cada fibra de su ser.

—¿Puedes permitirme aquello? —volvió a insistir y Lisa cayó en la fría realidad que se encontraba.

Se separó bruscamente de Rosé a la par que abría sus ojos, no se había percatado de la poca distancia entre ambas.

La alfa pudo sentirlo... Lisa tenía miedo.

Aquellos bellos orbes color miel se movían de un lado al otro con nerviosismo, callando todo lo
que tal vez deseaba decir.

Empezó a retroceder, mientras negaba con uno de sus dedos a la altura de su pecho.

—No, no, no puedo ha-cerlo —bisbiseó.

Rosé intentó detenerla, pero en un ágil movimiento la contraria bajó las escaleras, saliendo rápidamente de su campo de visión.

Tomó con exasperación su cabeza, apretando entre sus dedos aquellos mechones suyos. Chasqueó la lengua y trató de mantener la calma.

De no enojarse con el inútil destino que había puesto en su camino a tan preciosa omega que se aferraba a alguien que no merecía.

Trataba de evitar con todas sus fuerzas no ir y pelear con Jennie, aquella estúpida alfa que no debía ni siquiera la amistad de alguien.

Porque le estaba pareciendo que todo era injusto...

—Puedo tratarte mejor de lo que ella puede —susurró, sintiendo sus ojos arder y su vista empezar a nublarse de a poco.

—Puedo tratarte mejor de lo que ella puede —susurró, sintiendo sus ojos arder y su vista empezar a nublarse de a poco

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Treat you better | ChaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora