The infernal prince
Capítulo diez
Secuestrada
Iba llorando en silencio, mis sollozos sacudían mi cuerpo mientras una vez más, abandonábamos la ciudad;los negocios que el demonio tenía en el mercado de esclavos ya habían terminado.
Con cada sollozo, sorbía por la nariz llenando de ruido nuestro silencioso camino.
—¡Deja de hacer eso! ¡Me estás irritando!
"Di algo que no sé"
No me importó si podía leer mi mente. Todo lo relacionado conmigo lo irritaba, eso lo tenía claro. ¡Todo!
Sorbí una vez más y lancé un suspiro, uno de esos como cuando hasta tu alma quiere abandonar tu cuerpo y volar al lado de las personas que se extrañan.
Sean...
Mi querido hermano...
Mis ojos volvieron a romper en llanto, otra vez al recordarlo.
La esperanza había cobrado fuerza en mí cuando lo miré corriendo entre la multitud. Una vez más desobedecí al demonio para su sorpresa y corrí a interponerme entre mi hermano y el demonio regordete de piel rosada que lo estaba golpeando como castigo por querer huir, con lo que me pareció ser una vara de rosal espinoso.
¿Qué obsesión tenían estos con las púas y las espinas?
Apreté los ojos con fuerza, cuando el demonio lanzó el golpe, la vara iba a golpearme directamente en la cara y eso iba a doler.
Se oyó un chasquido y la vara cobró vida y se enroscó desdé la mano y subió por todo el brazo del demonio hasta hacerse nudo en su cuello.
La mirada que Abaddon le estaba dirigiendo a su insubordinado, era feroz. En ese momento entendí, que hasta ahora, Abaddon había estado siendo "suave" conmigo. Me quedó claro, que todo este tiempo pudo ser mucho peor.
—¡Mi señor...! —el demonio estaba perdiendo su color rosa por la falta de oxígeno, ahora se veía cetrino. Miraba a Abaddon confundido y asombrado por el giro que dieron las cosas.
—¡Daisy!
Mi hermano me abrazo, mientras los dos demonios y yo, estudiábamos mutuamente nuestra reacción.
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The Infernal Prince
Paranormal¿La raza humana algún día comprenderá el gran error en el que ha vivido? ¿Existe la posibilidad de alcanzar la paz como máximo ideal? Dios pensó que no y envió el apocalipsis a la tierra. La indiferencia humana y su infinita arrogancia no nos permit...