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L u k e

Pasé la tarde con Michael hasta que recordé que mi madre llegaba a casa temprano; él no iría al colegio al día siguiente porque lo llevarían al médico, su mamá quería asegurarse de que estaba completo, sano y no estuviese intoxicado. Por más que Michael le repitió la historia durante horas ella sólo quería estar segura, dijo que quizás Michael no estaba en la mejor posición para reclamar algo.

Él se quedó con su madre y Annie mientras yo caminé por una hora (quise tomarme mi tiempo) para llegar a una casa vacía, no habría diferencia si mi madre o Karisma estaban ahí, para mi seguía vacía. La pequeña esperanza de toda mi vida de tener un poco de tiempo que pudiera disfrutar con mi madre aún seguía, o eso había dicho Michael y parecía estar seguro de ello aunque yo no lo sintiera. Comprendí hace tiempo que ella no era de esas personas que repartían amor por el mundo, creo que pensé en que no sabía lo que era el amor, tampoco era fácil para ella saber expresarse, pero lo que mató esa esperanza fue cuando me molestó que ni siquiera intentara hacerlo conmigo.

¿Por qué era tan difícil comprender a una persona así? Papá me contó que ella era alegre hace tiempo atrás, no dijo cuando, pero yo aseguraba que fue antes de que yo naciera. Seguramente fui yo quien ocasiono su mal carácter, ella era feliz con su pequeña niña y no necesitaba otro bebé que la presionara.

- Luke, hijo, ¿estás bien?

- ¿Uh? -murmuré confundido, entonces noté la presencia de papá en la acera a mi lado.- ¿cuándo llegaste?

- Hace un momento, estás en plena calle sin hacer nada, ¿estás bien?

- Sí, sólo pensaba...

- Está bien, entra que no me gusta que estés fuera.

Asentí caminando detrás de él, lo miré atento a como caminaba y, como siempre, intenté imitarlo, pero fallé y caí al pavimento de forma muy patética. Me levanté sin muchas ganas, más no quería que me viera y se preguntara si había algo mal conmigo.

Estar dentro de mi casa me hacía querer esfumarme de ahí, no me gustaba que se sintiera tan sola, sin rastros de que una familia viviera ahí.

Quizás sólo eran los colores de la sala de estar lo que me hacía pensar eso, definitivamente el gris era feo.

- ¿Quieres un emparedado? Debes tener hambre.

- Estaría bien.

- Vamos a la cocina. -me dijo mi padre haciéndome caminar frente a él.- ¡Es hora de volar! -gritó corriendo tras de mi, puso sus brazos bajo los míos e intentó levantarme, no fue su mejor idea.

- No haces eso desde que tengo seis, creo que ya no puedes levantarme.

- Tienes razón. Yo solo quería, tú sabes, pasar tiempo con mi hijo, hace mucho no te veo por más de quince minutos.

- Estás ocupado, lo entiendo, pero estoy feliz de que hoy sean dieciséis minutos. -sonreí levantando mis pulgares y él rió, comenzando a preparar ambos emparedados.- ¿puedes responderme algo?

- Lo que quieras.

- ¿Mamá estaba feliz cuando supieron de mi?

- Pfff, claro, muy, muy alegre de un nuevo bebé en la fami... -Espero que entendiera que no quería más mentiras.- Estaba pasando por un momento muy estresante ¿sí? Creía que estar embarazada pondría en riesgo su ascenso y ese tipo de cosas, pero sé que estaba feliz.

Supongo que su emoción es la misma que la mía al saber eso, casi ni se sentía.

- ¿Te llamó la señora Clifford?

- Sí, ¡que bueno que encontraron a Michael! No lo creía de los chicos que se fugan pero al menos ha regresado.

- Fui a verlo, somos amigos de nuevo. -le dije tomando la comida y analizándola un poco, me gustaba ver que estuviera en orden.

- ¡Es asombroso! Tengo tiempo sin verlo, quizás cuando le quiten el castigo lo puedas traer a casa.

La idea me agradó, Michael llevaba tiempo sin ir en buenos términos y a horas donde estuviera despierto. La sonrisa de papá se esfumó cuando escuchó la puerta principal, entonces sólo se dedicó a comer su emparedado, los pasos pesados y firmes de Karisma por las escaleras significaba una cosa: había discutido con mamá. Ella entró en la cocina y lanzó su bolso y llaves sobre la mesada, haciendo un ruido molesto; se cruzó de brazos y miró a mi padre, aunque no le daba mucha importancia por más molesta que se viera.

- Tu hija abandonó la orquesta, lleva semanas sin asistir y me ha engañado, ¡no podemos tolerar esto!

- Natalie, es una orquesta, agradece que no fue la escuela. Quizás te quiso evitar este drama, creo que es capaz de tomar decisiones mínimas de vez en cuando.

- ¿Minimas? ¡Esto no es mínimo, Robert, pon algo de disciplina en esta casa!

- A Karisma no le gustaba ir. -le dije a mamá de forma baja, no quería terminar siendo castigado.

- ¡¿O sea que tú sabías y no dijiste?! ¡Eso no está bien, Luke. Era su futuro! Dios mío, tú no sabes lo que es esto, tú tienes una tarde libre que no empleas en algo productivo.

Aquí vamos de nuevo.

- Ella quiere tiempo... Es grande, le piden citas, tiene amigas, amigos, escuela. Sólo dejala tranquila un poco. -continué hablando con la mirada baja, no quería verla molesta.

- ¿Qué la deje tranquila? ¿Escuchaste eso, Robert? ¡El niño cree que molesto a Karisma por su bien!

- Natalie, es suficiente, no hagas esto algo grave. No reprendas a Luke por algo que hace Karisma, sé que te duele en ese pequeño corazón tuyo hablarle mal a Karisma, pero él no tiene nada que ver.

- Oh, ¡claro que sí...!

Salí de la cocina antes de escucharlos gritar más, no quería escuchar que mamá resaltara todo lo que hago mal, a papá defendiéndome y a Karisma gritar de frustración. Sólo encendí el televisor, busqué una película y aumenté el volumen al máximo, sabía que tardaría en solucionarse todo.

Tenía alguien a quien podía llamar tarde y jugar videojuegos violentos en mi habitación: tenía a Calum.

M + LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora