Capítulo 1 ''Mi primera clase''

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-Mamá. -llamé desde las escaleras a mi mamá que estaba en la cocina.
Mi madre, Diane era la persona más dulce que haya conocido jamás, ella y mi padre, Steven Jefferson, eran los mejores padres del mundo pero habían momentos en los que me dejaban sola ya que los dos eran dueños la empresa más importante de distribución de petróleo.
-Si hija? -me preguntó cuándo asomé mi cuerpo por el umbral de la puerta.
-Recuerdas que tú habías dicho que si terminaba bien el colegio me mandarías a mis tan apreciadas clases de baile? -le recordé poniéndome del otro lado de la barra donde ella se encontraba.
-Sí, claro que lo recuerdo, por qué?
-Porque aquí tienes mi boletín de calificaciones, espero que sea suficiente para poder empezar las clases. -le contesté mientras le entregaba el cuadernillo azul que contenía mis calificaciones del último semestre.
Mi madre lo tomó entre sus manos y comenzó a observarlos con sus grandes y hermosos ojos color verde igual que los míos.
Se quedó un buen rato con ese cuaderno en la mano un tanto sorprendida por lo que veía, creo que la impresioné.
-Y mamá? Qué dices? -pregunté finalmente.
-Jean... -dijo ella mientras levantaba lentamente la miraba hacia mí. -Esto es fabuloso. -chilló con una alegría totalmente palpable. -Felicitaciones hija. -dijo dejando el cuaderno a un lado y acercándose a mí para abrazarme.
Yo últimamente había descuidado un poco el colegio en el primer y segundo semestre debido a la muerte de mi abuelo, no tenía ganas de nada y luego la razón para volver a estudiar apareció; mis clases de baile.
Mis padres me habían dicho que si yo aprobaba todas las materias con buenas notas como lo hacía antes, ellos me pagarían gustosos mis clases de baile que serían en las vacaciones de verano.
Ellos sabían lo mucho que yo anhelaba ser parte de una academia, de viajar por distintos lugares con mis compañeros mostrando nuestros pasos de bailes y conociendo nuevos lugares en los Estados Unidos.
Con mis padres siempre salíamos de California pero nunca íbamos a un lugar de Estados Unidos, siempre salíamos del país y hasta del continente. Ahora yo quería conocer todos los Estados Unidos.
-Gracias, mamá. -dije con un brillo total en los ojos y en mi forma de hablar.
-Ya llegué. -gritó mi papá desde la sala.
Escuchamos que cerraba la puerta y aventaba las llaves en la mesa ratonera de la cocina.
-Steven, Steven. -gritó mi mamá. -Ven a ver esto. -lo llamó mientras tomaba nuevamente el cuadernillo entre sus manos.
-Qué? Qué ocurre? -preguntó incrédulo mi padre.
-Hola, papá. -lo saludé feliz.
-Hola, hija. Qué tal el colegio? -me preguntó.
-Excelente. -dije con una gran sonrisa.
-Steven, nuestra hija ya ha traído las últimas calificaciones y son de las mil maravillas. -contó mi madre orgullosa mientras hacía bailar al cuaderno entre sus manos.
-En serio? -preguntó sorprendido mi padre. -Déjame ver. -pidió.
Mamá le entregó el cuaderno y mi padre lo tomó con suma audacia entre sus manos y comenzó a ver las notas una por una.
Al parecer, ellas habían causado la misma impresión con mi padre que la que había causado con mi madre ya que él abrió sus ojos celestes de par en par al ver mis notas finales.
-Por Dios Jean, esto está genial. -me miró orgulloso mientras le entrega de nuevo el cuaderno a mi madre.
-En serio papá? -pregunté esperanzada porque sea suficiente.
-Sí, no puedo creer que tengas las mismas notas que antes de nuevo, te felicito mucho mi niña, estoy muy orgulloso de ti. -me abrazó y depositó un tierno y largo beso en mi frente.
-Muchas gracias papá, me esforcé mucho para poder obtener finalmente mi recompensa. -contesté.
Mis padres se miraron mutuamente y luego sonrieron triunfantes.
-Tus clases de baile? -me preguntó papá.
-Sí. -grité emocionada que hasta casi dejo sordo a todo el servicio de la casa incluyendo a mis padres.
-Cuando quieres empezar? -preguntó mi madre.
-Ahora mismo si es posible. -contesté.
-Y a qué academia te gustaría ir? -me preguntó mi padre dándome el derecho de elegir.
-Siempre quise ir a la academia privada Dance Manhattan. -contesté.
-Entonces vamos a inscribirte. -sonrió mi padre.
-Está bien, está bien, iré a cambiarme y ahora mismo bajo. -dije atropellando las palabras.
Sin darme cuenta, ya estaba del otro lado de la casa subiendo las escaleras para llegar al tercer piso donde se encontraba mi habitación.
-Tranquilízate, Jean. -me gritó divertido mi padre.
-No puedo. -le respondí mientras una pequeña risa de escaba de mi labios.
Subí escalones arriba hasta llegar a mi habitación.
Cuando lo hice, entré y abrí el enorme armario que ocupaba un pequeño lugar de toda la enorme habitación.
La chica de limpieza había organizado mi guardarropa como yo se lo había pedido, haciendo conjuntos con toda la ropa que tenía para que cuando tenga que elegir no se me hiciera tan difícil armar un conjunto con todo eso.
Me percaté del hermoso short morado que hacía conjunto con una musculosa negra, una camisa blanca y mis zapatillas converse de color morada. Me encantó el conjunto así que opté por colocarme ese ya que si el profesor o la profesora me quería hacer quedar, yo estaría cómoda para bailar.
Me puse a pensar si tendría profesor o profesora, qué sería mejor? Quizás los dos pero tener un profesor lo hace más divertido aún.
Terminé de cambiarme y até mi cabello negro en una cola alta dejando mi flequillo recto y colocando una bincha blanca en él terminando de armar el conjunto.
Me coloqué un poco rímel y delineador, me puse perfume y luego busqué mi celular y mi bolso para salir de la habitación.
Me miré por última vez en el espejo y luego cerré la puerta de la habitación con llave y la coloqué en el pequeño bolso cruzado que me había colocado.
Bajé las escaleras y mis padres estaban tomando un poco de vino mientras conversaban sobre el día que habían tenido.
-Y al fin, que pasó con el socio que tú habías conseguido? -le preguntó mi madre mientras daba un sorbo a la copa de vino.
-Con Smith? -preguntó mi padre.
-Sí. -contestó mi madre.
-Pues él me dijo que iba a trabajar conmigo pero que iba a ser más a delante debido a algunos problemas que tenía su empresa. Debido a eso, él no iba a poder financiar el proyecto que PJ tiene con Minas Smith. -comentó mi padre.
PJ es el nombre de la empresa de mis padres que significa ''Petróleos Jefferson''
Minas Smith y PJ se iban a juntar para un proyecto de excavación y búsqueda de oro y petróleo para las empresas de ambos.
-Ya estoy lista. -dije bajando los últimos escalones con unos pequeños saltitos.
-Entonces, vámonos. -dijo mi madre. -Tina, podrías llevar las copas al lavadero y enjuagarlas? Sólo tienen un poco de vino. -le dijo mi madre a una de las señoras de servicio.
Tina apareció de repente a nuestro lado dirigiéndose a la mesa donde se encontraban ambas copas.
-Claro, señora. Con mucho gusto. -sonrió afable la señora. -Necesitan algo más? -preguntó mientras colocaba las copas en una bandeja de plata que traía en la mano derecha.
-Sí. -dijo mi padre y mi madre y yo lo miramos. -Hoy no cocine la cena, nosotros saldremos a comer y volveremos tarde. -le dijo mi padre. -Pero si quieren algo de comer ustedes, la heladera está llena. -le sonrió y luego tomó las llaves del auto para salir de la casa.
Nos despedimos de Tina y salimos de la casa camino al auto de mi padre.
-Hija. -me habló mi padre. -Tu madre y yo hemos estado pensando en darte otro regalo por tus buenas calificaciones. -me comentó.
-En serio? Qué cosa? -pregunté feliz.
-Un auto. -contestó mi mamá.
Yo abrí mis ojos como platos ante semejante sorpresa. ¿Un auto? Uau, eso sí que no me lo esperaba.
De todas formas ya tenía diecinueve años y ya necesitaría un auto para dejar de ir a todos lados con un chofer.
-En serio? -pregunté aún más sorprendida.
-Claro, así tú puedas ir a tus clases de baile sin tener que pedirle John que te lleve o a nosotros ya que nuestros tiempos son distintos cada día. -contestó papá.
-Uau, no lo puedo creer, en serio muchas gracias. -contesté ya que no podía abrazarlos porque los dos iban en los asientos delanteros y yo en el trasero.
Papá manejó por un buen rato hasta que finalmente llegamos a la enorme y fina academia Dance Manhattan.
Bajamos del auto y nos dirigimos a la entrada.
-Buenas tardes. Soy Steven Jefferson y quisiera inscribir a mi hija en clases de baile. -se presentó mi padre a la recepcionista que nos recibió.
-Señor Jefferson. -dijo sorprendida la recepcionista. -Es un placer tenerlo aquí. -contestó mientras estrechaba la mano de mi padre. -Vengan, por aquí están las salas de baile. -dijo saliendo de su lugar y conduciéndonos hasta un largo pasillo con salas que tenían vidrios como ventanas por donde se podían ver algunas clases.
Caminamos un buen rato hasta que llegamos a una de las últimas puertas de ese pasillo.
-Las únicas bacantes que quedan son para el profesor Richard. -habló la recepcionista mientras nosotros mirábamos por la ventana de vidrio a un hombre alto y esbelto dar las clases.
-De acuerdo. -accedió mi madre. -¿Dónde podemos inscribirla? -preguntó.
-Venga conmigo. -dijo nuevamente la recepcionista.
Ella abrió la puerta de la misma sala por donde nosotros estábamos mirando y entramos.
-Profesor Richard, el señor Jefferson quiere inscribir a su hija en sus clases de baile. -le anunció la chica deteniendo la clase que el mismo estaba dando.
-Oh, señor Jefferson, señora Jefferson, es un gusto. -dijo estrechando la mano de mi padre y depositando un beso en la mano de mi madre. -¿Qué los trae por aquí? -preguntó mirándome.
-Venimos a inscribir a nuestra hija en sus clases de baile. -contestó papá un poco disgustado por toda la atención que estaba recibiendo.
Mi padre odiaba que la gente lo tratara como si fuera famoso, él quería que todos fuéramos normales y mamá y yo éramos justamente eso, normales.
-Claro, claro. -asintió el profesor. -¿En qué horarios estarían disponibles? -preguntó.
-En cualquier horario ya que ella se manejará sola. -contestó mi madre.
-Les parece de cinco a siete? -preguntó. -Las clases son tres veces a la semana y dos horas cada día.
-Ese horario está bien. -dije cuando mis padres giraron sus miradas hacia mí.
-Está bien, vengan por aquí así firman unos papeles y luego le dan el dinero del mes a la recepcionista. -dijo mientras llamaba a mis padres con su mano y se acercaba a una mesa donde se encontraba una mochila, unos papeles, una botella de agua y algunos bolígrafos.
Mis padres siguieron al profesor mientras yo me quedé parada en el medio de aquella habitación mirado todo lo que decoraba a mí alrededor.
Por un lado se encontraba una pila de aros de hule junto con algunas zapatillas, luego noté que todas las chicas estaban descalzas. Más a tras habían unos palos que al parecer eran para las coreografías. Había otras herramientas también de las cuales yo desconocía el nombre.
-Entonces ella vendrá los lunes, miércoles y viernes de cinco a siete.
La voz del profesor me sacó de mis pensamientos.
-De acuerdo. -contestó mi padre. -De cuanto es la cuota? -preguntó.
-Son mil quinientos dólares mensuales. -contestó el profesor. -Daniela de los recibirá todos los meses. -dijo.
-Daniela es la recepcionista, no? -preguntó mi madre.
-Exactamente. -dijo el profesor con una media sonrisa.
-Cuando empezaría? -preguntó mi padre.
-Pues hoy es lunes primero así que le correspondería tener la clase, de todas formas recién empieza así que si ella se quiere quedar. -me miró Richard.
-Claro. -salté emocionada.
-Entonces vendremos dentro de dos horas por ti. -me dijo mi padre.
Mis padres se despidieron de mí y luego salieron de la sala dejándome sola con las cinco chicas que había ahí y con el profesor.
-Ellas son tus compañeras: Tania, Valeria, Nancy, Kimberly y Leslie. -me las presentó Richard señalando a una por una.
-Bienvenida. -dijeron todas juntas.
-Chicas, ella es Jean Jefferson. -me presentó con las chicas.
-Un gusto chicas. -les sonreí amable.
-Ahora chica, ve y sácate esas zapatillas porque ahora aprenderás a bailar. -me hizo una caricia en la mejilla y volvió a su lugar que estaba en frente de las chicas y en frente de un enorme espejo que ocupaba una pared completa.
Me quité mis zapatillas y me uní a ellos.


Entre mi profesor y yo (Synyster Gates 1° temporada)Where stories live. Discover now