──── xxxi. la familia perfecta

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Por al menos dos horas Maeve había conseguido lograr algo que la había atormentando las últimas semanas, dormir y realmente descansar, sin pesadillas ni sudores nocturnos, sin sufrir ni por calor ni por frío, ella había caído en un sueño profundo ...

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Por al menos dos horas Maeve había conseguido lograr algo que la había atormentando las últimas semanas, dormir y realmente descansar, sin pesadillas ni sudores nocturnos, sin sufrir ni por calor ni por frío, ella había caído en un sueño profundo que la hizo sentir renovaba.

Sus últimos intentos de descansos siempre terminaban con ella envuelta en pesadillas donde las indeseables manos de James la tocaban, dónde estaba bañada en sangre y lágrimas, Maeve se despertaba desconsolada, yendo directamente a la ducha para intentar eliminar un suciedad que solo estaba en su mente.

Y después de las últimas horas, sin duda había sido más que extremadamente renovador.

Wheezie no había dudado en demostrar su descontento,y aunque Maeve había logrado tranquilizarla de alguno forma, sabía que su hermana seguía furiosa, así que le había dado tiempo para ella misma sin forzarla a soportar su presencia.

Maeve se había encerrado en su habitación luego de eso, y había tomado una de sus pastillas recetadas para la ansiedad, ya que la situación con Rafe era otra de las cosas que no paraban de rodar su mente, y necesitaba un descanso después de eso.

De hecho, Maeve estaba segura que ese descanso hubiera durado unas horas más si no fuera por la agradable sensación de cosquillas de recorría desde sus mejillas hasta su cuello, suaves caricias de arriba abajo con una delicadeza de admirar.

La rubia bostezó abriendo los ojos, y la imágen frente a ella casi la hizo sonreír.

—¿Descansaste?

Maeve no pudo evitarlo, ella miró a Rafe con la mayor confusión que podía expresar en su rostro adormilado, pese a que algo en su pecho se calentaba al verlo tranquilamente frente a ella una vez más. —¿Y tú qué? —replicó, entrecerrando sus ojos, cosa que no hizo que Rafe ni parpadeara—. ¿Volvió mi hermano y se fue papá, o tengo que prepararme para cuando empieces a insultarme?

Rafe parecía extrañamente en calma, como hace mucho Maeve no podía disfrutarlo, no al menos que su hermano no estuviera estúpidamente drogado, pero ella no era ciega ni intentaba hacer de la vista gorda, y no se perdía la forma irregular de sus parpadeos, tampoco el temblor ocasional de sus manos.

DOLLHOUSE ; RAFE CAMERONWhere stories live. Discover now