14. El infierno es frío.

14.7K 1.3K 150
                                    

1862, febrero 5

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

1862, febrero 5.


A Stephané Moulian no le agradaban muchas cosas de su vida.

La primera cosa que nunca disfrutó fue ir a misa todos los domingos, pero no tenía de otra. Simplemente ser un Moulian lo obligaba a asistir.

Lo segundo era exactamente eso, no le gustaba ser un Moulian, eventos, galas, bailes, misas... Todos obligatorios.

Lo tercero era su condición, como hijo legítimo y heredero de tierras, Stephané no sólo tenía que cargar con su apellido, si no con la fortuna detrás de él y eso mismo lo llevaba a este sitio.

Ser cortés y todo un caballero.

Como diría su padre "Imponer presencia, hacer saber quién eres." lo que quería decir, llegar a las fiestas pero no hagas nada estúpido.

Y ahí estaba en mitad de la ceremonia número dos del día. Viendo como el agua bendita resbalaba de la cabeza de Carlos Antonio de los Santos, hijo (probablemente no) legítimo de los dueños de la mina de plata. El pequeño emitió un llanto irritante y casi patea el pequeño y "no tan bonito" rostro de su madre.

—Yo te bautizo a ti—Ahí va de nuevo, el rocío de agua que le causara al pequeño probable neumonía—Carlos Antonio de los Santos, en el nombre del padre... hijo y espíritu santo...

—Amén—selló Stephané mientras hacía taconear su bota por la impaciencia.

La verdad es que el padre Damián debería jubilarse, no recordaba que estuviera tan arqueando hacia el centro, Step presintió que si se apoyaba en él, hasta podría besar el suelo...

Ahora, las felicitaciones y luego a la recepción. Todos irían al festejo, todo el desfile de apellidos importantes. Claro, todos menos el de él.

Tenía un plan, y si su reloj de bolsillo no mentía le faltaban dos minutos para que se llevará a cabo.

—Estamos muy agradecidos por su presencia señor Moulian—Dijo la señora de los Santos, Stephané le sonrió amable—también esperamos verlo en la comida, nos hemos esforzado con el mejor de nuestros cerdos para el festín de hoy...

—Venga mujer, no agobies al muchacho—le interrumpió su esposo, que por cierto había llegado tarde a la ceremonia por "asuntos pendientes"—Mil disculpas por el comportamiento de mi mujer, le he dicho mil veces que cuide su lenguaje enfrente de señores como usted. Pero ya sabe cómo son las damas de inoportunas, siempre hablando cuando no lo ameritan...

El Chico del CementerioWhere stories live. Discover now