Como No Amar a Ese feo Joven Maestro

capítulo 37

Me aferre a Javier, sintiendo como el calor de su abrazo calmaba lentamente los temblores de mi cuerpo.

La sensación de calma me invadió cuando senti las feromonas de Javier, quien se inclino y acaricio suavemente mis mejillas.

Goteo.

Solo entonces me di cuenta de que estaba llorando.

"… ¿Eh?"

Las lágrimas rodaron por mis mejillas como un caño roto. Tal vez porque aún estaba sensible, pero no parecía que se detendría pronto.

Javier, que me abrazó en silencio, acaricio mi mejilla para limpiar las lágrimas disimuladamente. De repente, levanto su mirada afilada y recorrió los rostros de los curiosos en el pasillo.

Los sirvientes en el pasillo, intimidados por la mirada penetrantes de Javier, se apresuraron hacia él y, tras arrebatarle la bandeja con el desayuno, desaparecieron en algún lugar de la mansión.

Afortunadamente, tenía la cabeza enterrada en los brazos de javier. Sería vergonzoso ser visto con mi apariencia actual, llena de locos aguados y lágrimas

Javier extendió sus sentidos de maestro espadachín y cuando finalmente estuvimos solos, tiró de mi mejilla con una expresión indistinguible. "Te ves muy feo."

Lloyd con los ojos en blanco: "… "

¿Eso para ti es algún tipo de consuelo?

Aunque ciertamente es la intención lo que cuenta, tampoco son las maneras. Sintiéndome insatisfecho, golpee su brazo con mi puño mientras fruncía los labios, esa era mi venganza.

Javier sonrió levemente en respuesta, murmurando que prefería mil veces verme de mal humor que llorando como un calamar feo.

Habría sido un momento increíblemente conmovedor si hubiera omitido las silabas "feo", pero no había mucho que pudiera hacer.

Estaba demasiado sensible como para insultar, por lo que me guarde mi mano humor y, enterrando la cara en su fornido pecho, inhale sus feromonas en silencio. El aroma adictivo calmo mis nervios en segundos.

Cuando finalmente deje de llorar, Javier tomo por los hombros con cuidado. "¿Porque estabas llorando?"

"… "

No respondí.

Javier, quizá sintiendo que me sentía incómodo con la pregunta, cambio su postura y intento llevarle a la habitación, sin embargo. Rápidamente me aferre a su cintura, negándome a volver a entrar.

Aunque el llanto había cesado, emocionalmente seguía destrozado. El sueño había sifo tan vivido, que aún podía sentir el desgarro entre mis piernas, el constante fluido de mi sangre y el sentimiento de desesperación.

En esa situación, ¿Cómo podía actuar como si nada? entrar a la habitación sería como presionar una mina terrestre por voluntad propia.

"No quiero entrar, vamos con el médico."

"¿Eh?"

"El médico, quiero ver al medico."

Javier parpadeo dos veces, procesando lo que acaba de decir. Pareció perdido, Pero cuando reaccionó, se apresuró a revisar si mi cuerpo tenía alguna herida antes de volver a tocar mi rostro, preocupado.

Sin embargo, cuando confirmo que efectivamente no estaba herido por ninguna parte, me miró como si preguntara porque quería ir al médico si no estaba herido.

Apreté mi abrazo sin decir una palabra.

Cada segundo más confundido, Javier solo pudo asentir con dificultad. "No entiendo, pero si quieres te llevaré allí."