¿La raza humana algún día comprenderá el gran error en el que ha vivido? ¿Existe la posibilidad de alcanzar la paz como máximo ideal? Dios pensó que no y envió el apocalipsis a la tierra. La indiferencia humana y su infinita arrogancia no nos permit...
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Capítulo dieciséis
La bilis se me atascó en la garganta.
El demonio que gobierna mis pesadillas, el poseedor de todos mis temores, aquel al que no le tiembla la mano a la hora de torturar y matar conocía mi punto débil.
Sentí un miedo atroz de lo que pudiera hacerle a mi hermano.
—Yusuf... —Abaddon se materializó en ese momento a un par de metros.
Suspiré aliviada.
El otro demonio se resistió a apartarse de mí y maldijo en un susurro la repentina aparición del principe infernal.
—¿Qué pretendes acosando a mi esclava personal de esta manera? Apártate de ella —exclamó Abaddon con voz autoritaria.
—Solo buscaba ayuda con las labores de limpieza para agasajar a la reina. Y, ¿Quién mejor que una esclava humana para realizar las tareas más... Pesadas? —argumentó Yusuf alejándose un poco.
¿Buscaba ayuda? ¿Él? ¿En las mazmorras? ¡Sí como no!
—Aunque nada me alegraría más que dejarla unas horas en tus manos como escarmiento —mintió el demonio con total descaro —... Tendrás que conseguir a alguien más. Ella tiene obligaciones que atender en mis aposentos.
Mis ojos se abrieron grandes y miré a Abaddon solo para percatarme de que no estaba bromeando.
—Ya veo —Yusuf sonrió lacónico y con morbo —. En ese caso —golpeó con la palma de su mano la pared que aprisionaba a Sean —, quiero a su hermano.
El corazón estuvo a punto de salirse de mi pecho. Miré aterrada a Abaddon.
—Que así sea. Llévalo a que lo preparen.
¡¿Qué?!
—¡No! —negué rotundamente.
Los dos demonios me miraron con reproché, haciendo que me congelará por dentro y aguantará la respiración.
—¿No? —Yusuf fue el primero que habló, una de sus cejas se levantó bruscamente —¿Osas desobedecer una orden dictada por tu príncipe?
¡Al diablo con lo del príncipe!
No iba a permitir que siguiera lastimando a mi hermano por mi causa.
