Cassio

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The infernal prince

Capítulo trece

Capítulo trece

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Cassio

Abaddon me dio una orden clara cuando me dejó a la entrada de la que sería mi nueva prisión.

"No salgas de tu habitación."

Más que habitación, a mí me parecía una celda. Con todas las comodidades de un hotel austero.

"Descansa" dijo también, pero cómo se suponía que lo haría. ¿Cómo sabría exactamente cuando despertar o ir a dormir, si siempre era de noche aquí?

El infierno entero se desvaneció al instante en qué mi cabeza tocó la almohada. El rostro de mi hermano Sean tomó forma en mis sueños, retazos de nuestra infancia aparecieron en ellos llenándome de angustia hasta desvanecerse en un torbellino de colores.

Robin y su tierna sonrisa también aparecieron acompañados de una suave melodía. Estaba bañado en luz, era joven otra vez, estaba en paz, estaba bien, y en lugar de alegrarme por él, me sentí triste y miserable, y claro también culpable por no alegrarme por él, por ser egoísta y desear que estuviera a mi lado y no en un lugar mejor.

La melodía cobró fuerza y los rostros queridos se transformaron, disolviéndose en horribles criaturas aterradoras y amenazantes.

Así era el mundo ahora, una pesadilla eterna y terrorífica justo como lo era ese sueño abrumador.

(...)

La suave melodía persiste y me arranca de mi sueño profundo. Abrí los ojos de golpe mientras mi corazón aporreaba mi pecho con demencia, apenas logré ubicarme, me encontré mirando las sombras, preguntándome qué hora sería exactamente. Esa penumbra azul verdosa que envolvía a Avernos no parecía cambiar, era imperturbable.

Me incorporé y fui hasta la puerta. La música era la misma que había escuchado en mi sueño, ese sueño que ya no recordaba a excepción de esa melodía que continuaba alta, elegante, perfecta, nada que yo hubiera escuchado antes.

Abrí la puerta y me asomé al pasillo, las suaves llamas azules ardían en sus elegantes nichos iluminando el oscuro corredor.

Crucé el pasillo siguiendo la música que me guiaba hasta las escaleras, bajé y llegué a un salón, una biblioteca para ser exacta.

Las cortinas estaban corridas en una ventana, y la pálida luz plateada de la luna entraba a raudales en la habitación iluminándola. Apoyé mi mano en la gruesa puerta de madera oscura que se abrió nada más tocarla, afortunadamente no hizo ningún ruido o habría sido vergonzoso que me atraparan husmeando en pleno cautiverio.

The Infernal PrinceWhere stories live. Discover now