Capitulo 48 '' Nadie dijo que vivir era facil''

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-Listos. –dijeron los dos y chocamos nuestras manos.
Chris se sentó a una orilla de la cama con su celular en la mano, yo le guiñé un ojo y luego salí detrás de Brian que bajaba con dos maletas enormes. En realidad las maletas cargaban todo lo que Chris tenía en su habitación, o al menos la mayoría, después de que él se presente en frente de sus padres no creo que quiera quedarse aquí y mucho menos sabiendo que su madre está intentando matarlo. No tenía la protección de nadie en aquél lugar.
-¿Crees que saldrá bien? –me preguntó Brian desviándome de mis pensamientos.
-Eh... eso espero. –le dije algo insegura.
-¿Tienes miedo?
-Tengo miedo de que la madre quiera hacerle algo.
-¿Crees que es buena idea?
-De otra forma Chris se quedaría sin herencia y la madre se llevaría todo lo que a él le pertenece.
-A Chris no le importa el dinero, sólo le importa su bienestar. Ahora que su madre supuestamente lo sacó del medio, va a tratar de matar al padre, eso es más que obvio.
-¿Por qué no la corre y ya? Él y su padre son los dueños mayoritarios de todo lo que poseen.
-Ella los denunciaría y quedarían sin un centavo.
-Eso no lo creo. ¿De dónde sacará dinero para pagar un abogado?
-No creo que no tenga ni un centavo, algo debe tener.
-Entonces le robó al padre de Chris.
-¿Recién te enteras? –rio.
-Es que yo nunca he conocido a los padres de Chris profundamente.
-Ah, claro.
Acabando con aquella charla, comenzamos a bajar las escaleras y todos ahí estaban riéndose y festejando.
La sorpresa que se llevarán en unos minutos, juro que me reiré tanto que tendrán que dormirme para que me calle.
El padre de Chris, al vernos, les hizo una seña a los presentes allí de que cerraran la boca y dejaran de reírse.
-¿Eso es todo? –preguntó su madre.
-Sí. –dijo Brian.
-Muchas gracias.
Nosotros no contestamos y salimos de ahí con una enorme sonrisa en nuestro rostro. Salimos a fuera y noté que ya había oscurecido.
¿Oscureció? Pero yo quedé en almorzar con Alex. Me sentí confundida.
-¿Ya es de noche? –miré confundida a Brian.
-Sí, ¿por qué?
-Creí que era la mañana, quedé en almorzar con Alex hoy.
-¿No recuerdas que esta mañana fui a tu casa y estuve contigo? ¿No recuerdas que esta tarde fuiste a verme en la academia? Yo no trabajo a la mañana.
-Pero... -me sentía tonta, no sabía por qué había confundido tanto las horas.
-Debe ser que Alex todavía está afectado por la zona horaria entonces creyó que era la mañana, seguramente te esperará para cenar.
-Sí, eso debe ser.
-Mándale el mensaje a Chris. –me dijo guardando las maletas en el baúl del auto.
-Claro, ahora lo hago.
Tecleé un ''listo'' con mi teléfono y le envié el mensaje a Chris. En ese momento nosotros entraríamos de nuevo a la casa.
-¿Entramos ahora? –me preguntó Brian.
-Sí, ahora.
Abrimos la puerta y todos seguían allí conversando, todavía Chris no había bajado.
-¿Por qué volvieron? –preguntó el padre.
-Nos olvidamos algo arriba. –dijo Brian.
En ese momento vimos la silueta de mi amigo bajar por las escaleras, nuestras miradas pasaron desde el padre de Chris hacia Chris quien sonreía triunfante. Su madre lo miraba asustada, como si estuviera viendo un fantasma.
-¿Viste un fantasma, mamá? –le preguntó irónico Chris.
-¿Qué haces aquí? –dijo con mucha dificultad.
Puedo jurar que hasta casi se caía del sofá y sus mandibula le llegaba a las rodillas, las otras parejas que estaban allí presente estaban blancos como una hoja de papel y con sus ojos abiertos de par en par, no podían creerlo. Sin embargo, su padre sonreía feliz y unas lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, cosa que me enterneció.
-Estoy vivo. –musitó. –Aquí me tienes, mamá.
-¿Vivo? Pero yo te vi morir.
-O eso es lo que creíste. Era lo que querías, que muera, ¿no mamá?
-¿Cómo dices esas cosas, hijo?
-Vamos, no seas cínica, yo mismo escuché cuando hablabas con el hijo de estos dos. –dijo señalando a la pareja que estaba sentada a un lado de la sala. –Para que me atropellara y me causara la muerte.
-Ten un poco de respeto por tu madre, Christopher.
-¿Tener respeto? ¿Yo? ¿Por qué tengo que tenerlo si tú nunca tuviste respeto por mi padre y mucho menos por mí?
-No digas esas cosas, hijo, puedes arrepentirte.
-No me voy a arrepentir, eso te lo aseguro.
-Me arrepiento de haber hecho. –musitó su madre.
-Tendrás tiempo de arrepentirte en la cárcel. –dijo frío.
Nunca había visto a Chris en este papel, era muy frío con su madre, no mostraba ningún sentimiento más que odio, su padre sólo se quedaba callado y observaba la escena, creo que no le convenía interceder.
-Ni tú ni nadie me mandará a la cárcel. –dijo sacando una pistola de uno de los cojines del sofá.
Todos suspiramos y nos hicimos para atrás con miedo de que ella disparara para cualquier lugar. ¿Qué hacía ella con un arma? ¿Pensaba dispararle de verdad a su hijo?
-Eres duro para morirte, ¿eh, hijo?
-Elena, ¿qué haces? –habló su padre.
-Cállate, Robert, no te metas.
-Me meteré todo lo que quiera, tú no le harás daño a nuestro hijo.
-Vamos viejo tonto, tú ya te morirás y todo esto será mío. –dijo refiriéndose a la casa y a las empresas.
-¿Qué no recuerdas que un día antes del accidente él firmó los papeles para que todo eso fuera mío?
-Sí, pero ahora firmará los papeles para que esto sea mío, sino le disparo.
-Si le disparas ya no podrá firmar.
Chris desafiaba a su madre como si estuviese desafiando a un delincuente, todo esto era demasiado extraño.
-No voy a firmar nada, todo esto le pertenece a mi hijo.
-Yo soy tu esposa.
-¿Tú eres una esposa? –la miró incrédulo Chris. –Tú no sabes el significado de ser una esposa, no sabes el significado de ser una madre ni mucho menos el significado de tener una vida digna. Si no fuera por mi padre que te sacó de ese callejón en el que trabajabas como prostituta, tú no estarías aquí. ¿Quién te crees que eres para venir a amenazarnos con un arma? Nosotros no te tenemos miedo, prostituta.
-Cállate, Christopher Haner, los presentes aquí no tienes por qué saber lo qué pasó con mi vida.
-Tienen que saberlo, créeme. Tienen que saber que te vendías a cualquier persona que pasaba por allí, tienen que saber que te prostituías por un plato de comida.
-No me arrepiento de eso, todos hacemos lo que está a nuestro alcance para poder vivir.
-Podrías haber hecho algo más decente, ¿no? Pero no, la señora tenía que andar de zorra por la ciudad.
-Ten más respeto, jovencito.
-Tú no te mereces el respeto de nadie, vuelve al callejón de dónde saliste.
-Si tu padre no me hubiese rescatado de eso, tú no estarías aquí en este momento.
-Él sólo lo hizo porque quería un hijo, un heredero, sólo por eso. Si mi padre esa noche no hubiese pasado por esa calle y te hubiese visto llena de sangre, él no te hubiera salvado. Hubiese buscado algo más decente.
-Yo no lo pedí que me salvara.
-Encima eres una desagradecida. ¿Lo ves, papá? Ella no se merece nada.
-Te equivocas, hijo. Ella si se merece algo. –habló su padre.
Chris puso mala cara y lo miró expectante. ¿A qué se refería con eso? La verdad es que era muy incómodo ser parte de esta discusión, me imagino cómo se sentirán las otras parejas.
-¿Qué? ¿Qué se merece? –le preguntó algo exaltado Chris.
-La cárcel. –contestó.
-Tú no me mandarás a la cárcel, Robert. –dijo Elena apuntando con el arma a su esposo desde lejos.
-Quizás él no, pero yo sí. –habló Chris.
Elena se giró y esta vez le apuntó a su hijo, estaba totalmente dispuesta a matarlo.
-Si lo matas no tendrás herencia.
-Si la tendré, ¿sino por qué crees que lo mato?
-Hay algo que tú no sabes.
-¿Qué cosa?
-Si yo muero y Chris también, la herencia queda para una segunda dueña.
-¿Una segunda dueña? Esa soy yo.
-No, no eres tú.
-¿Acaso tienes un amante u otra hija de la cual yo no sepa?
-No, pero esa persona ha sido como una hija para mí.
-¿Quién es? Habla viejo así la busco y la mato.
-No vas a poder matarla, eso te condenaría de por vida.
-No me importa, me escaparé.
-En realidad son dos dueños, no creo que quieras cargar con cuatro muertes.
-Mataré a todos en esta habitación si es necesario.
En ese momento golpearon la puerta, nos miramos entre todos y Chris me hizo seña de que abriera la puerta ya que Brian y yo nos encontrábamos en ella.
-La abres y te disparo. –me dijo Elena.
-Ábrela, Jean. –me ordenó Chris.
Yo lo miré algo confundida, quería hacerle caso a mi amigo pero tenía miedo de que ella me disparara, en serio le tenía miedo.
-¿Quieres matar a tu amiguita, hijo?
-Abre la puerta, Jean. –volvió a decirme Chris ignorando a su madre.
Abrí despacio la puerta y el padre de Chris se puso detrás de mí tapándome por completo para que ella no pudiera dispararme.
-Córrete, Robert. –le ordenó Elena.
-No vas a dispararle.
-¿Qué tal si les disparo a los dos?
-Usted no va a disparar a nadie. –dijo una voz masculina.
Yo lo miré y había dos policías a fuera, estaban armado como si fueran a la guerra, eso asustaba un poco.
-¿Qué hacen ustedes aquí?
-Recibimos un llamado de que habían muchos gritos en esta casa. –comentó. –Y nos llevamos con esta gran sorpresa, usted teniendo de rehén a todos aquí.
-Nadie va a llevarme la cárcel. –dijo apuntándole con el arma.
-Necesitamos refuerzos, hay rehenes en el lugar. –habló por el radio el policía.
-Entendido. –contestaron y este levantó la cabeza.
-¿Quieren hacer cargos en contra de la señora?
-Intentó matarme. –dijo inmediatamente Chris.
-¿Con el arma?
-En realidad ella preparó un atentado contra mí, pidió a alguien que me atropellara con su auto para que me matara y así ella pudiera quedarse con mi herencia.
-¿Su herencia? ¿Su padre ya murió?
-No, mi padre está allí. –dijo señalándolo. –Pero tiene una enfermedad terminal y no le queda mucho tiempo de vida.
-¿Qué es ella para usted?
-Mi madre. –contestó a regañadientes.
-Entonces ya son dos cargos, un atentado y tener a todos aquí de rehenes amenazándolos con un arma.
-Bien. –dijo Chris.
-¿Quiere hacer otro cargo contra alguna persona aquí? –le volvió a preguntar a Chris.
Este miró a su padre y luego me miró a mí. Yo negué con la cabeza, no quería que Chris mandara a Robert a la cárcel, no le quedaba mucho tiempo de vida y creo que si él muriera en la cárcel, Chris jamás se lo perdonaría.
-No, señor. –dijo suspirando.
-Eso es todo. Ahora vienen los refuerzos y nos llevamos a la señora a la cárcel.
-Nadie va a llevarme a la cárcel. –volvió a decir. –Robert, haz algo.
-Te lo mereces. –contestó este y se dirigió a donde estaba su hijo.
-Pues si voy a ir a la cárcel, creo que sea con justa causa. –anunció y apuntó a dónde se encontraban Robert y Chris.
-Atrévete. –la desafió Chris. –Atrévete a disparar, atrévete a pudrirte en la cárcel, atrévete a matar al hombre que te salvó de que te violaran, atrévete a disparar a tu hijo. Atrévete, quiero ver que lo hagas. –siguió.
Yo abrí mis ojos de par en par, Chris ya la había desafiado demasiado.
¿Acaso no tenía miedo de que lo mataran?
-Chris. –musité.
-Tranquila, Jean. Es demasiado cobarde, no disparará.
-¿Me crees cobarde?
-Sí, demasiado como para disparar.
-Aquí va. –dijo y tiró del gatillo.
Todos cerramos los ojos esperando el estruendoso disparo contra el cuerpo de alguno de los dos.
Por suerte, el arma no estaba cargada, así que nadie salió herido, gracias a Dios.
-No está cargada. –rio Chris. –Error de novato. –volvió a reír.
-Te salvas esta vez, pero la próxima vez que te vea no quedará ni un pelo de ti. –lo amenazó mientras dos policías la sacaban de la casa.  


¡¡SOLO QUEDAN 12 CAPÍTULOS PARA EL FINAL!!



Entre mi profesor y yo (Synyster Gates 1° temporada)Where stories live. Discover now