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¿Lo recuerdas todo?

Hunter

Las horas se convierten en segundos cuando estas con la persona correcta, eso me ha dicho mi madre mil veces y no podría estar más de acuerdo. Después de todo algo de lo que me dice tiene que ser bueno.

Llevamos una racha donde las noticias malas se han vuelto el pan de cada día, cada vez se ve más negro, aunque no lo me lo parece cada vez que Lena está conmigo. De alguna manera que ella, no es consciente sus palabras, la manera en la que me mira, la forma en la que quiere cuidarme me hace querer pensar que todo irá bien. Que las malas noticias se convertirán en buenas, que no volveré a escuchar a mi madre llorando detrás del teléfono y...

—¡Mierda! —grita ella desde el baño, lleva una hora ahí dentro y todavía no sé qué está haciendo.

La boda es dentro de unas horas, nos han pedido que estemos una media hora antes para que todo esté perfecto. Yo estoy tirando en la cama donde ayer Lena me dio plantón, aunque no quiero recordarlo así. Fue un momento extraño, dado que ya lo hemos hecho otras veces y querría pensar que no se ha arrepentido en ningún momento de dejarme entrar en su habitación el día de ayer porque sería lo último que querría.

No sé qué la habrá pasado, lo cierto es que no quise sacar el tema por si acaso no era el momento, pero hay de tantas cosas que quiero hablar con ella que no sé cómo esperar a todo. No puedo ir, decir todo lo que me ha pasado por la cabeza todos estos días y pretender que ella entienda todo y me reciba con una sonrisa. No quiero ser tan egoísta cuando sé que a ella también la ocurre algo. ¿El qué? Eso querría saber.

Me levanto de la cama aplastando las arrugas que han salido en el esmoquin negro que me ha dejado Jonah y la miro desde la puerta del baño. Lleva aun el pijama, su cara no es la mejor del mundo y sus dedos tratan de enrollar mechones de su precioso pelo rubio. «Está preciosa»

Joder, pues sí que estoy pillado.

Sonrío mientras ella hace una mueca de dolor al quemarse las manos. Deja el cacharro que está utilizando y me mira a través del reflejo en el espejo.

—¿Estás bien? —me atrevo a preguntar aunque la respuesta es más que obvia.

—Voy a tirarme al mar, quizá así se me hacen las dichosas ondas.

Escucho su típica risa nasal que transmite que igual que quiere dar a entender que está de broma también tiene la paciencia al límite. Me coloco detrás suya y la miro con seriedad recorriendo su pelo sedoso con los dedos.

Nunca me cansaría de esto. De verla en todas y cada una de las facetas. Como reacciona a todo como si fuera algo increíble y maravilloso, como pasa del llanto a una risa encantadora, como sin quererlo mejora la vida de todos los demás. ¿Por qué hay tantas cosas que adoro de ella? Es una persona, me hace feliz y eso, pero... joder. Da miedo pensar que podría confiarle mi último aliento.

Agarro el chisme que ha dejado en la encimera del baño y paso un pequeño mechón por la varilla de metal, está caliente y siento que si mis dedos lo rozan será una buena quemadura, pero ella se mantiene quieta y, cuando el mechón sale de la tenacilla, un rulo perfecto cae por su espalda. Sonrío satisfecho al ver que las insistencias de Sadie por conocer estas cosas y sus continuos consejos en medio de los entramientos de baloncesto han dado sus frutos.

Ella abre la boca en una perfecta expresión de asombro cuando le muestro el resultado tras hacerlo con varios mechones más. No dice nada, se sienta en una pequeña silla y termino de hacer rulos por toda la longitud de su pelo. Ella remata el peinado poniendo unas pinzas haciendo un semi-recogido que quita el pelo de su cara a la vez que cae por su espalda.

Precavidos sentimentales {Parte 1 ✔️ y 2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora