28. Mariana

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Antes

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Antes

Había sido una gran idea meter el paraguas en el maletero aquella tarde. El cielo era se pintaba de gris y violeta, el crujir de sus nubes amenazaba con dejarse caer con fuerza. Mariana abrió aquella sombrilla negra mientras caminaba hacía el viejo portón de aquella casa, una vez ahí, se giró para cerciorarse, con el control de su llave, que su auto se había cerrado bien. Después tocó con fuerza la puerta principal.

Como de costumbre, sintió una especie de pesadez en el ambiente pero de alguna manera aquella inquietud se había vuelto ya costumbre. Pasaron unos minutos más e inclusive comenzaron a caer algunas gotas cuando la puerta por fin se abrió.

Del otro lado Caro vestía con uno de sus característicos vestidos holgados junto con suéteres viejos, Mariana le sonrió o al menos intentó hacerlo. Ya había estado en esa casa al menos seis veces desde la primera vez, no es que estuvieran progresando en el temario pero Carolina últimamente estaba atenta cuando trataban sobre la historia del pueblo, eso le agradaba, siempre prefirió a las personas hambrientas de conocimiento.

-¿Tú padre nunca está? - preguntó curiosa, mientras su vista se quedaba quieta en los retratos de las escaleras, Caro siguió su mirada entendiendo que es lo que tanto veía, una mueca triste como un puchero, se dibujó en sus labios y Mariana supo que su pregunta había sido totalmente fuera de lugar-, perdón eso fue muy indiscreto.

Caro le sonrió cuando notó que se había sonrojado un poco, tomó asiento en frente de su tutora y la miró con detenimiento, Mariana se preguntó si eso era una buena señal, no parecía molesta pero el ambiente se había vuelto incómodo. - El trabaja todo el día en la tienda.- Le explicó, Mariana lo sabía su familia (sobre todo su padre) solía practicar alpinismo, ella estaba enterada que su papá se encargaba de la tienda para acampar pero también sabía que en aquella zona no había mucha demanda, por lo tanto, no habían los suficiente clientes para tener ocupado a una persona las veinticuatro horas del día, sin embargo no dijo nada sino que se dedicó a formar los libros y libretas para la asesoría, aquel día sería historia de la revolución.

- ¿Comenzamos?-le preguntó, los ojos de Caro parecían más tristes de lo normal, se limitó a asentir.- Bien, capítulo quince: Las guerrillas de San Juan.

- Bien, capítulo quince: Las guerrillas de San Juan

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El Chico del CementerioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora