1

10 2 5
                                    

La parte más
̶I̶m̶p̶o̶r̶t̶a̶n̶t̶e̶  estresante
de mi vida

La pelota golpea con fuerza mi cara, eso dejará marca. Las chirriantes suelas de las zapatillas de mis compañeros se frenan y siento todos esos pares de ojos, pues que bien, ahora soy el centro de atención.

—¡Miller! —los ojos furiosos de Lance me fulminan— ¿¡Qué cojones pasa contigo hoy!?

Lance, mi capitán. Rubio, jodidamente alto y con un ego que podría estrangular tu garganta. El muy capullo... solo lo conozco de hace escasas semanas, cuando hice las pruebas para entrar en el equipo y me eligieron para ser su base. No hay muchos jugadores en el equipo, prácticamente estamos justos y todo es porque los Steel Demons se considera de los peores equipos de una larga lista de universidades.

Para mí fue sencillo, no busco destacar en el equipo, ni siquiera pretendo jugar decente, pero descubrí que si estabas en el equipo podías optar a un trabajo donde se cobra bastante bien y no es demasiado complicado, basta con que le enseñes a niños jugar al baloncesto para que después ellos mismo se enfrenten.

Me gustaría decir algo bueno sobre Lance, pero no. No lo hay. Es gilipollas en toda la extensión de la palabra.

—Si quieres que te eche del equipo estás a una idiotez más —me señala para que todo el mundo sepa de quién se trata el fallo—. Eres el peor jugador que tenemos, te aseguro que encontraré a alguien fácil.

—Pues encuéntralo —si le echo ganas a una pelea es porque sé que no hay nadie tan estúpido como para meterse aquí, solo nosotros y la gran mayoría de ellos son veteranos, solo dos de nosotros somos nuevos—. Me harías un favor.

No me haría ningún favor, pero si me veo tan seguro de las palabras es porque es un pedazo de farol. Quiere me que asuste, que me arrodille y bese sus pies mientras tira de la correa que quiere poner en cada uno.

—¡Me estás cansando Miller!

—Ya somos dos, pedazo imbécil.

El idiota rubiales empieza a dar zancadas. No puedo evitar sonreír débilmente al ver como su cara se ha vuelto rojísima.

—Mira, Lance —el otro chico nuevo se ha puesto en medio del camino del capitán poniendo las manos en alto para frenarlo—, pelearnos no hará nada bueno.

—No permitiré que me falte el respeto un puto niño.

—Si, muy bien, pero podrías comportarte como un capitán lo haría, no como un dictador —las palabras provocan que en mí crezca una enorme sonrisa orgullosa, no soy el único que odia a este tipo, menos mal—. Ya está bien de tratarnos así.

—¿Tú también? ¿Después de todo lo que he hecho por ti, Ridley?

Milo Ridley, pivot. Mmh, no sé qué decir de él, supongo que es buen tipo por querer defenderme, pero las ganas de soltar al otro un puñetazo me lleva consumiendo dos largas semanas.

—Sí, es verdad, Lance, pero eso no significa que...

—Cállate y sé un poco agradecido —empuja su cuerpo hacia mí cayendo de culo, ahora el enfadado soy yo y tengo una excusa más para odiarlo—. ¿Qué coj...

Mi puño sale lanzado a su cara. La sangre brota de su nariz y Milo lo mira todo desde el suelo. Se ríe, esa es la señal. Me va a caer muy bien este chico.

No puedo decir que no me sentí bien viendo como salía corriendo al baño tratando a sus secuaces como si fueran... nada. Si lleva dos semanas tratándonos a nosotros como escoria siendo de su mismo equipo no me quiero imaginar esos chicos. Lo que han tenido que ver.

Precavidos sentimentales {Parte 1 ✔️ y 2}Where stories live. Discover now