2.

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- ¿Quieres venir a mi casa? Mi mamá hará pizza.

- ¿Tu madre sabe cocinar pizza? -preguntó Luke sorprendido, pues su madre no entraba a la cocina siquiera.

- No, pero la compra, se deshace de la caja, la pone en el horno para que no se enfríe y dice que la hizo. -respondió Michael encogiéndose de hombros.- Cuando haga espagueti te llevaré, eso si lo cocina ella.

- No puedo moverme de aquí. -dijo triste y se sentó en las escaleras del colegio.

- Esperaré contigo a tu mamá. -le dijo Michael sentándose a su lado, casi pegado a Luke.

El menor se sintió feliz de que Michael estuviera dispuesto a esperar con él. Mientras jugaban a adivinar en que animal pensaba el otro, una niña de más o menos once años, con cabello rubio y ojos azules que se notaba y tenía puesto un uniforme se asomó por la ventana de una camioneta, gritaba el nombre de Luke.

- ¿Es tu hermana? -preguntó Michael mirando a la niña que apresuraba al pequeño desde el auto.

- Sí, su nombre es Karisma. -respondió Luke intentando que Michael lo mirara.

- Es hermosa.

Entonces Luke no supo como sentirse, sí bien Michael le había dicho que él era lindo, su hermana ante los ojos de Michael era hermosa.

El más pequeño tomó fuertemente su mochila y se alejó de Michael, haciendo su camino hacia el auto de su madre; no es cómo que el mayor le prestara mucha atención en ese momento. Una vez que subió, azotó la puerta trasera de la camioneta y miró molesto a su amigo a través de los vidrios polarizados.

- ¡No azotes la puerta! -le gritó la niña, se suponía que Luke sabía cuanto le molestaban los ruidos fuertes.

- No me digas que hacer.

Por alguna extraña razón, estaba bastante molesto con su hermana.

- No le respondas de esa manera. -le reprendió su madre mirándolo.

Se limitó a guardar silencio, estaba molesto, sabía que estaba molesto. Karisma en sólo unos segundos le había robado la atención de Michael, y eso no le gustaba. Porque le gustaba cuando Michael sólo se limitaba a verlo a él.

Miró por la ventana con el ceño fruncido, brazos cruzados y respirando fuertemente por la nariz. Vaya que estaba enojado. Y así siguió hasta que llegó a casa de su tía Lisa, donde su madre lo dejó porque tenía solo una hora para el almuerzo y la empleaba en pasar por sus hijos y después llevar a su hija a su clase de violín.

Se bajó sin decir nada, nunca recibía respuesta a sus afectivas despedidas, sólo la tía Lisa las aceptaba con gusto. Caminó hacia la puerta de la casa y se puso de puntillas para tomar el pomo de la puerta y abrirla.
Arrastró los pies por la puerta de entrada y dejó su mochila en un rincón del pasillo, pasó directo a la cocina y saludó a su tía, sin muchas ganas.

- ¿Pasa algo, cariño? -cuestionó su tía al servirle un plato con una hamburguesa, a su sobrino le gustaba cuando ella hacía hamburguesas.

- Karisma me quita todo. -escupió con brusquedad y sintió sus ojos llenarse de lágrimas.

- ¿Te quitó un juguete o algo?

- ¡Me quitó a Mikey! -gruñó posando su brazo en la mesa y recargando su cabeza sobre este.

- ¿Me podrías explicar?

- Michael hoy... Hoy dijo que era yo lindo. -sollozó apenas audible - Pero dijo que Karisma era hermosa ¡y no es justo!

- Cielo, no pasa nada. Es sólo...

- Lindo y hermoso son distintos ¿no? -preguntó levantando su cabeza, a Lisa se le rompió el corazón de verlo llorar.- Hermoso le gana a lindo. Karisma me gana.

- Luke, tú y Karisma son distintos, y ninguno es mejor que otro. Michael es tu amigo, no de ella, tampoco es que te deje de apreciar porque la vio unos segundos.

- No me gustó que la haya visto así. -susurró apartando la mirada.- Me gusta que sólo me note a mi.

Luke era tan sensible que una mínima cosa podía hacerlo llorar. Pero esto no era mínimo, y su tía se estaba dando cuenta.

M + LWhere stories live. Discover now