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¿Cómo conquistar a una mujer?
Por: Milo Ridley

Ese examen posiblemente haya sido el peor del curso, y eso que aún no ha terminado. Menos mal que el frío del invierno se ha ido dispersando esta semana y el sol calienta las calles de la universidad para cuando salimos de ella. Algunos quejándose, otros con los pensamientos en el partido de mañana y otros con líos amorosos.

Ya ves, como lo lees. No soy el único que ha empezado a tener "algo" con alguien. Aunque lo mío sé que no va a ir a ningún lado, pero para Aaron puede que haya alguna posibilidad.

Ese día han quedado, para otra de sus... "escapadas amorosas" en fin, llevan así todo un insoportable mes. No me importaría si no fuera porque el muy pesado siempre me está preguntando si le dejo mi coche. Como un día llegue con un solo arañazo le mataré. Queda registrado.

Mamá

¿Has recibido noticias?

Nuevo día, otro mensaje. El mismo. Siempre.

No, nada.

Quizá me pase a verla
pasado mañana.

Vale.

¿No quieres venir?

Tengo partido y posiblemente
celebremos hasta tarde.

Vale, no pasa nada.

Para mamá esta conversación no supondrá nada, quizá piense que hace algo bueno por mi, por ella, no sé qué pensará, pero solo sé que cada vez que me llega ese maldito mensaje todos los días me dan ganas de irme a la cancha y encestar hasta que solo escuche en sonido de la pelota rebotar por las paredes.

Milo se ha ido dando cuenta poco a poco que hay algo que está metido en mi cabeza sabiendo en qué dirección apuntar y disparar. No controlo el momento del disparo, simplemente recibo esa notificación imaginaria de lo que está pasando en mi vida y... desaparezco de esta realidad.

Llegó un momento que no pude evitarlo. Hace unas semanas, salíamos del entrenamiento y Milo tenía que ir a un centro comercial para comprar unas cosas para clase, a la vuelta decidí conducir yo y un mensaje me llegó. Solo vi que era de mamá y fue entonces cuando mi mente se evadió.

—¡Miller! —tanto los gritos de Milo como los faros del coche de enfrente me volvieron a la realidad, la cruda realidad donde había estado a punto de tener un accidente—. Para el coche.

Su orden, ya interiorizada en mi cuerpo, me hizo moverme hasta la salida más próxima parándonos cerca de unos edificios que ambos desconocíamos. Teníamos delante un parque frondoso, con farolas a los costados de diferentes pasillos creados con arenilla iluminados por la luz cálida. Sería un buen paisaje de admirar si no fuera porque casi tenemos un accidente.

Tenía el corazón en la garganta, los ojos se me iban a salir de las cuencas y los sentimientos afloraban con rapidez. Puse mi cabeza en el volante sintiendo como mis manos se habían aferrado a este con fuerza. Y, a todo esto, sentía la mirada de Milo en mi nuca.

—Joder —solté un suspiro denso, de esos que quieres que duren para siempre para no tener la conversación que está por llegar—. Yo... lo siento.

—No te voy a exigir que me digas nada, pero creo que te has dado cuenta tú solito que no puedes seguir tragando con esa mierda que te tiene... así.

Precavidos sentimentales {Parte 1 ✔️ y 2}Where stories live. Discover now