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"Max, ¿verdad?" oye la voz antes de ver quién la dice.
Te dejas caer a su lado y le lanzas una sonrisa. Él simplemente te parpadeó, un poco confundido sobre quién eras. Le devuelves la mirada, sin decir nada. Sus ojos se abren un poco y puedes ver el momento exacto en que te reconoce.
"Tú eres...vanaf die dag", murmura, más por él que por ti. Su expresión pronto cambia y no se puede saber si está confundido, irritado o ambas cosas. (...de ese día.)
"¿Eh?" Inclinas la cabeza, sin entender lo que dijo, pero parece que te había reconocido. Tu gesto inocente le recordó a un pequeño gato que había visto varias veces en la casa de su madre en Bélgica. Él te frunce el ceño, esta vez hablando en inglés, "¿Qué quieres?"
"Tu nombre... Max, ¿verdad?" Reiteras tu pregunta de antes. Max solo te mira. Realmente confundido, ¿por qué diablos fuiste tan inflexible en hablar con él?
"¿Tu eres?" él hace una pregunta propia. Le sonríes, tal vez estés llegando a alguna parte con él. "(N)", dices señalándote a ti mismo como lo hiciste hace un año.
El asiente. ¿Este niño no sabía sobre el peligro de los extraños? Sin embargo, lo menos que podía hacer era decir su nombre a cambio. "Max", dice, aunque parece que ya sabes su nombre. "¿De donde?" Le preguntas, inclinando la cabeza una vez más.
"Holanda", se encoge de hombros, mirando hacia adelante. No pensaste que su comportamiento fuera grosero, estabas feliz de que al menos te estuviera complaciendo esta vez. Quizás simplemente estaba de mal humor el otro día. ¿Quién sabe?
