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Hay personas que llegan
y, de repente,
lo son todo

Cuando tienes todos los ojos de la sala mirándote tiendes a crear escenarios ficticios donde mágicamente todo parece tener un final nada incómodo, donde nadie hace preguntas, tus amigos apartan la mirada disfrutando de la fiesta y tu querida amiga no te mira con el ceño fruncido preguntándote si es tu cumpleaños.

La verdad, eso último es lo que menos me esperaba. Después de todo el tiempo que Sadie ha estado lanzando pullitas sobre mi relación con Hunter ahora que nos hemos besado delante de todos... y me pregunta por mi cumpleaños evitando mencionar el tema del beso.

—¿¡Por qué no me lo has dicho antes!?

—¿La reina del chisme no le interesa el chisme? Eso sí que es flipante—Aaron arquea las cejas dejando que su impresión se deje llevar por la cara amarga de nuestra amiga.

—Sabía del chisme antes que todos vosotros. ¿Podemos centrarnos en lo importante?

Después de marcar la peineta hacia Aaron vuelve hacia a mi. Me zarandea de los brazos mientras Hunter, el causante de todo esto, se ríe tirado en el sofá. Vaya con el señorito creador del caos.

—Pues... todo ocurrió un 1 de enero del...

—¡Lena! —grita de nuevo. Esta vez es personal, su mirada no se desvía de mis ojos que la miran debatiéndose entre el miedo y la gracia. Finalmente ella tira de mí y me abraza con fuerza dando saltitos— ¡Feliz cumpleaños!

Los dos se unen a ella. Me comprimen como si fuera un sándwich. Seb se va corriendo hacia la cocina mientras Nick y Astrid comienzan a cantar la dichosa canción. ¿Soy yo o es que siempre tengo cara de idiota cuando es mi cumpleaños?

Seb aparece de nuevo con unas velas con el 22 incrustadas en una magdalena que seguramente lleva tiempo en el cajón de la cocina, no obstante, es el gesto más bonito que tienen. Todos cantando, las velas, Hunter abrazándome por detrás susurrándome:

—Esto es lo que mereces.

Las lágrimas se concentran en el borde de mis ojos dando un toque brillante a la vez que distorsiona la imagen ligeramente.

Soplo aquellas velas que han quedado secundarias mientras veía a lo demás y su felicidad por verme a mí feliz. ¿Era la primera vez que sentía algo así? La verdad, no, pero esta vez ha sido de verdad. Y eso es lo que más me apena, que aquellas veces que también creí ser feliz no lo era realmente.

Esa noche fue increíble. Al final fuimos todos al bingo y Sadie volvió a ganas un premio de los gordos. Cuando llegamos a la casa de los SD me dolía la tripa de las risas que había continuamente en aquella mesita con copas. Su primera mofa hacia mí fue que había pedido una botella de agua mientras los demás pidieron algo más interesante.

—¿Quieres que te diga algo?

Asiento tras deslizar una de las camisetas anchas de baloncesto de Hunter por mis muslos. Esto de que sea alto tiene que tener su parte buena, y eso que yo precisamente soy bastante alta. Al final la genética tenía que tener algo bueno.

—Me encanta follar contigo —vale, eso no me lo esperaba para nada. Abro demasiado los ojos y le miro volteándome con fuerza, el pelo interfiere en la imagen, pero cuando quiero darme cuenta él está tan cerca que apenas tengo que ir lejos para dar con sus ojos—. Pero reírme contigo... joder, es mejor que eso. Bueno, mejor no, pero si lo tuviera que comparar con algo sería como echarse una buena siesta después de comer.

Precavidos sentimentales {Parte 1 ✔️ y 2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora