5.

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Michael miró tristemente al asiento delante de él.

Luke llevaba dos semanas sin asistir.

Él quería hacer lo mismo que Luke al visitarlo cuando estaba enfermo, pero nadie atendía en casa del rubio. Creyó que quizás sí esperaba una hora llegaría la madre su amigo, pero no fue así, por lo que esperó durante dos horas más. Simplemente nadie llegó esa tarde.

— Kazumi, Kazumi, Kazumi, Kazuuuuuuuuuumi. —la llamaba Michael detrás de ella.

La niña se giró algo cansada de Michael, pues nunca le hablaba y le resultaba molesto cuando era así.

— ¿Qué?

— Tú madre es amiga de la mamá de Luke ¿no?

— Sí.

— ¿Ella sabe que pasó con Luke?

— Tiene varicela, su mamá no puede estar con él y mejor lo llevó al hospital.

— ¿Y sabes que hospital esss?

— Nop.

Se giró y siguió su camino fuera del colegio, hasta el auto de su mamá; Michael no perdió tiempo y corrió hasta el auto de la niña, donde esta ya se había subido y él saltó contra la ventana. Afortunadamente estaba abierta.

— ¡Señora! ¡Señora! ¡Señora! —gritó Michael colgándose de le ventana, Kazumi chillo intentando cerrarla pero su mamá se inclinó hacia él.

— ¿Estás bien, pequeño? —preguntó preocupada.

— Soy amigo de Luke... Y quiero verlo, pero yo no sé donde está. —susurró intentando sonar triste. Sí, estaba algo decaído por eso, pero sí quería ayuda de la señora necesitaba sonar demasiado triste.

— Oh, yo podría llevarte.

— Podrías decirle donde queda y que se vaya caminando. —sugirió Kazumi.

— ¡Kazumi, no seas descortés! Sube, yo te llevo.

Michael sonrió con suficiencia a Kazumi y se subió en el asiento trasero del auto, Kazumi recorrió su asiento hacia atrás y golpeó a Michael. Se disculpó y aseguró que no había sido a propósito.

Seguro que no.

El pequeño rubio solo observaba por la ventana el camino, intentando memorizar el camino para después ir él por su cuenta. No estaba tan lejos, después de todo. Sólo tenía que recordar todo perfectamente, buscaba lugares que pudieran guiarlo, porque sí de atenía a aprenderse las calles terminaría más que perdido.

Un gran hospital aparecía poco a poco, Michael miró pegado desde la ventana hasta qué altura llegaba el hospital. Muchos pisos, sin duda.

— Te acompañaré, supongo que tendré que firmar si quieres venir más seguido. Kazumi, no bajes del auto.

El niño bajó y se despidió de Kazumi, sólo burlándose de que había conseguido que ella lo ayudara, aunque fuera indirectamente. Tomó la mano de la alta señora a su lado y caminó tranquilo, estaba por ver a Luke después de dos semanas, él sentía que debería estar saltando por las paredes.

Quiso ver sobre el mostrador de la recepción lo que hablaba la madre de Kazumi con la enfermera detrás de este, pero ni siquiera de puntitas llegaba. Sólo levantaba su mirada y observó a la señora asentir e inclinarse hacia él.

— Pequeño, la enfermera Marie —señaló a una joven y amable, al parecer, enfermera que lo saludaba alegremente. — te llevará con Luke cuando tú vengas ¿de acuerdo? Puedes venir cuando quieras, pero no le digas a nadie, se supone que no se permiten niños.

Michael asintió entendiendo cada palabra, se despidió de la señora y miró con ansias a la enfermera, quien le ofreció su mano para comenzar a caminar juntos. El niño iba saltando con cuidado por los pasillos blancos del hospital, Luke estaba en el primer piso para su suerte, intentaba no pisar las líneas y Marie solo reía al ver como se molestaba y retrocedía hacia la linea que fallaba.

— Sólo no hagas mucho ruido.

— ¡Lukey!

La enfermera cerró los ojos y sonrió a pesar de que el grito de emoción del niño pudo escucharse hasta la recepción. Lo observó abrazando al pequeño niño rubio lleno de ronchas rojas por todo su rostro, era todo lo que se notaba porque tenía una pijama totalmente gris que cubría sus brazos y piernas.

— Mikey, ¿qué haces aquí? ¡Sé que debí haberte dicho! Pero... Bueno...

— No pasa nada, Lukey. Sólo te he extrañado mucho, no tenía con quien hablar durante estos días.

— Yo también te extrañaba. —le dijo el más pequeño sonriendo. — Pero... ¿qué tal si te enfermas también?

— ¡Oh, no te preocupes! Esas manchitas ya pasé por eso, estuve mucho tiempo en casa.

— Está bien. —sonrió Luke, hizo un espacio en su cama y esperó que Michael se sentara.

— Debí planear algo para venir a visitarte, pero no sabía que de verdad llegaría hasta aquí.

— No importa, tengo aquí un libro, quizás podamos leer algo. —propuso Luke sacando el libro de cuentos para niños.— Ya he leído todos los cuentos pero... ¿qué? —preguntó inclinando su cabeza al darse cuenta de que Michael le miraba.

— Nada, solo eres lindo.

Y Luke no supo sí la fiebre estaba volviendo o estaba demasiado avergonzado.

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Qué.

M + LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora