☘︎Eʟ ᴅᴇsғᴏʀᴛᴜɴɪᴏ ᴅᴇʟ ᴘᴀᴛᴏ☁︎

♆042☠︎︎

Advertencias❗

⚠️Se describe violencia (no tan gráfica, creo-)

⚠️Sangre

⚠️Un ritual satánico

⚠️"Gore"(?)

2647 palabras para compensar el echo que me desaparecí.
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En esa oficina de piedra negra y cortinas rojo carmesí, se encontraba el alcalde, a su lado unas rosas despedazados y unas dos botellas de vino tinto.

A la tenue luz proviniente de la ventana, estaba un frasco, con pétalos de rosas bañadas en vino. Volviendose un brebaje, una base para encantamientos o maldiciones. Es conocido entre brujas y brujos que la luna hace que los brebajes y maldiciones salgan con más eficacia.

La luna, aquel astro que por la envidia siempre robaba luz del sol. También con el deseo de ser reconocida pero, nunca lo logra, no por las personas que amaban la calida presencia del sol.

Sus más grandes seguidores, los brujos, los moustros y los no muertos siempre fueron tomados en consideración por ella, sus necesidades, sus deseos, la luz del sol lastimaba a los no muertos y monstruos pero ella apesar de iluminar en las noches con esa luz robada, dejaba que sus seguidores caminarán sin problemas, el toque cálido de la luz del sol era frío gracias a su intervención, su forma de agradecer la compañía y devoción de ellos.

El joven alcalde se encontraba revisando nuevamente el grimorio que tenía la atadura de amor que estaba haciendo, notando que abajo en letra mediana decía el coste del hechizo, Un corazón humano.

Un sacrificio a sus ancestros brujos.

Simple, pero moralmente inconveniente.

Lo medito un minuto, Quien era lo suficientemente no importante como para no ser extrañado en el pueblo, además de el? La mayoría de las personas en las celdas eran aldeanos que no podían pagar los impuestos, aveces lograba sentir empatía pero, ya hizo algo cruel para conseguir ese puesto... Asique debía ser consistente, el pueblo, sus amigos, sus compañeros, sus hijos pueden odiarlo todo lo que quieran, él puede odiarlo con toda su alma si lo desea pero... Mientras se mantenga a su lado aunque sea por un hechizo que los mate a ambos por la lejanía física no le importaba ser el que cree las chispas que terminaran en un ardiente odio.
Y con eso recordó algunas frases que le decía su padre y madre, los que le enseñaron brujería.

«Jamás, nunca jamás, hagas un hechizo sin ofrecer y agradecer por la magia que corre por tus venas, que corre por tu corazón.»

«El momento perfecto para hacer un sacrificio para que la luna nos bendiga con su apoyo es la noche, a la vista de ella, a la vista de sus compañeros los astros.»

Con esas voces algo difusas el empezo a revisar entre los grimorios de su estante una pequeña caja negra que tenía grabado en la madera oscura un cráneo, que las cuencas tenía unos pequeños rubíes.

La saco y la puso en la mesa de su escritorio, para abrir los broches de metal algo oxidado revelando algo envuelto en telas con leves gotas de sangre seca. Sabía con exactitud que había ahí dentro, una daga de ritual de ofrendas. No iba a desenvainarla en su oficina, oculta de quién debía verla asique solo tomo esa arma blanca con todo y las telas que las cubrían y que evitaban que se rompiera o mal logrará tal antigüedad de gran valor mágico e histórico.

Recuerda cuando era joven que odiaba tener que dar animales como ofrendas, animales sin culpas que fueron criados para ser la ofrenda perfecta para que la luna y ancestros sean adorados como se debe.