44. El Limbo

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Antes

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Antes

Cuando Carolina despertó, no recordaba nada de lo que había ocurrido unas horas atrás. La cabeza le dolía como si hubiese estado mucho tiempo sin descansar, el cuerpo estaba tan lastimado y lleno de moretones inexplicables, asustada trato de levantarse del suelo en el que descansaba y alzando la vista encontró que en realidad estaba en el cementerio, cerca de la sepultura de Stephanè y era de día, por el color del cielo ella calculaba que debían ser cerca de las seis o siete de la mañana.

¿Qué estaba haciendo ahí?

¿Qué había ocurrido?

Apoyada del mármol frío se impulsó para levantarse y cuando lo logró soltó un gemido fuerte de dolor, su columna y las articulaciones dolían como si hubiese estado mucho tiempo en una sola posición. Las piernas le temblaban y era incapaz de contralor esos finos movimientos para caminar, pero lo hizo logró dar algunos pasos hasta que cayó de nuevo lastimándose los codos y rodillas cuando tocó el suelo. Inevitablemente se hecho a llorar.

Cuando volvió a levantarse esta vez lo hizo con más fuerza y pudo sostenerse con su propio peso, la cabeza le taladraba con fuerza haciéndole llevar sus manos a los lados de ella para disminuir el dolor.

¿Qué estaba haciendo en el cementerio?

¿Cómo había llegado allí?

¿Por qué no recordaba nada?

Con pasos temblorosos continuó su camino, atravesando de apoco aquel lugar sacrosanto... hasta que por fin visualizó aquel viejo y oxidado portón negro, tenía que llegar a casa y hablar con Alondra, ella podía ayudarle, estaba cansada de manejar aquello sola.

Y cuando estaba a punto de llegar visualizó a dos hombres que reconoció como los sepultureros ya que tenían el uniforme de intendencia y a una mujer con su hijo hablando en voz baja.

–¿Hola?– les saludó, ninguno de ellos se volvió a verla–¿Disculpen sabe cómo llegué aquí? – pero nada, los tres adultos estaban enfrascados con determinación en su plática, aquello le aceleró el corazón a Carolina, ella había hablado en voz alta ¿ Por qué la ignoraban?– ¿Disculpen?– dijo acercándose más–¿Hola?

– No podemos hacer eso Marleen– habló un hombre– Y mucho menos ahora ¿No vez que estamos siendo el objetivo de la policía ? Todo el pueblo tiene la vista en nosotros en estos momentos...

– Lo sé Marco– habló la mujer, parecía preocupada incluso triste–, pero necesito que me dejen hacerlo, esto no puede esperar.

– Estaríamos arriesgando mucho Marleen, no podemos hacerlo ahora– los hombres y la mujer agacharon la mirada observando al niño, luego se miraron preocupados.

– Será el último favor que me hagan, lo prometo...

– Marlene– dijo condescendiente uno de los hombres– , te conocemos desde que éramos niños... sabes que no es personal, si pudiéramos, te ayudaríamos créeme...

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