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No hay nada más que añadir
(por ahora)

—¿Alguien podría decirme qué estoy haciendo aquí?

—Ayudar, Aaron, se llama ayudar.

La situación en la casa de mis queridos Steel Demons es: Arriba, en el tejado, están Milo y Hunter poniendo adornos en algunas ventanas y salientes; Seb y Jonah están tirando todo lo que no sirve en cajas de cartón; y Sadie y yo en el salón haciendo guirnaldas y, a todo esto, Aaron va de un lado para otro como pollo sin cabeza hasta dar con la mesa pequeña de café donde se queda sentado viéndonos hacer las guirnaldas de palomitas. La idea es que ayudara en el proceso, pero lo único que está haciendo es comerse las palomitas.

—Pero si no estoy haciendo nada.

—Entonces no estás ayudando una mierda.

Eso último lo dijo Nick que pasa al lateral con una silla en cada mano. Los presentes nos reímos y Aaron esconde su cara en un cojín del sofá.
Mañana es navidad, ya veis nuestro entusiasmo, y queríamos hacer una cena todos juntos de ahí que estén moviendo sillas y la mesa que había traído esa mañana Seb de algún lado (misterios sin resolver).

—¿Por qué no ayudas a mover la mesa? —Nick me echa una mirada desde la otra parte de la habitación, pero antes de pueda rebatir mi propia pregunta Aaron hace los honores.

—Porque Nick me ha dicho que os ayude a vosotras, no quiere que le moleste.

—Pues vete porque solo estorbas.

—¡Sadie!

—¿Qué? Si estuviera haciendo algo de provecho pues no me importa, pero se está comiendo las palomitas. Haz algo por nosotras y ves molestar a otro.

Aaron pone mala cara, pero finalmente se va farfullando que se va a fastidiar a Nick porque él no gana nada en el bingo y nuestra querida amiga sí, cada uno tiene sus prioridades. Por un segundo el silencio se apodera de la casa, claro que esta casa no es conozca el silencio, así que, como no podía ser de otra manera, se vuelve a escuchar a Aaron con la voz más feliz que he escuchado nunca.

—¡Ya he llegado, cariño mío!

—¡No! —grita Nick desde la cocina cuando le ve llegar.

Esa es la casa de los Steel Demons en Navidad. Todo demasiado pintoresco y, la verdad, nadie quería estar con adornos hasta el cuello y preparativos poco cuidados, pero supongo que el espíritu navideño se apoderó de todos nosotros esa mañana. O quizá nos aburríamos demasiado y las peleas entre Nick y Jonah se habían hecho pesadas tras diez minutos de discusión sobre que coche de la película Cars serían y ambos, las cosas como son, soltaban argumentos válidos por las cuales tenían que ser Rayo Mcqueen, pero se estaban pasando de intensos.

¿Solución? ¡Poner adornos navideños en toda la casa y mantenerlos ocupados!

Tras largos minutos sin nada digno de mencionar la puerta principal se abre entrando Milo detrás de Hunter quien parecía echar humo por el polvo que salía de su pelo.

—¡Ha sido un accidente! —grita el último que entra provocando que todos miremos.

Espera, ¿no estaban en el tejado?

—¡Ya, seguro!

—¡Miller, espeeera!

—¿Qué ha pasado? —ella, haciéndose notar en medio del caos.

—Tu hermano me ha tirado por el tejado.

—No ha sido... no, espera —frena su cuerpo con la mano—. No te he tirado, te has... caído.

Precavidos sentimentales {Parte 1 ✔️ y 2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora