Capitulo 17 '' Un tour''

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Ya había escuchado demasiado, me adentré a la recepción para saber dónde estaban todos.
-Carla. –dije interrumpiéndolos.
Brian se giró en seco a mirarme y su cara era de horror. Si supiera que escuché todo lo que dijo.
-¿Qué necesitas, Jean? –me preguntó.
-¿Dónde están todos?
-Oh, en el salón grande. –contestó.
-Gracias. –le di una sonrisa falsa y me giré para volver al pasillo.
Me di la media vuelta y comencé a caminar.
-Jean. –me llamó Brian.
Aquí vamos de nuevo.
-¿Qué me olvidé ahora? –pregunté de mala gana.
-Nada, sólo quería que fuéramos juntos.
Rodeé mis ojos y suspiré.
-De acuerdo. –accedí.
Brian se despidió de Carla y se colocó a mi lado.
-¿Vamos? –preguntó.
Yo sólo asentí y comenzamos a caminar.
Nadie dijo ni una sola palabra, sólo él iba a mi lado, en silencio y nuestras respiraciones era lo único que se escuchaba.
-¿Cómo estás? –dijo finalmente.
-Bien, ¿tú? –le pregunté.
-Bien. –contestó.
Eso fue únicamente lo que dijimos hasta que llegamos al salón.
Margaret estaba esperándonos allí sentada en una de las butacas del salón y los demás alumnos estaban sentados en el escenario.
En cuando llegamos, todos se giraron a vernos y sonrieron.
-Aquí viene mi pareja favorita. –dijo Margaret levantándose de la butaca y acercándose a nosotros. –Aquí viene la pareja favorita de todos. Gracias a ustedes tenemos este gran premio. –dijo mostrando el premio de oro que habíamos ganado.
-Gracias. –dije de mala gana y me dirigí al escenario.
Odiaba que me prestaran tanta atención.
Todos nos acomodamos finalmente en el escenario y Brian se puso detrás de mí ya que todos teníamos que estar con nuestras parejas.
-Bueno, los cité a todos aquí temprano por dos cosas. –comenzó a hablar.
-Quiere que bailemos tres horas. –dije en voz baja asegurándome de que nadie me escuchara.
-Primero porque gracias a la pareja de Brian y Jean, los críticos de distintos estados y países quieren que la academia haga un tour mostrando lo que saben hacer.
Me quedé helada. Iba a tener que bailar de nuevo con Brian, Dios!
-Y también quiero que ahora vengan tres horas por días, deben practicar mucho. –siguió.
-¿Cuándo tendríamos que viajar? –pregunté.
-En tres semanas. –contestó.
Bueno, al menos podría ir a la fiesta de Chris y a la de Carla.
-¿Y a dónde iremos? –preguntó Tania.
-Pasaremos por casi todos los Estados de Estados Unidos, por Canadá y por Europa. –contestó.
Uau, mi sueño se cumpliría de viajar por todo los Estados Unidos.
-Es una gran oferta. –apoyó Brian.
-Lo sé, gracias a ustedes y a la pareja que bailó salsa. –contó Margaret.
-En realidad todos bailamos bien. –le dije.
No me gustaba que las otras personas fueran menos que yo, y ella estaba haciendo la diferencia entre todos nosotros.
-Sí. –dijo sin más remedio. –Ahora todos a practicar. –contestó.
-¿Tenemos que bailar lo mismo que bailamos en la muestra o hacemos coreos nuevas? –preguntó un profesor.
Todos nos giramos a mirarlo.
-Tienes que hacer coreografías nuevas para cada presentación. –contestó.
-¿Qué? –gritamos todos.
-Es así, supongo que tienen el potencial y todo para hacerlo. Para eso vendrán tres horas por días. –contestó.
-Pero es poco tiempo, tenemos que armar más de veinte de coreografías.
-Son sólo quince, vamos a repetir algunas en alguna presentación y a cada presentación le van a agregar la coreografía de la muestra.
¿Cómo pretendía que en tres semanas armáramos quince coreografías?
-Para eso van a venir todos los días de ahora en a delante hasta la gira. –siguió.
-Yo no puedo venir todos los días. –dijo Valeria. –Yo trabajo.
-Tendrás que hacer un lugar para venir a practicar.
-Usted está jugando con los horarios de las personas, usted no sabe si todos tenemos tiempo libre todos los días. –intervino Brian.
-Lo siento, chicos.
-¿Por qué no podemos hacer cinco coreografías y cambiar un poco las rutinas? No nos alcanzará el tiempo. –intervine yo esta vez.
-Jean tiene razón. –dijo Kim.
Yo asentí.
-Está bien, hagan cinco coreografías y luego acomodamos y ordenamos que coreos van a bailar en cada presentación. –accedió Margaret.
-De acuerdo. –dijimos todos.
Ella salió del salón y todos nos quedamos allí.
-Muchas gracias, Jean. –comenzaron a decirme todos.
-No, de nada. –les dije.
Me quise levantar y entonces la mano se me resbaló.
-Yo te ayudo. –dijo de inmediato Brian.
Se acercó a mí y me tomó de la cintura para levantarme.
-Gracias. –contesté. –No hacía falta. –le sonreí.
Él aún no me soltaba.
-Ya puedes soltarme. –rezongué.
-Sí, claro, discúlpame. –dijo rápidamente y me soltó.
-Vamos a practicar. –le dije.
-Vamos.
...
Llegué a mi casa y mis padres me estaban esperando para cenar.
-Hola, hija. –me dijo mi madre cuando dejé las llaves en la mesa ratonera.
-Hola, mamá. –le respondí y le di un beso.
Mi padre estaba sentado en la mesa leyendo un libro.
-Hola, papá. –le dije abrazándolo.
-Hola, mi pequeña. –contestó dándome un beso en la mejilla. –¿Cómo te fue en tu clase?
-Bien, gracias a que nosotros ganamos, los críticos nos llevarán a sus ciudades para hacer una gira. –conté mientras me sentaba a la mesa con ellos y me servía un poco de jugo.
-¿En serio? Qué bueno, hija. –dijo alegre mi padre.
-Sí, lo sé. –dije contenta.
-¿Cuánto hay que pagar? –preguntó.
-Aún no nos dijeron nada, seguramente dentro de una semana quizás nos digan.
-Házmelo saber, pequeña. –dijo mi padre y luego dejó el libro a un lado.
-Claro. ¿Ustedes, cómo estás? –dije dándole un sorbo a mi copa de jugo.
-Bien, hija. Mañana tenemos una cena importante con unos socios y ellos irán con sus hijos, así que ponte un hermoso vestido. –me sonrió mi padre.
-¿Una cena? –pregunté.
-Sí, cena de negocios como quién dice. –contestó. –Con toda la familia. –sonrió.
-Oh, de acuerdo. Mañana iré a comprar un lindo vestido. –sonreí.
...
-¿Cómo ves este vestido para una cena importante? –le pregunté a Melanie.
Ella me había acompañado a comprar el vestido ya que ella también iría y también necesitaba un vestido.
Nos encontrábamos dentro de una tienda de ropa fina que era mi favorita.
Saqué uno de los vestidos que estaba en las perchas. Era de color rojo pasión con un cinturón del mismo color y brilloso, el resto del vestido era rojo liso, con corte corazón, largo y tenía cortado en una parte dónde se vería mi pierna.
-¿No te parece muy atrevido? –le pregunté mirándolo un poco más.
Melanie estaba en otro mundo.
-Melanie. –dije chasqueando mis dedos en frente de ella.
-¿Me hablabas? –preguntó.
-¿No me estás escuchando?
-Disculpa, no tengo un buen día.
-No te preocupes.
Me alejé de ella y entré al mostrador con ese vestido y unos zapatos negros brillosos que tenían cadenas a los costados. Eran preciosos.
Me probé el vestido y luego me coloqué los zapatos, solté mi cabello y lo acomodé como supuestamente lo tendría esta noche y el vestido me quedó perfecto. Me enamoré así que me lo llevaría.
Me vestí nuevamente y salí del probador con vestido y zapatos en manos.
Divisé a Melanie quién tenía un vestido azul Francia corto con unos zapatos del mismo color, estaba bonito.
Ella estaba haciendo fila para pagarlo.
-¿Te acompaño? –le pregunté poniéndome a su lado.
-Eso no tienes ni que preguntarlo. –contestó.
-¿Iremos juntas a la peluquería? –pregunté.
-Yo no voy a ir a la peluquería. –contestó.
-¿Por qué?
-No creo que sea necesario.
-Como quieras.
Últimamente ella estaba muy rara, no sé qué le ocurría pero tenía que averiguarlo.
Pagué el vestido y me dirigí a mi auto sin antes despedirme de Melanie.
-Nos vemos en la noche. –se despidió.
La saludé con la mano y me metí a mi auto.
Fui a una joyería para buscar algún collar, aros y una pulsera que hiciera juego con el vestido, y quizás algo para el cabello.
...
En mi cabello decidí hacerme un par de rulos en las puntas y un mechón de los rulos iría a delante tapando una parte del vestido.
Cuando terminé de peinarme, me acerqué al hermoso vestido que descansaba sobre mi cama al lado de los hermosos zapatos.
Lo admiré unos minutos, era totalmente hermoso y no veía las horas de estrenarlo.
Finalmente, me lo coloqué despacito, disfrutando del momento y luego me coloqué delicadamente cada zapato.
Me miré al enorme espejo que estaba en una de las paredes y la verdad es que estaba fascinada con ese vestido. Me encantaba.
Me acerqué a dónde se encontraba mi maquillaje y comencé a maquillarme.
Labios: rojos.
Rímel: negro.
Delineador: negro.
Sombra: roja y negra.
Ya estaba lista.
Le había pedido a Matt que me acompañara, ya que su padre no iría a la cena porque se encontraba fuera del país por problemas de la empresa.
En mi celular había un mensaje de él que confirmaba mi pedido y que en unos minutos estaría en casa.
Bajé las escaleras y mis padres me esperaban abajo, como siempre elegantes y bebiendo un poco de vino mientras conversaban temas de la empresa.
Mi padre vestía uno de sus tantos trajes caros color negro con apenas unas franjas de color blancas. Mi madre tenía un vestido blanco con un cinturón negro que, en cierta parte, hacía juego con el traje de mi padre.
Cuando llegué a la sala, mis padres me miraron fascinados por el vestido que había elegido.
-Los hijos de los otros empresarios se enamorarán de ti. –bromeó mi padre.
En cierto modo él era muy celoso cuando se trataba de algún novio. Tardó un año en aceptar mi relación con Michael y ese fue el año más duro de toda mi vida porque tenía que verme con él a escondidas.
-Ay papá. –le dije un poco sonrojada.
-Tiene la cara del color de tu vestido. –bromeó mi madre y todos reímos.
Metí mi celular en el bolso de mano color negro con brillos y luego salimos de la casa.
Matt justo estaba aparcando su auto cuando nosotros salimos así que aprovechó para saludar a mis padres que hace tanto no veía.
-Señor Jefferson, señora Jefferson. –sonrió amable Matt.
-Hola, hijo. ¿Cómo has estado? –lo saludó mi padre tomando su mano y estrechándola cortésmente.
-Muy bien, y usted? –devolvió la pregunta Matt.
-Bien, gracias.
-¿No le molesta si yo llevo a Jean? –preguntó.
-No, claro que no. Vayan con cuidado. –dijo mi madre.
-Muchas gracias.
Matt me tomó de la cintura y me condujo hasta la puerta del copiloto del auto y me ayudó a subir cerrando la puerta detrás de mí cuando ya estuve a dentro.
-Estás hermosa. –me halagó Matt cuando ya estuvimos en camino.
El salón donde se haría la cena no era tan lejos de mi casa así que en unos diez minutos estaríamos allí.
-Y tú te ves muy bien, me encanta verte de traje. –admití.
-Sé que soy hermoso. –bromeó.
-Lo eres. –lo seguí.
Todo el camino fue algo silencioso ya que no teníamos de nada que hablar, pero a veces alguien decía algo y ya se creaba conversación.
Finalmente, llegamos a la recepción.
Un hermoso salón color crema con arbustos floreados a fuera, una carpa dónde se encontraban las mesas y sillas dónde se serviría la cena, luces por todos lados y la decoración era lo más elegante que había visto.
Yo casi siempre iba a las cenas de empresarios de mi padre y los salones y la decoración eran lujosos, extremada y exageradamente lujosos pero esta se pasaba.
Bajamos del auto y Matt le puso el seguro antes de tomarme de la cintura y guiarme hasta el salón.
Mis padres ya habían llegado y estaban conversando con una pareja de un señor con traje marrón y una señora con vestido morado, bonita combinación.
Nos acercamos a ellos y los saludamos amablemente.
-Hija, tengo a alguien nuevo a quién presentarte. –me dijo mi padre.
Todos caminos hasta allí y Matt aún me sostenía de la cintura.
Los dos hombres y la señora a la que mi padre quería presentarme estaban de espaldas así que aún no sabía quiénes eran.
Cuando nos acercamos, mi padre tocó el hombro del señor del traje azul que estaba al lado de un joven de traje negro que le quedaba muy bien.
-Hija, él es Brian Haner, el dueño de las empresas Haner. –me presentó mi papá. –Brian, ella es Jean.
Cuando escuché su nombre creí que iba a ser Brian pero cuando ese hombre se giró, no era Brian.
-Un gusto, Jean. Él es mi hijo, Brian. –me presentó con el chico que estaba a su lado.
Él se giró y al ver su cara quedé helada.
Era Brian.

Entre mi profesor y yo (Synyster Gates 1° temporada)Where stories live. Discover now