Capítulo 4: El Inked

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Los viernes iba al Inked, su tienda de tatuajes y la tapadera del negocio de la tía Julia: la magia negativa

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Los viernes iba al Inked, su tienda de tatuajes y la tapadera del negocio de la tía Julia: la magia negativa. Alexia no sabía a detalle qué hacía ella en el discreto cuartito de la parte trasera. Se limitaba a ver desfilar los tétricos desconocidos que iban a visitarla. Los observaba entrar con la cabeza gacha, algunos con gorras o los cabellos tapándoles la cara. Antes de entrar, miraban de un lado a otro para asegurarse de que no hubiera nadie prestándoles particular atención, acción que repetían al salir. Si no fuese porque toda la ciudad sabía que eran brujas, más de uno hubiese pensado que eran las dealers más descuidadas del país.

La tienda era la única cosa que la enorgullecía. Había sido el resultado de su negociación con Julia, cuando ella la obligó a abandonar la secundaria y entrar en la Academia. Casi se agarran por los pelos, pero al final ambas terminaron cediendo. Julia le dio el lugar donde había tenido una librería, una dietética y un bazar —todos negocios fracasados—, para que hiciera lo que le plazca; y Alexia terminó por entregarle su vida al Círculo. Visto en perspectiva no fue un buen negocio, pero era el mejor que podía conseguir.

Antes de dejar Mistrás, puso en marcha el negocio y recibió a sus primeros clientes, que más que clientes eran conejillos de india. Los resultados no eran los mejores, pero la gente se iba más o menos contenta. Considerando que había aprendido a tatuar con tutoriales de YouTube y que hasta la abuela temía que arruinara a alguien, le fue bastante bien.

Al terminar el verano, Julia la ayudó a buscar una empleada para que se encargara de todo lo que ella no podría hacer. Así conoció a Martina que se presentó en el Inked tímidamente con su portfolio bajo el brazo, pero que, ni bien empezó a hablar, resultó ser cualquier cosa menos tímida. Era nueva en la ciudad y no conocía demasiada gente aún, por lo que Julia decidió que la contrataría en el acto.

—No está contaminada con las supersticiones de todos estos estúpidos —le había dicho su tía después de que Martina se fuera con la promesa de que Alexia la llamaría luego de tomar una decisión.

—Ya debe de saber lo que eres, y si aún no lo ha escuchado por ahí, se enterará pronto —puntualizó Alexia.

—Somos —la corrigió Julia—. Entonces, voy a asegurarme de que lo olvide.

Alexia no replicó. Estaba cansada de soportar a Julia y de pelear con ella. No valía la pena iniciar una disputa, que de todos modos, perdería.

Alexia regresaba al Inked cada vez que podía. Era su respiro de la Academia y lo más parecido a una vida normal que podía tener. Todavía le gustaba. Había sido feliz allí, en algún momento anterior, pero ya no se encontraba a sí misma en ese lugar. Ahora solo era una obligación más que le costaba sostener.

Su expulsión de la Academia y su regreso a Mistrás le permitían, por primera vez, pasarse todos los días en el Inked, si quería. Sin embargo, elegía no hacerlo. Martina se las arreglaba bien sola, no la necesitaba para nada. Alexia solo la visitaba los viernes, y en general, todo lo que hacía era oír los chismes de los últimos días que ella le relataba agregándole toda la intriga que le era posible. Alexia la escuchaba con toda la atención que podía y luchaba por darle respuestas coherentes sobre aquellas historias de vidas que le eran completamente ajenas. Que no se malinterprete, ella disfrutaba de charlar con Martina, la sacaba de su mundo por un rato; pero la mayoría de las veces no conseguía dejar de pensar en sus tragedias personales para atender al relato de la empleada.

Cauterio #PGP2024Where stories live. Discover now