Fragancia

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The infernal prince

The infernal prince

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Capitulo 22

Fragancia

Cada uno ingresó al jardín por una entrada diferente, no tardó ni un parpadeo esta vez, cuando menos pensé ya estaba corriendo detrás de Joángel huyendo de un león super gigante. ¿Por qué estaba huyendo yo si no me podía ver? Pues, porque era simple y sencillamente aterrador, y porque además, a donde sea que fuera Joángel me arrastraba a mí también.

Este era el jardín de Metatrón, el ángel que era considerado la mano derecha de Dios. Todo el lugar desde el suelo, las plantas, flores, árboles y demás, todo estaba cubierto por una fina capa de rocío helado. Una luz pálida se refleja en la superficie congelada creando pequeños arcoíris.

"¡Frío otra vez!"—me quejé, preparándome para sentir esa oleada helada a través de Joángel, como ocurrió antes cuando recibió su castigo y pude sentir en mi espalda la electricidad.

—¡Qué es esto? ¿Por qué mi cuerpo tiembla de esta manera? —Joángel se asustó cuando la primera ráfaga de frío le heló la piel. El serafín se abrazó, frotándose los brazos trayéndome recuerdos.

—¡Hm, hm!

Se oyó un quejido proveniente de lo que creí era un adorno del jardín, una escultura de hielo, trataba de llamar nuestra atención.

—¡¿Romiel?!

Joángel soltó una carcajada al acercarse y reconocer a su amigo atrapado en aquella estatua.

—¿Qué le hiciste al gatito para que te congelara? —pregunta entre risas mientras le ayuda a descongelarse haciendo uso de su energía espiritual.

—¡Yo no le hice nada! —aseguró él molesto en verdad, una vez la capa de hielo que se formaba en su cara se derritió. Esta era la primera vez que miraba su rostro enojado —. A ese gato nunca le he caído bien; no como tú que hasta te deja que montes en su espalda.

—¿Celoso? —se burló Joángel —¿Ya conseguiste la fruta?

—No, ¿Y tú?

—Tampoco.

Romiel se sacude los restos de escarcha.

—Que gane el mejor —se despide él y sale corriendo otra vez. Joángel y yo nos le quedamos mirando hasta que una suave voz nos llega por la espalda.

—¿Cómo haces para gustarle a todo el mundo?

—¡Eziel! —Joángel se alegró de verle, yo no tanto.

Ya me había dado cuenta que ese serafín nos había estado siguiendo, o bueno, a Joángel. Podía percibir su mala vibra, ¿Cómo puede un ángel tener una energía tan negativa?

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