46.

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¡Michael Gordon Clifford, baja ahora mismo!

El tono de voz que su madre usó lo dejó estático en su lugar, pensando en sí debía dejar la comodidad de su cama para que le gritaran por algo que aún no sabía que había hecho ó seguir en sus videojuegos superando poco a poco su récord. Por su propia seguridad, prefirió la segunda opción y continuó jugando haciendo caso omiso a los gritos exagerados de su madre, pensó que posiblemente hasta los vecinos sintieron una parte del regaño de su madre; él no quería hacerla disgustar más pero no había hecho nada mal para que reaccionara así. Entonces su consola y el televisor se apagaron de una, se giró un poco y vio el cable en la mano de su madre ya demasiado molesta.

— Llamé a tu colegio, no te has presentado. ¡Explícame esto!

— Y-yo, yo... ¡Perdón! Mami...

— Oh, no me vengas con "mami" en ese tonito, te he pedido que me expliques que haces cuando se supone que deberías estar estudiando.

— Estudio...

— ¡Ni siquiera sabían tu nombre! Michael, fui y me preguntaron si eras de nuevo ingreso, hubo un problema con tu cambio pero no dijiste nada.

— ¡No quise el cambio! ¡Fui con Eva, le dije que habías cambiado de opinión y copié tu firma!

— ¡¿Cómo te atreviste a hacer eso?! ¡Hice mucho para que te aceptaran ahí a estas alturas del año!

— No quería. Y no me expulsaron o algo para que tuvieras que rogar un lugar ahí. No me sentí bien ahí, ¡no quería empezar de nuevo! Hice mal, pero...

— Castigado. —interrumpió su madre.— Estás terriblemente castigado, sin televisión, ni-

— No la veo.

— Sin celular.

— No tengo.

— Sin salidas.

— No salgo.

— ¡Ugh! ¡Sin subir al ático por un mes!

— Pe-pero mami...

— Un mes, entero.

— ¡El cumpleaños de Luke es en dos semanas y tengo su regalo ahí sin terminar!

— Pues se lo entregarás con mucho tiempo de retraso.

Y con los brazos cruzados salió molesta de la habitación mientras Michael procesaba todo e ideaba un plan para que todo estuviera listo a tiempo, pero no tenía muchas alternativas porque todas terminarían por disgustar más a su madre y eso no quería porque significaba posiblemente otro mes sin subir al ático, él necesitaba hacerlo urgentemente porque casi no había avanzado, si antes tenía un problema, ahora tenía más.

Julio 7.

— Por favor. —rogó una vez más abrazando la pierna de su madre.

— No.

— ¡Maaaaaaaaaaaaaaami!

— No, Michael. Deja mi pierna. —sacudió a su hijo con cuidado, si bien debía mantener su postura más o menos estricta, no era necesario tratarlo mal mientras no se tratara de de su castigo.

— ¡Papá! —gritó Michael gateando por el piso de la cocina hasta la sala de estar, donde su padre veía tv.

— Estás castigado, hijo. Y sí me inclino a tu lado, yo también lo estaré.

— No es para mi, es para Luke. Por favoooooooooor.

— Michael, no. —le dijo su padre suspirando.— Tendrás que pensar en otro regalo.

— ¡Ughhhhh! Bien, haré otra cosa. —dijo levantándose del suelo.— Pero si no consigo nada o a Luke no le gusta y me deja de hablar ¡viviré aquí hasta que tenga 46 y sea un hombre solitario sin amigos ni familia!

Sabía que esa amenaza no era mucho para sus padres pues siempre lo soportarían aunque ya no tuvieran tanta obligación de hacerlo, pero se le habían acabado las ideas para hacerlos cambiar de opinión y el tiempo se le agotaba cada poco, sin darle para más que comprar una tarjeta de regalo de último momento con lo que le quedaba de su mesada. Mientras caminaba viendo hacia arriba en dirección al ático, tropezó con algo y cayó de narices sin darle tiempo a responder.

Ese algo era Annie, estuvo a punto de reclamarle que no debía estar ahí por nada del mundo porque cualquiera tropezaría con ella, fue entonces cuando la vio ahí como si nada, sin ningún castigo sobre ella y con la puerta del ático justo arriba de su pequeña cabecita. Annie sí debía estar ahí.

— Hermanita, hermanita. —llamó Michael, aunque sabía que le molestaba a la niña.— Ven un poco aquí.

Ella obedeció dejando sus muñecas sin problema alguno, alisó su arrugado vestidito azul y brincó hasta donde su hermano mayor la esperaba.

— ¿Qué?

— ¿Quieres ganarte, uh... —paró para revisar sus bolsillos y sacó un billete con unas cuentas monedas.— tres dólares y treinta y cinco centavos?

— ¡Sí! ¡Sisisisisisisi! —saltó la niña a atrapar el dinero pero Michael lo quitó pronto de su alcance. La niña gruñó. — ¿Qué quieres que haga?

— Espera aquí. —indicó en un susurro y corrió a su habitación, rebuscó en una caja debajo de su cama y sacó las cosas más simples que vio para que Annie pudiera avanzar. Las tomó en sus manos y regresó corriendo al pasillo para después extenderlas a la menor.— Acomoda estos... Papelitos, en el ático y te ganarás el dinero.

— ¿Sólo eso? —preguntó ella y Michael asintió. — ¿Dónde?

Michael se tomó su tiempo para darle instrucciones, que al final eran muy simples porque lo único que debía hacer era mostrar a su hermano el recorte que tenía en su mano y él indicaba desde abajo donde tenía que colocarlo. Así no estaría rompiendo su castigo.

— No, más hacia este lado. —ordenó Michael con la cabeza hacia arriba, buscando un mejor ángulo para ver lo donde estaba Annie, mientras le hacía señas moviendo sus manos hacia la izquierda y la derecha para que ella lo viera y no quedara confundida.— ¡Ahí!

— Esto es divertido. —dijo Annie tomando otro círculo y poniéndole más pegamento mientras Michael esperaba para ubicarlo. — ¿es tu tarea, Mikey?

— No, es un regalo. —sonrió el mayor.

— ¡Para Luke! —se animó Annie.— Es bonito. Pero ¿por qué no lo llevas ahí? O aquí... O a eso.

— Porque no tengo dinero.

— ¿Para qué?

— Para llevarlo.

— ¿Por qué?

— Porque te di toda mi mesada.

— ¿Por qué?

— Porque me ayudas.

— ¿A qué?

— A terminar la sorpresa. —gruñó Michael.

— ¿Para quién?

— ¡Para Luke!

— Ahhh. —suspiró feliz.— Mikey...

— ¿Qué?

— ¿Qué es esto? —preguntó tomando otro de los materiales en sus manitas.

— El Sol. —respondió.— Ahora ese iría en esta dirección...


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A QUE NO SE ESPERABAN DOBLE ACTUALIZACIÓN

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