──── xxxii. diferentes lados de la balanza

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La vida de Maeve solía ser tan caótica que llegaba a ser divertida

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La vida de Maeve solía ser tan caótica que llegaba a ser divertida. Claro, ella no encontró ninguna diversión en ese momento, pero normalmente lo era, solo que en ese momento su corazón estaba demasiado herido como para no verlo simplemente como una burla del destino y no un premio.

Su padre, a quién no había parado de pensar, a quien no había parado de llorar, a quién veía en cada esquina juzgando cada uno de sus paso, estaba frente a ella.

No solo no estaba muerto, sino que consideraba que su regreso, sin importar el dolor por el que los había hecho pasar, era motivo de celebración.

¿Cómo se atrevía este hombre a mirarla a los ojos y pedirle comprensión después de todo por lo que la había hecho pasar? ¿Cómo se atrevían los demás a criticarla por no encontrar está vez algo que celebrar entre las marañas de engaños de su padre?

Ella sabía que su padre no era un buen hombre, y nunca le había importado demasiado, porque ella misma no era ni siquiera una buena persona, ¿Entonces con que calidad de moral podría ella juzgarlo?

Pero la mayoría de sus problemas la hundían en hoyos de no retorno porque Maeve nunca había aprendido a poner límites, y he aquí muchas de las consecuencias.

Ella no estaba dispuesta a perdonar y olvidar.

Rose no lucía sorprendida, de hecho estaba mucho más en calma de lo que Maeve la había visto en días, Wheezie también lucía contenta, pero ella apenas era una niña, podía entenderla. Pero no a Rafe, él sin duda era el más extasiado, y Maeve quería golpear su rostro contra una pared hasta hacerlo reaccionar.

El sueño de su padre parecía haberse cumplido, la familia estaba reunida, pero ni la mitad de ellos lucís entusiasmado por eso.

Él ni siquiera había pedido disculpas, solo se había justificado y sobre justificada sin parar los últimos minutos bajo su mirada incrédula.

Maeve sentía que su garganta y sus ojos ardían, pero no dijo nada, permaneció en silencio, porque nada de lo que dijera cambiaría el hecho de que estaba en un barco que quién sabe a dónde se dirigía, en una habitación minúscula y con su destruida familia reunida.

DOLLHOUSE ; RAFE CAMERONWhere stories live. Discover now