22.

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L u n e s.

Michael se levantó temprano, demasiado a su parecer y por eso sólo rodaba en su cama. Probablemente tenía hambre pero era muy flojo para bajar, a parte de que correr por el oscuro pasillo a la madrugada no era algo que él podría disfrutar.
Buscó con la mirada su reloj de pared, encontró los números rojos resaltar y la hora: 4:56 AM. Normalmente se levantaba hasta las siete con quince y no podría volver a dormir ¿qué se supone que haría entonces?

Para un niño de casi ocho años la oscuridad no era algo que le agradara demasiado, su ventana estaba cubierta por una pesada cortina que no dejaba saber si ya estaba amaneciendo o algo, pero de vez en cuando se iluminaban los montones de ropa colgada en el gancho detrás de su puerta o las figuras que tenía en una repisa frente a él, con mucha imaginación él los podía ver como algo peligroso que lo atacaría brutalmente.

Escuchó ruidos fuera de su habitación, su sábana llegó hasta el tope de su barbilla y miró con temor su puerta, la perilla estaba siendo forzada desde afuera.

Y entonces de abrió, haciendo a Michael soltar un grito que hasta personas en otra cuadra pudieron haber escuchado.

— ¿Michael? ¡Michael, no grites! ¡Michael, soy yo, mami!

La mujer miró al niño parar de gritar, su boca aún seguía abierta y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Estaba totalmente paralizado mirando a su madre.

Su padre entró corriendo a la habitación, tropezando con sus propios pies y recargándose en la puerta para tomar aire. Encontró a Michael reteniendo varios sollozos y abrazándose a sí mismo.

— ¿Qué pasó? —preguntó Fred mirando entre su esposa y su hijo
— Vine a revisar como siempre que estuviera bien, pero al parecer se asustó. —respondió mirando también a su pequeño niño. Se acercó cautelosamente y lo abrazó para tranquilizarlo.

— Me asustaste. —susurró Michael, temblando un poco en brazos de su madre.— Tuve una pesadilla.

— ¿Sobre qué?

— Uh, n-no recuerdo bien pero había payasos. Muchos payasos riendo. Y todos tenían sangre en sus manos y rostros, después se acercaban a mi sonriendo demasiado, sonrisas muy feas. —lloró abrazando a su madre fuertemente.— Me persiguieron mucho mientras sonaba la tonada de una caja de donde salen payasos o así, ¡no sé, mami, pero eran feos y daban miedo!

— Cariño, sólo fue un mal sueño, tranquilo, no llores.

— ¿Puedes dormir conmigo hasta que sea hora de ir al colegio? —preguntó en un susurro.

— Creo que no deberías ir hoy al colegio. —opinó su padre.— Estás alterado, y me preocupa que tengas tantas pesadillas últimamente.

— N-no ha sido seguido.

— Mikey, venimos a verte porque a veces lloras mientras duermes. —le dijo su madre acariciando su cabello.— Tienes muchas pesadillas, pequeño, quizás necesitas relajarte un poco y dejar de ver televisión.

— Sólo veo Bob esponja.

— El punto es que hoy te quedarás en casa, duermes todo lo que quieras y veremos la manera de que esas pesadillas se vayan. —aseguró el hombre sentándose al otro lado de la cama y después agregó—: Está vez se irán definitivamente.

Obviamente no era la primera vez que tenía pesadillas, todos las tenían en algún momento por varias razones; él las tenía a causa de las películas o series que veía de vez en cuando, pero cuando no veía nada y sólo llegaban a invadir sus sueños a los 6 años cada noche era algo que preocupaba a sus padres. Se habían ido hace poco, cuando hacían lo posible porque Michael no se fuera alterado, triste o enojado a dormir, pero que volvieran no era bueno. No les gustaba ver a su hijo llorar por cosas malas que sucedían en sus sueños.

Estuvo acostado entre sus padres un largo rato, sus ojos se cerraban con las caricias de su madre en su cabello, siempre fue la manera más efectiva para que durmiera. Y cayó dormido, bastante tranquilo y las pesadillas no volvieron al menos en ese día.

02:20 PM.

Luke tomó su mochila y se la acomodó tranquilamente, todos estaban formados para salir al patio en grupo para esperar a sus padres, él estaba al final de la fila.

Había sido un día aburrido y malo, Michael no había ido y Kazumi no tenía voz porque se había enfermado, había faltado con su tarea y tenía una nota que su madre tendría que firmar, se cayó por no atar sus cintas y Calum había entrado a ese colegio en su aula.

No encontraba cuál había sido la peor parte de todo el día.

— ¡Hey, Luke! —saludó Calum alegre formado detrás de él. — ¿Michael no estaba en está aula?

Luke pensó que Calum solo había entrado ahí por ver a Michael.

— Ha faltado. —respondió sin ser grosero, no había razón para comportarse mal.

— Oh, bien. ¿Por qué nos formamos?

— Nos formamos y salimos al patio principal a esperar a que la profesora Jones diga nuestro nombre y después te puedes ir.

— Oh, genial.

— Mhm.

— No te agrado mucho, ¿verdad?

— No sé a que te refieres. —murmuró Luke.

— Si no te agrado por ser amigo de Michael lo entiendo. —le dijo Calum. — Yo sólo quiero amigos, ¿sí? Es difícil llegar a otro lugar y tener un amigo hace todo mejor.

— No importa si son amigos, estoy bien.

— Mi intención era que fuéramos amigos, los tres, no quiero separarlos en lo más mínimo.

— Supongo que no estaría mal.

— Con el tiempo quizás te agrade. —asintió emocionado y empujando a Luke para comenzar a caminar.

En nada les afectaba a los niños tener un nuevo amigo.

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PASÉ MI SEMANA DE EXÁMENES, WI.

Estaba en carretera intentando escribir esto pero me mareo si uso el celular en el auto. Tenía tremendas ganas de ir al baño en medio de la nada y quería llorar pero si lo hacia casi lloraba pipí, así sentí chsu

M + LWhere stories live. Discover now