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El lunes llegó con normalidad y aún con todas las quejas de su madre, Rosé insistió en asistir a la universidad

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El lunes llegó con normalidad y aún con todas las quejas de su madre, Rosé insistió en asistir a la universidad. Se rehusaba a perder clases y más aun dejar sola a su omega.

Actualmente se encontraba caminando por los pasillos de la facultad donde pertenecía la pelinegra, su loba se removió feliz al captar aquel dulce aroma. Por lo que siguió sus instintos y pudo visualizarla sentada en una de las bancas que estaban fuera, en las áreas verdes.

La alfa decidió ser original y se puso detrás de la chica, tapó aquellos bonitos ojos con las palmas de su mano. Pudo escuchar la risita tierna de Lisa y ella sonrió de plena felicidad.

—Eres muy boba —Rosé frunció el entrecejo sin entender—. ¿Acaso olvidas que puedo percibir y reconocer tu aroma así estés a diez metros lejos de mí? —se burló para luego sonreír levemente—. Déjame verte, ya sé que eres tú, Rosé-ah.

La pelinegra colocó sus manos encima de las de la alfa y las retiró de su rostro, con el buen ánimo en el que se había levantado esa mañana se giró lentamente para poder verla después de dos largos y tediosos días. Su sonrisa fue desapareciendo, mostrando una severa preocupación.

Esos ojitos sorprendidos y la tensión en sus facciones hicieron que Rosé volviera a caer en cuenta de la situación. Maldijo internamente, lo había olvidado con rapidez.

—¿Quién te hizo esto? ¿Cómo fue que pasó? —preguntó totalmente alarmada, dio un par de pasos rápidos para rodear la banca y quedar frente a Rosé—. ¿Qué paso? Háblame, por favor.

—No fue nada, no te preocupes.

La omega colocó sus manos en las mejillas de la rubia, delineando círculos con sus pulgares en la tersa piel contraria.

—¿Qué? No, eso no es un nada. Es mejor que me lo digas, tú nunca te has metido en problemas con nadie.

—No, Lisa. Es, es solo que... que me robaron. El viernes por la noche un grupo de alfas me detuvieron justo antes de llegar a mi casa.

—¿Cómo es posible que exista gente así? —preguntó indignada y dolida. No le parecía justo que a personas de tan buen corazón le sucedan esas cosas—. ¿Has puesto una denuncia? ¿Reconoces sus rostros? No pode...

Sus palabras fueron interrumpidas cuando la alfa la haló de la mano para envolverla entre sus brazos. Al comienzo a Lisa le sorprendió un poco, pero luego solo se dejó llevar por el cariño y las hermosas sensaciones que la alfa le causaba a su corazón. Ya no podía evitarlo. Y tampoco es como si quisiera hacerlo en realidad.

Sonrió enternecida por lo afectuosa que suele ser Rosé; correspondió el abrazo posicionando sus manos en la nuca de la mayor y acomodó suavemente su cabeza en la curvatura del cuello, rozando su nariz contra la piel expuesta, adorando aquel dulce y perfecto aroma de café y menta que solo la alfa podía tener.

Rosé se sintió complacida y totalmente aceptada, las emociones entreverándose y fundiéndose en un agradable calor dentro de su interior. Daría todo por tener más momentos de esos con su omega, así que con mucha más seguridad, llevó sus manos a la cintura de la pelinegra y la atrajo aún más si es que era posible.

Treat you better | ChaelisaWhere stories live. Discover now