──── xv. golpe de realidad

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Lastimosamente para Maeve nada era eterno y su noche mágica había terminado más rápido de lo que podría desear, la lluvia cesó, las estrellas volvieron y poco después el sonido de los gallos anunció la presencia del sol

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Lastimosamente para Maeve nada era eterno y su noche mágica había terminado más rápido de lo que podría desear, la lluvia cesó, las estrellas volvieron y poco después el sonido de los gallos anunció la presencia del sol.

Maeve hubiera querido quedarse en la intimidad de la choza con Rafe para siempre. Pero cuando los primeros rayos de sol golpearon sus rostros, el par de hermanos notó que habían pasado toda la noche hablando de tonterías sin aburrirse.

Rafe la había dejado en la entrada de la mansión, pero por más que Maeve insistió en que entrará y al menos comiera una fruta, el rubio insistió en que tenía cosas que hacer, así que no tuvo más opción que dejarlo ir.

La rubia lo había abrazado un minuto entero sin explicación, pero después de la noche anterior, sentía que recuperaba a su hermano, y hace mucho tiempo no se estaba tan en paz consigo misma, por lo que la tonta sonrisa de su rostro no se borró hasta cambiarse la incómoda ropa mojada, tirarse en su cama y tratar de recuperar algunas horas de sueño.

Maeve no había podido dormir más de tres horas cuando su sueño fue interrumpido por su padre con la escusa de que necesitaban tener un desayuno familiar y hablar de "cambios en la casa"

Si, ella definitivamente deseaba no haber vuelto de la choza.

Su estómago se había revuelto al pensar en Rafe y lo que tuviera que hacer como para no dormir en su habitación, pero decidió que podía preocuparse con eso cuando estuviera desayunada y de buen humor.

Aunque eso parecía que no pasaría pronto.

Maeve soltó una risa llena de sarcasmo mientras picoteaba sus huevos revueltos.

—Espero un momento, que esto es divertidísimo —se detuvo riendo mientras miraba entre sus hermanas y su padre—. ¿Me estás diciendo que ahora el pogue que nos robó va a vivir aquí? —repitió incrédula por tercera vez.

—John B no es un ladrón. —salió Sarah en defensa del pogue que ni siquiera estaba presente.

—¿Así? Pues su historial no dice lo mismo —bufó, girándose para mirar a su padre, que parecía más entretenido en girar su taza de café que prestarle atención a las quejas de su hija mayor—. Lo despediste por una razón, ¿Lo olvidas?

DOLLHOUSE ; RAFE CAMERONWhere stories live. Discover now