──── xxiii. no hay calma después de la tormenta

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Maeve deseaba olvidar todo lo que había ocurrido los últimos días, pero para su consternación -y a diferencia del resto de sus problemas- por más que lo intentara, ella no podía simplemente fingir normalidad y continuar con su vida como si nada oc...

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Maeve deseaba olvidar todo lo que había ocurrido los últimos días, pero para su consternación -y a diferencia del resto de sus problemas- por más que lo intentara, ella no podía simplemente fingir normalidad y continuar con su vida como si nada ocurriera.

Ella no sabía que es lo que más le preocupaba, pero toda su familia ocupaba un lugar en ese lista.

Rafe explotaría en cualquier momento, y ella solo lo estaba esperando como si de un reloj de arena apunto de acabar se tratara. Su padre viviendo sus días de duelo en la privacidad de su habitación para luego tratar de fingir una sonrisa frente a todos. Wheezie aislada de todos y que aún la ignoraba por nunca contarle lo que pasaba. Y Rose, que seguía siendo Rose, y que al igual que ella, parecía solo buscar calma en sus botellas de vino.

Maeve no tenía un plan, no tenía ideas, y sentía que simplemente estaba actuando en automático, lo que la aterraba terriblemente, porque la última vez que estubo así, terminó siendo medicada por un psiquiatra.

—Oye, te detuviste —susurró sacándola de sus pensamientos, por lo que ella pego un pequeño salto que lo hizo fruncir el ceño—. Estás muy callada, ¿Pasa algo?

Rafe estaba con su cabeza recostada sobre sus piernas, con la rubia recostada sobre una pila de almohadas al borde de la cabecera. Las luces de la habitación estaban apagadas, pero las luces que se filtraban a través de las ventanas abiertas eran suficientes para que todavía pudiera observar el rostro de su hermano con algo de esfuerzo. Y es que Maeve había descubierto fácilmente que esa era una manera de perderse en sus pensamientos sin necesidad de intentar ahogarse a sí misma en una piscina helada.

Era bastante tarde para que ambos siguieran sin una pizca de sueño, pero si bien Rafe nunca le había dicho que era aquello que lo atormentaba, tampoco era difícil de deducir para ella. Mientras que por otro lado, Maeve era devorada por su propio cerebro destructivo.

Y lo único que podía agradecer es que Rafe estuviera a su lado en aquellas noches de tortuosos insomnios.

—Tu eres quien ha estado callado —dijo en cambio, pero volvió a pasar sus dedos entre sus cabellos—. Apenas y me hablas últimamente.

DOLLHOUSE ; RAFE CAMERONWhere stories live. Discover now