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Cuando yo apenas salía de mi madre, él ya tenía 10 años. 

 Mientras él terminaba su primer doctorado, yo sufría de maltrato familiar. 

 Mi ambiente familiar nunca fue muy bueno. Mi madre me tuvo porque no tenía dinero para el aborto y se alegró al recibir el cheque del gobierno.Cuando tenía 3 años, aprendí a leer y con ello se me abrieron miles de mundos en los que podía imaginar que vivía. Lugares mucho más lindo que mi verdadero hogar. 

 ¿Mi libro favorito? Sherlock Holmes. 

 Cuando cumplí 4 memorice las rutas del metro y de los autobuses. En la noche, mientras mi papá caía desmayado por el alcohol y mi madre trabajaba de prostituta. Me escabullí en su cuarto y con mucho cuidado, tome dinero del cajón de su armario. 

 Esa noche casi no dormí, esperando el momento en el que mi madre se diera cuenta de que robe su preciado dinero. Pero no sucedió. A la mañana siguiente, los dos salieron de casa, dejándome como siempre sola en casa. Espere al menos treinta minutos, antes de asomar la cabeza por la puerta de entrada, sin ver algún rastro de mis progenitores, cerré la puerta y me aseguré de guardarme la llave de repuesto que mamá puso en caso de emergencias. 

 Mire mi casa una última vez, sonreí y tome la calle en dirección de la próxima estación del metro. Guarde la llave en el bolsillo del frente del overol azul que mamá me compro en el mercado del centro y avance tarareando una canción de la estación de radio que papá siempre ponía al volver al trabajo. 

 Me quedé paralizada al ver las largas escaleras que bajaban hacia un lugar oscuro. Mi corazón latió con fuerza. No me gustaba la oscuridad, papá solía meterse en mi cama cuando estaba oscuro. Solía jugar el juego de "Si te gusta, entonces ganas" jamás pude ganar ese juego. 

 Me sacudí el recuerdo y miré al rededor, no había una ruta de autobús cerca. Suspire, mirando hacia aquel sitio.

 "¿Te perdiste?" La voz de un niño logró que me distraiga de la enorme oscuridad."No" solté, aun mirándolo. Se veía algo gracioso. Con su cabello peinado con bastante cera para el cabello, como si quisiera que se quedará quiero. Era flaco y más alto que yo. Usaba lentes y vestía como un adulto. 

 "¿Entonces porque no entras?" Me examino y luego a la entrada. 

 "Tengo miedo" solté, mi labio inferior sobresaliendo ligeramente. 

 "¿La oscuridad?" Yo asentí "bueno, la oscuridad es el mayor miedo en la población infantil, así que es normal que tengas miedo. Pero loa estudios indican que solo tenemos miedo a lo desconocido, no a la oscuridad en sí" lo miré con la boca y los ojos abiertos. Habló tan rápido y de cosas tan complicadas que mi cerebro se había pagado "lo que quiero decir es que no tienes que tener miedo a la oscuridad, porque solo es la falta de luz, no un lugar nuevo, así que estarás bien si bajas las escaleras" yo asentí, mirando una vez más en dirección del metro. 

 "Está bien, yo puedo" aspire hondo, mis puños cerrados como signo de fortaleza, di un paso al frente, bajando una grada y pare en seco, gire a ver al niño que aún me veía curioso "¿podemos ir juntos?" Mi labio inferior sobresaliendo otra vez. 

 "Ni siquiera sé a donde vas, cabe la posibilidad de que vayamos por caminos separados" miró en dirección al metro y luego a mí.

 "Yo voy a la biblioteca, ¿tú?" Me miró asombrado.

 "¿Ya sabes leer?" Mi cabeza giro ligeramente a la izquierda sin entender la pregunta "no debes de tener ni 5 años, la mayoría a esa edad apenas están empezando" asentí "¿vas a ver a tu mamá ahí?" 

 "De hecho tengo 4" señalé con mis dedos "y no, no voy a ver a mi mamá, voy a leer" le sonreí "cuando tenía 3 aprendí a leer viendo un programa en la televisión y lo hice, yo solita" infle mi pecho, sintiéndome orgullosa.

CaissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora