8. De Vuelta a lo Desconocido

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Presente

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Presente

Aquella mañana la neblina los cubrió a todos.

Era un día pálido, sin duda alguna el mundo parecía  más  gris. El cielo había perdido su infinito azul y en los ojos de aquellos chicos perdidos la vida se aferraba apenas de sus cansadas pupilas.

-¿Aún falta mucho?-preguntó Sebas, el chico de anteojos, pero el destinatario de la pregunta no le respondió -¿Sam?

Otra vez el silencio fue la única respuesta hacía su interrogante.

-Ni te molestes en volver a llamarlo.-le dijo una voz detrás de él . Mariana, quien lo había visto todo lo estaba observando– Lleva así toda la mañana.

-¿Qué?

-Desde que salíamos de la cabaña parece ido- y ella tenía razón.

Frente de ellos, estaba Sam. Pero nunca lo hubiesen reconocido en otra ocasión, él siempre era energético, siempre estaba con la vista al frente, decidido, emprendedor. Esa figura que apenas si arrastraba los pies, que tenía la vista clavada en sus zapatos,  que parecía cargar con el peso del mundo... Definitivamente no era Sam. Era una versión patética de él.

Sebas se preguntó el por qué. Estaba claro que todos estaban cansados y aburridos dentro de aquel bosque pero él era el líder, él siempre los estaba animando aún más que Mariana, aún más que ellos mismos. Sam era el motivo por el cual todos estaba aún aquí, él fue el primero en reunirlos, en crearles conciencia y emprender ese viaje que si bien ya había durando bastante aun le faltaba por terminar.

¿Qué demonios había ocurrido allá en la cabaña?

Y hablando de ello, ¿Dónde estaba Verónica ? No lograba verla por ningún lado.

–¿ Y Vero? – preguntó acomodándose los anteojos, Sebas pestañeó con extrañeza pues hasta ese momento se percató que su lente izquierdo se había roto.

Las hojas seguían cayendo y el bosque se volvía más y más espeso. Nadie en realidad se daban cuenta de que casi habían llegado, nadie menos una persona.

All miró aquel lugar y al reconocerlo su cuerpo comenzó a temblar de manera tan violenta que terminó cerrando los ojos. Habían llegado. Ella lo recordaba y si su memoria le estuviera jugando una trampa, había algo que sin duda no podía negar: Las voces.

Creo que están perdidos.

Murmullos...

Nadie viene a este lugar.

Susurros...

¡Son unos intrusos!

Gritos

¡Ayúdame! ¡Ayúdame por favor!

Lamentos...

-¿All?

No, no, por favor no. Cállense... Silencio por favor.

-¡¿All?!

Las voces, los gritos... Carolina...

-¡CÁLLENSE TODOS!

El mundo guardó silencio. Y una chica con ojos aterrados miraba como esquizofrénica a todos lados.
Los demás la miraban atónitos.

-¿Alondra?-intentó Sebas pero ella había comenzado a llorar en silencio con las manos en sus oídos- oye, tranquila, ya pasó.

Sam los miraban con confusión. 

¿Qué demonios había pasado?

- Es aquí-les dijo una voz a su espalda, Mariana estaba en frente de un claro muerto, del otro lado de este arrebol había un pantano.

Algo allí dentro, algo ahí afuera te hacía sentir miedo, te hacía ver la muerte a los ojos.

-Fue aquí-dijo a la chica de la aterrada mirada- ¿Verdad All?

El mundo se quedó en silencio.

El Chico del CementerioWhere stories live. Discover now