3

13 2 1
                                    

Las fiestas van a ser mi peor enemigo
Pero una me hizo conocerte

Si alguna vez quise celebrar la Navidad con estos idiotas fue un día de borrachera en la cual seguramente ni sabía que estaba diciendo y no, no estoy arrepintiéndome de tenerlos en mi vida dejando que me arrastren a sus estúpidas ideas, pero en serio... soy una persona muy abierta de mente, si hay alguna locura a la vista créeme que soy la primera persona que se apunta pero no hay necesidad de repetir lo que pasó en Halloween.

Quiero que ese momento en la comisaría se quede bien encerrado en mi mente. No quiero volver a pasarme por el hospital para ver a Seb con el ojo morado y estar esperando que no echen a Aaron de la universidad por todo el estropicio que hicimos en el campus. En serio. Vaya desastre que somos.

Pero bueno, no todo iba a ser malas noticias y es que vamos los terceros en los campeonatos. Esa fue nuestra carta de súplica para que pudiera cubrir todos los desperfectos que ocurrieron con mucha ayuda del rector.

Milo se encargó de hablar con él, de enseñarle cómo estábamos yendo cuesta arriba con el equipo y el señor rector cayó en sus encantos. ¿Cuáles? Pues ni idea, pero confiamos en que si vuelve a pasar algo Milo sea el perfecto capitán capaz de encandilar a todos, incluido al rector.

Los chicos han vuelto del supermercado, la idea es cenar algo rápido para poder hacer la fiesta y la verdad es que no sé que tengo más ganas de que empiece o que termine.

Lo gracioso de todo esto es que he empezado diciendo que es la idea más estúpida y no puedo creer que yo fui quien incitó a todos a volver a hacerlo, obviamente no todo. Ya he dicho que no voy a volver a la cárcel ni cinco minutos más.

Pero quiero que aprendamos a hacer esto más... normal. Pasarlo bien, beber y demás, pero sin pasarnos.

—¡QUIERES DARME ESO!

—¡No sé a qué te refieres con "eso"!  —se queja Seb de Aaron desde la cocina.

¡Ah! Mierda se me ha olvidado. Al final con la despedida de Lance y el resto del equipo se quedó su fraternidad completamente abandonada ya que es únicamente para el equipo y quien diría que los padres de Aaron están forrados, ¿eh? En fin, hemos estado hablando con ellos durante casi todo un mes para poder tener la fraternidad para nosotros y... es nuestra.

La fiesta de Halloween fue la bienvenida. La nuestra y la de casi todo el campus, de ahí... el desastre.

Obviamente el padre de Aaron nos ha hecho jurar y rejurar que nunca pasará nada de nuevo y así hemos hecho. De momento. Además hemos acordado hacer un bote con el que todos ahorraremos para poder pagar el alquiler de la casa. Vamos, que todo por aquí va de puta madre.

—¡QUE ME DES ESO!

Vale, no todo va tan bien.

—Joder —musito para mi mismo saltando del sofá y quitando el ordenador de mis piernas— ¿Se puede saber que estáis haciendo?

Al pasar la esquina que diferencia la cocina con el salón los veo. Uno está atascado colocando un altavoz de grandes dimensiones en una esquina y el otro está rebuscando en todo un cajón.

—¿Puedes ayudarme? Aquí, Seb, no es capaz.

—¿¡CÓMO!?

Me apresuro a subirme a un lado de la escalera y me pongo en un lateral del altavoz. Como pesa el jodido cacharro, en realidad lo único que le hace falta es colocarlo para que se mantenga colgado en la pared. No hay cables, va por bluetooth. El asunto es bastante sencillo y sin duda ellos solo lo complican mucho más.

Precavidos sentimentales {Parte 1 ✔️ y 2}Where stories live. Discover now