41. Expiación

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Antes

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Antes

–¿Qué hicimos?

Dentro de esas cuatro paredes, hay cinco chicos encerrados por su propia voluntad.

El cielo se ha tornado oscuro y en aquel cuarto también envueltos entre penumbras están esparcidos por el suelo cinco jóvenes que deambulan por el lugar,otros tantos perdidos en sus pensamientos.

Verónica estaba sentada en la pequeña cama individual, estática sin dejar de mirar el suelo.

Mariana, comiéndose las uñas que alguna vez fueron perfectas, esta sentada en una de las sillas más alejadas de todos.

Sebastián, quien no aguanta el silencio había comenzado a jugar, sentado desde el suelo, con sus uñas sobre la madera del piso.

Samuel estaba en el rincón junto a la ventana, con lágrimas secas alrededor de su rostro pecoso. No se mueve, se encuentra quieto, petrificado... Vacío.

Y luego está All, quien al lado de Sam mira la ventana, acompañándolo en su silencio observado el arrebol, observando algo más allá de lo que el cristal encierra.

–¿Qué vamos ha hacer ahora?– dijo la voz de Sebas. Para todos suena lejana, temblorosa, débil... Mariana le miró nerviosa aún sin parar de morderse las uñas, en su cerebro la maquinaria corre a velocidades inalcanzables y tras lo lentes, mirándola fijamente está el chico que no aparta su mirada de ella.–¿Qué vamos a hacer?

La pregunta flota en el aire, la gran incógnita es remplazada con la angustia y la falta de ánimo. Mariana se muerde los labios, nadie parece querer responder y aquello es inquietante. Ella permanece vigilante, mira a Sam quien se ha quedo mudo, mira a All quien está tan perdida como la chica que acababan de abandonar en ese enorme bosque.

A-b-a-n-d-o-n-a-r

Abandonar.

–Tenemos que decirle a la policía– dijo ella, Vero levantó la mirada llena de escepticismo.

–¿Qué?– le respondió  Vero, Mariana la volvió a ver con los ojos entrecerrados, claramente molesta por su actitud.

–¿Te volviste loca?– le interrumpió  Sebas, Mariana se vuelve ofendida al chico de lentes quien se ha parado de su lugar ansioso apenas escuchó lo que ella propuso.– ¿Y qué demonios les vamos a decir?

–La verdad– respondió a secas, Sebas largó una risa seca, Mariana arrugó las cejas disgustada ante su sarcasmo.–¿Es que acaso tienes una mejor idea?

El Chico del CementerioWhere stories live. Discover now