Dos

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Con el pasar de las horas del día siguiente, la dueña del hotel dio por perdido al omega, ya que lo habían buscado por todo el lugar y los alrededores pero no habían encontrado ni rastro.

Sospechaba que su hermano le pudiese haber hecho algo peor que los golpes que le había propinado en el día anterior pero no tenía pruebas y además podían verse involucrados en un problema mayor, así que no quiso saberlo.

Luego pensó que quizás algún cliente encaprichado y ladrón se lo había llevado lejos pero tampoco podía acusar a nadie sin armar revuelo entre los clientes, así que tampoco indagó.

A pesar de todo, que Babe no estuviera supuso una gran pérdida para ella, ya que le había tomado aprecio por lo tenaz que era en la vida y sobre todo en su trabajado, el cual además de que era muy bonito y tenía un olor agradable, era obediente y los clientes no cesaron de preguntar por él.

Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, el omega descansaba sus pies sentado en una gran fuente, en la que se había parado para refrescarse.

De repente hasta allí le llegó un olor extraño pero no desagradable, el cual era de un beta que estaba al otro lado de la calle y que a Babe le recordó al de los trabajadores de la granja en la que había estado.

El beta cargaba una camioneta que tenía delante suya, con víveres y algunas herramientas, entonces el onega pensó que quizás iría a esa granja donde estuvo de niño o a otra en la que le diesen trabajo, así que corrió y en un despiste de este, se subió en la parte trasera y se tapó con una lona que había.

El vehículo emprendió la marcha y después de un buen rato se detuvo y entonces el omega escuchó como el beta desconocido se bajaba y hablaba con otros, los cuales parecían trabajadores también.

Este no podía ver nada ya que estaba escondido bajo la lona, así que esperó a que se alejaran de allí para echar un vistazo.

Un tiempo después, todo estuvo en silencio, así que el omega levantó la lona y salió de su escondrijo pero entonces se llevó una gran desilusión pues aquello no era ninguna granja, ni tampoco había terreno para trabajar.

Aquella camioneta lo había llevado a otra gran casona muy lujosa, incluso más que aquella en la que había trabajado para las muchachas, las cuales le habían enseñado a leer y a escribir.

De pronto escuchó voces y volvió a esconderse de nuevo muy asustado pero el beta ya lo había visto y olido, así que descubrió la lona y tiró de él.

-¿Quién diablos eres tu muchachito?, ¿De dónde demonios has salido?- preguntó frunciendo el ceño.

El asustado omega comprobó que el beta estaba serio pero no olía fuerte.

-Mocoso, ¿Acaso tienes nombre?- habló este de nuevo.

En un principio el omega no habló y tan solo lo miró, aunque tras la insistencia del beta, por fin se decidió a contestarle.

-So-soy Babe, Babe Phoom- balbuceó.

-Bien...yo soy Kenta, ¿Podrías decirme que haces aquí?

-Pu-pues es que yo...bueno te vi y me escondí en la camioneta... Pensé que irías a la granja donde yo...- se explicó temiendo un grito o un golpe- donde trabajé

-Pues ya lo ves muchacho-lo interrumpió el beta-... ésta no es una granja, aquí vive la familia Chen.

El omega suspiró resignado.

-Lo siento

-¿Tienes a dónde ir?- preguntó conmovido el beta.

Este negó con la cabeza rápidamente pues si decía que si y averiguaban que se había escapado, Kenta, el alfa del hotel vendría a por él y seguro lo acabaría violando o matando, por lo que no quería volver allí por nada del mundo.

-Ok, anda vamos

Kenta lo llevó dentro y se lo mostró a Berta, la cual además de su madre, era la ama de llaves y cocinera omega de la casona.

Esta llevaba trabajando allí desde muy jovencita y a Babe le inspiró mucha tranquilidad.

-Pobre niño, ¿De dónde vienes cariño?- preguntó la dulce omega.

-De allí y de allá señora... De ningún sitio en especial- contestó este rápidamente.

-Oh ya veo... Kenta, querido, llévalo a las habitaciones y que tome una buena ducha... Luego que se cambie sus ropas

-Entonces, ¿podré quedarme?-preguntó el omega emocionado.

-Bueno...debes estar presentable para que el señor Chen te acepte y deje quedarse pero no te preocupes seguro que lo hará-Habló la omega.

El joven beta asintió y lo llevó donde su madre le había dicho, mientras que el omega lo miraba todo a su paso con admiración pues aquel lugar era enorme y muy lujoso.

Pronto llegaron a la planta baja, donde había muchas habitaciones y baños, en las cuales Kenta le dijo que estaban ocupadas por los empleados.

Tras enseñarle el baño, Babe se desvistió y se metió en la ducha que el beta le había indicado.

Sentir el agua caliente correr sobre su piel era todo un lujo para él, ya que en el hotel muchas veces se había duchado con prisa y en agua​ fría porque los clientes la agotaban.

Contempló maravillado que allí había distintos jabones con ricos olores y eligió uno que olía a fresas y vainilla pues era el que más le gustaba, entonces se enjabonó y luego se aclaró.

Poco después salió de la ducha secándose con una toalla que el beta le había traído y sonrió feliz pues se sentía muy a gusto.

Cogió su mejor ropa, se vistió rápido y salió a buscar al beta, el cual lo esperaba en los pasillos.

-Muy bien...Ahora si pareces un omega decente y limpio... Anda vayamos a que te vea el dueño- dijo este sonriendo.

Subieron una gran escalera que los llevó a la parte alta de la casona donde todo era más bonito y lujoso aún.

Paso a paso, el omega respiraba nervioso pues no sabía cual sería su destino, si finalmente serviría a esa familia junto a aquellos amables seres o si por el contrario seguiría vagando de nuevo.

El destino lo había llevado hasta allí y no tenía otro lugar donde quedarse, así que debía mantenerse firme y no parecer débil para obtener la aprobación del dueño y poder quedarse, por lo que debía sonreír y parecer feliz de trabajar en un lugar como ese.

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4. Pobre omega infeliz - CharlieBabe - Omegaverse TerminadaWhere stories live. Discover now