Capítulo 22: Peso muerto

9 6 0
                                    

Aquella noche, después de juguetear con la comida que no tenía estómago para tragar, Alexia fue a visitar a Helena

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Aquella noche, después de juguetear con la comida que no tenía estómago para tragar, Alexia fue a visitar a Helena. Ni bien la vio acostada en la cama con un libro, corrió a abrazarla. Enterró la cabeza en su pecho y se quedó un buen rato inmóvil sin responder a la voz de Helena.

—¿Qué te pasa?

—Nada —balbuceó—. Solo necesito llorar.

Entonces Helena no dijo más. La dejó llorar hasta que se le terminaran las lágrimas. Cuando a Alexia le ardieron lo suficiente los ojos como para distraerse de lo demás, recordó que tenía el muñeco vudú hecho un bollo en el puño. Lo levantó frente a la cara de Helena.

—Es un poco feo, pero debería funcionar.

—Gracias —dijo Helena mientras tomaba el muñeco y le daba vueltas estudiando las costuras de la tela, el bordado de las facciones y las marcas por el uso—. Voy a guardarlo bien.

—¿Armaste un plan?

—Sí. Primero voy a anularla, la ataré y no podrá usar magia. —Helena tomó el libro que estaba leyendo y sacó de entre las páginas un trozo de papel—. Recorté la foto anual de la Academia para quedarme con la parte de Elisa. La arreglé con una ilusión y la devolví a su lugar. Nadie notará que no está a menos que se detengan a observar a las personas una por una.

—Mejor así. Espero que no tenga un truco para zafarse.

—El resto queda aquí —Helena sacudió su celular y lo tiró sobre la cama—. Grabaré su confesión. Eso es todo.

—Genial —dijo Alexia que no terminaba de convencerse con la idea de que Helena fuera a hacer semejante cosa.

Helena guardó el muñeco vudú en la funda de su almohada y, de la nada, dijo:

—Quiero que nos vayamos.

—¿Ahora? —preguntó Alexia esperanzada ante la posibilidad de, aunque sea, salir por un rato con Helena.

—No, cuando hayamos ganado el juicio. Podemos ir a cualquier lugar. Mi primo vive en Berlín y dice que el Círculo allí es muy diferente. Parece ser... feliz.

—¿Tú crees que nosotras podríamos ser felices allí?

—¿Por qué no? —Helena se encogió de hombros—. Sería mejor que seguir aquí. Existe la posibilidad de que allá no estén enterados de todo el asunto de Bina y, si lo están, podemos cambiar nuestros nombres, aprender alemán y olvidarnos del pasado. Estar juntas hasta que te canses de mí.

Alexia rió.

—Suena demasiado bien.

—Pero antes de eso tenemos que reclamar el poder.

—Y tenías que mencionar la parte mala. —Alexia puso los ojos en blanco y cara de pocos amigos.

«Reclamar el poder» era la forma en la que solía nombrárselo, pero en realidad la Diosa no te daba ningún poder mayor al que le concede a todas. La verdad es que Alexia solo sabía que aquello era una especie de ritual que se suponía debían realizar en soledad cuando la Maestra considerara que la aprendiz estaba lista y que los hombres estaban por completo imposibilitados de llevar a cabo. El único resultado visible del ritual eran los gatos, sus acompañantes para el resto de la vida y, al parecer, la prueba máxima de que una era una bruja y no otra cosa.

Cauterio #PGP2024Where stories live. Discover now