Recuerdos

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The Infernal Prince

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Capítulo uno

Recuerdos

Mi espalda reposaba contra la áspera y fría piedra de la mazmorra; intentaba confundirme,mezclarme con la suciedad de la piedra,pasar desapercibida una vez que la puerta se abriera.

Los escuchaba cerca. Sentía su demoníaca presencia aproximándose,una opresión en mi pecho que se encogía aplastándome por dentro me advertía de su cercanía. Me reconfortaba saber que no era la única que los sentía,el peso de esa nefasta presencia fue recibido por todos en las mazmorras con el más absoluto silencio.

Una mortecina luz comenzó a atravesar la oscuridad que me envolvía, mientras viaja a lo largo de la sucia pared conforme la puerta se va abriendo. Me acurrucó en el mismo rincón en el que llevaba no sé cuanto tiempo desde que fui arrojada a este agujero a espera de mi sentencia.

Doble las piernas y me aferré a ellas como si fueran mi escudo.

No sabía con exactitud cuanto tiempo pasó desde que fui arrojada a esta fría mazmorra. De vez en cuando la débil luz de las antorchas se arrastraba por las rendijas de la puerta de madera permitiéndome distinguir un atisbo de luz que me recuerda que todavía no estoy ciega.

Una vez al día alguien dejaba un trozo de pan rancio y medio vaso de agua a través de un hueco bajo la puerta. Supongo que mis carceleros no tenían ni idea de que no solo de pan y agua vive el hombre,pero para ser sincera ya me había acostumbrado a comer solo esto y mi estómago protestaba cuando,incluso por días se olvidaban de alimentarnos,o tal vez ellos esperaban que murieramos de hambre y sed,y se decepcionan tanto cuando eso no ocurría que simplemente dejaban de alimentarnos.

Algunos de mis vecinos de celda eran torturados por días enteros. Yo no había probado bocado desde hace poco más de tres días,comenzaba a sentirme fámelica. Sumado a eso,mi periodo me había dejado débil una semana antes. Estaba sucia y apestosa,con la sangre seca que escurrió por mis piernas. Ni el fin del mundo detiene una menstruación,es mal momento para ser mujer.

La débil luz que entraba ahora por la puerta abierta me dió de lleno en los párpados y me obligó a abrirlos a pesar de lo pesados que los sentía.

Durante todo mi encierro,la puerta de mi celda nunca antes se abrió. Nunca nadie me visitaba como a mis vecinos de celda;algunos gritaban mientras eran azotados brutalmente haciéndome estremecer cada vez que escuchaba el látigo zumbando en el aire antes de golpear con furia la espalda de alguien una y otra vez sin darles tiempo siquiera de respirar.

Sus gritos de agonía me perseguían incluso cuando lograba dormir rendida,agotada de escuchar sus gritos y lamentos entremezclados con risas grotescas que se burlaban de nuestro sufrimiento. Y digo nuestro porque yo también sufría. Sufría porque no podía hacer nada por detenerlos. ¡Maldita empatía!

The Infernal PrinceWhere stories live. Discover now