26. La guerra que nos separa

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17 de Abril 1862

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17 de Abril 1862

María observaba desde la esquina de la servidumbre la mesa en la que los patrones estaban cenando, aquel día la cocinera Yolanda había hecho su mejor esfuerzo con la comida ya que las familias importantes del pueblo irían a cenar con los Moulian para conocer a la familia de extranjeros que habían albergado.

- ¡Qué gusto que se animará a dar esta cena, Monsieur Moulian!- Dijo el señor de los Santos con una sonrisa que cubría su bigote. Gastón Moulian que estaba al centro de la mesa le sonrió complacido.- ¡Y es todo un gusto conocerlo por fin, General Favre!

El general lo miró arriba a bajo y asintió con indiferencia volviendo a tomar un sorbo de su cuchara de sopa. El señor de los Santos carraspeó molesto por la actitud prepotente pues aún no entendía que, para los ojos del general toda esa gente era un puñado de pueblerinos.

María corrió la vista disgustada de los señores de importancia y sus ojos viajaron a la derecha, donde un muchacho de espalda delgada y gran estatura tenía dificultad con los cubiertos de su izquierda. María sonrió con dulzura.

Stephané Moulian gruñó por lo bajito al darse cuenta de que había tomado la cuchara equivocada para la sopa, miró a su izquierda donde su padre tenía una conversación de lo más aburrida con el platero de la población y luego con disimulo sacó el cubierto de su comida y lo intercambió rápidamente por el correcto.

Odiaba las cenas importantes, siempre había más cubiertos de los necesarios.

Una risa bajita lo hizo mirar adelante, con los ojos traviesos Camille Favre le sonrió con egocentrismo mientras le indicaba que de nuevo, había tomado el cubierto equivocado. Stephané se ruborizó con fuerza al saber que había sido atrapado por la señorita Favre y con las mejillas calientes volvió a retirar el cubierto.

- Es este, mon seigneur - le dijo sosteniendo levemente su cuchara. Stephané entendió el problema, ahí le faltaba cubiertos ¡Dios, tenía cinco y ni así estaban completos! con nerviosismo miró de nuevo a su padre, no podía enterarse de eso. Si Gastón Moulian sabía que su mesa no había sido arreglada correctamente culparía de inmediato a la servidumbre y eso, no podía pasar.

Entonces miró despacio a su lado, y bajando un poco la vista trato de ubicar a las amas de llaves que acompañaban a la mesa. Fue rápido, sus ojos se conectaron de inmediato, María se sonrojó cuando encontró los ojos verdes del chico mirándola y quiso de inmediato voltear el rostro a otro lado pero Step le hizo una seña con los labios señalando su lugar en la mesa.

María junto las cejas extrañada, no comprendía que le estaba tratando de decir. Stephané al entender esto tomó su último cubierto y le dio vueltas y entonces María comprendió todo con horror.

¡Se había equivocado con los cubiertos! Ella misma había puesto el lugar de Stephané, se lo había pedido a Larita. Ella quería poner el lugar donde el señorito Moulian comería, se la había estado toda la tarde fantaseando con eso, en cómo se vería su Stephané en su traje oscuro, en lo elegante que se vería en esa fiesta, que había olvidado por completo que estaba haciendo.

El Chico del CementerioWhere stories live. Discover now