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1 año después
El detective Isaac miraba a sus compañeros con sus paraguas de un pulcro color negro, el día estaba llorando.
En la comisaría todo el mundo estaba preparándose para salir al bosque, aquel día era dos de noviembre y todos se marchaban temprano para despedir a sus muertos, en ese día donde se celebraba la vida y la muerte.
En las calles la gente desfilaban con la sombra de una tragedia que había sucedido ya hace un año. Isaac desde la ventana de su oficina observaba cómo desde la entrada del pueblo múltiples camionetas de televisoras y de radios que arribaban al pueblo, Isaac hizo una mueca de disgusto aquello del homenaje que se estaba creando afuera en realidad le parecía de muy mal gusto.
– ¿Detective?– dijo una voz desde su puerta, la señorita Bolón lo miraba tras sus lentes con el rostro pintado en preocupación, Isaac le sonrió fuzgente– Disculpe que lo moleste pero...
– Señorita Bólon– la interrumpió en cuanto notó las mejillas de la muchacha rojas como la grana – ¿No le dije que se podía ir temprano hoy?
– Puede...
Isaac alzo una ceja divertido–¿Puede?
– Quiero decir, ya me iba pero...Tiene visitas...
–¿Visitas?– se extrañó pero su secretaria no pudo articular palabra por qué la puerta fue impulsada por terceros apareciendo detrás de ella dos hombres con uniforme.
–Comisionado– saludó Isaac en cuanto lo reconoció, el hombre con barba y su superior, lo evaluó con la mirada pero sólo fue un momento hasta que se sonrieron.
–¡Venga hombre!– lo saludó con afectuoso abrazo– ¡¿No me digas que no te vas a ir especialmente hoy?!– Isaac perdió su sonrisa y poco a poco dejó caer su semblante volviendo la vista al cristal. El hombre miró a su amigo con el alma lastimada y suspiró – Isaac– lo llamó, pero el detective no dejo de mirar a todas esas cámaras... a todo el pueblo que vagaba con veladoras– Deja de torturarte, aquello no fue tu culpa...
–¿A eso has venido?– preguntó con voz queda, la señorita Bolón que lo había visto todo se sintió abatida con la voz de su jefe–¿Viniste a darme tu charla emocional?
– Isaac. Ya pasó un año.
¿Y? Quería decirle.
¿Qué si había pasado un año? ¿Qué si todo el mundo lo había olvidado? Isaac jamás lo haría, jamás olvidaría aquella ocasión en la que dejó morir a niños.
Recordaba cada noche antes de dormir, lo rememoraba cada día desde el accidente, él no podía olvidar tan fácilmente.
Sentía que lo había vivido ayer, el informe que había quedado cerrado e inconcluso había terminado el caso de los chicos perdidos de la más triste manera posible.
