Capítulo 12: Las pruebas en contra

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Los tribunales se ubicaban en el segundo subsuelo de la Academia, justo debajo de los Salones Sagrados bien conocidos por todo el Círculo porque allí se celebraba la Semana de Laitha

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Los tribunales se ubicaban en el segundo subsuelo de la Academia, justo debajo de los Salones Sagrados bien conocidos por todo el Círculo porque allí se celebraba la Semana de Laitha. Los Tribunales eran menos concurridos y mucho menos populares.

Bajo tierra, la Academia parecía ser mucho más extensa que por arriba. Era difícil saberlo con certeza, pero parecía que iba más allá de los límites de su territorio e invadía el de los vecinos. Quizás las salas allí lucían más grandes porque, en la negrura, no se distinguían sus bordes y parecían prolongarse hasta el infinito. Si el primer subsuelo gozaba de luz natural por una fila de ventanitas cerca del techo, el segundo estaba en la completa oscuridad. Se decía que en el pasado, cuando todavía se alumbraban con velas, alguna bruja había metido allí a un grupo de luciérnagas para reemplazar el sol que le faltaba.

En el pasillo al que daban las escaleras centrales de la Academia, las lámparas de araña, del mismo estilo que las de la planta baja, solo que más grandes, iluminaban los paneles de madera de ébano que cubrían las paredes. Los mosaicos negros del piso se hubiesen tragado gran parte de la luz ténue de las lámparas, de no ser porque estaban tan pulidos que las reflectaban y cualquiera podía ver su reflejo en ellos.

En el día de la audiencia, las brujas y los sabios del Círculo se congregaron en la Sala Uno, distinguida de las demás por una plaqueta en su puerta de madera doble hoja. Cuando Alexia llegó acompañada de Julia, solo quedaban un par de brujas hablando en el pasillo, el resto estaba detrás de la puerta esperandolas para comenzar. Alexia sintió la ineludible necesidad de salir corriendo, y lo hubiese hecho de no ser porque Julia la atraparía y la metería en la Sala Uno a la rastra. Al llegar frente a la puerta, Julia no se detuvo ni se volvió para preguntarle si estaba lista. Puso su mano en el picaporte y la abrió.

Las recibieron miles de pares de ojos expectantes diseminados en las gradas que empezaban a la altura de la puerta y se prolongaban hacia abajo. Las escaleras que Alexia tenía en frente llevaban a un recinto, delimitado por una valla, que se distinguía de lejos por ser el lugar con menos densidad de ojos. Allí se ubicaba un atril y, frente a él, el estrado, elevado y con tres sillas ocupadas por seis ojos que no se le quitaban de encima.

Parada en el rellano de la escalera, Alexia temió resbalarse al poner un pie en el primer escalón y rodar por el embudo de la sala hasta que se la tragaran las fauces del Tribunal. Pese al vértigo, siguió a Julia escaleras abajo, porque era peor quedarse allí arriba donde todos podían ver que le temblaban las rodillas. No despegó la vista de sus pies, por si acaso su miedo se volvía realidad. El cabello le caía sobre la cara y lo sentía como un resguardo. Entre los pelos, veía algún que otro gato acostado en el suelo y muchos pies, pero ninguna cara. Tuvo que levantar la cabeza cuando un par de zapatos negros se interpusieron en su camino.

—Las acusadas y sus acompañantes se sientan en primera fila. Allí —indicó una bruja pulcramente peinada y vestida como una azafata, aunque claramente esa no había sido su intención al elegir atuendo.

Cauterio #PGP2024Where stories live. Discover now