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El paso del moreno fue deteniéndose cuando pudo percibir un leve rastro de chakra conocido, pero no estaba solo - ¿Sucede algo? – habló Ikari cuando una idea se le cruzó por la cabeza, haciéndola bajar de inmediato de los brazos del mayor – Ya no hace falta cargarme, ya me siento mucho mejor.
─ No, no es eso – la muchacha se encontraba confundida por lo que pasaba, aun más con la cara tan seria del Sarutobi – Shikamaru está siendo rodeado.
Aquello bastó para que los sentidos de Ikari se pongan alerta al pensar que algo podría pasarle al Nara ya que se encontraba aun cansado, más que de costumbre.
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─ Ay no, mi chakra está disminuyendo – pensaba el pelinegro con peinado de piña al estar atrapando solo a ocho de los nueve ninjas – Claro, el noveno es el que los protege de una emboscada – quizás su chakra estaba por los suelos, pero el cerebro de este chico no paraba de trabajar.
En ese momento se dispuso a tirar varias shurikens para detectar el escondite, saliendo su plan exitoso, a no ser por un detalle ... su chakra – Demonios, la sombra no llega. No tengo suficiente energía para hacerla llegar más lejos – se reprochaba mentalmente.
─ Es inútil, niño – habló uno de los ninjas del sonido – yo puedo ver tu técnica y parece que estás en tu límite – decía con burla.
El Nara se preparaba mentalmente en el peor de los casos – Lo que realmente quise ser es un shinobi normal, con una vida normal – pensaba mientras miraba el claro cielo – Casarme con una chica normal, que no sea ni un portento ni un esperpento. Tener dos hijos, una niña y un niño, retirarme cuando mi hija se case y mi hijo triunfe como ninja y gastar el resto de mis días jugando shogi y goo. Y así, tener un retiro tranquilo y despreocupado, para luego morir viejo antes que mi esposa – Para ser un niño aun, tenía toda su vida perfecta ya planeada – Si, esa es la vida que quería, pero aunque yo haya querido ser un chico común y corriente, tuve que meterme en esta situación tan ... enredada – se quejaba.
La posesión de sombras había llegado a su final y con ello la confianza de los del sonido – Listo, sal de una vez – ordenaron al que se mantenía escondido en el árbol – Y cuando puedas, córtale la cabeza.
─ ¿Qué te parece si empezamos con la tuya? – se escuchó el susurro de una mujer detrás del ninja, quien en cuestión de segundo pasó a la muerte por un fino corte en su cuello al ser agarrado desprevenido.
