Capitulo 14 ''Se enteró''

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Narra Brian.

El insistente sonido chillón del despertador me hizo abrir mis ojos a las nueve y media de la mañana.
El dolor de cabeza característico de todas las mañanas apareció en mí, me había despertado algo cansado y no sabía por qué tenía que despertarme a esta hora.
Luego me senté en mi cama a pensar y entonces recordé que debía ir a casa de Jean para ensayar.
Con el simple hecho de saber que hoy la vería de nuevo, mi dolor de cabeza desapareció y mis pilas se recargaron.
Me levanté de la cama y me dirigí al baño, me di una ducha corta y luego salí de él para volver a mi habitación y ver qué me pondría.
Busqué en unos cajones mis típicos pantalones chándal para bailar y opté por uno color gris que era uno de mis favoritos y elegí una remera sin cuello de color azul.
Busqué cualquier zapatilla, de todas formas me las sacaría apenas llegara a la casa de Jean.
Me dirigí a la cocina y me preparé un café liviano con unas galletas, si quería bailar y estar bien debía comer algo liviano.
Cuando ya tuve la taza de café y el plato de galletas en mis manos, me senté en unos de los taburetes de la barra y comencé a tomar tranquilamente mi café mientras picaba una que otra galleta.
Me había quedado pensando en lo que me había dicho Jean anoche.
<<Te ganaste un poderoso enemigo, Haner>>
Sus palabras quedaron totalmente grabadas en mi cabeza y el miedo a perderla por una estupidez como esa me invadió por completo.
Debo tratarla bien, no debo pasarme de listo con ella, sé que de a poco la conquistaré pero tengo que ir despacio.
El problema es que mi mente queda en blanco cada vez que la veo, cada vez que la tengo en frente, es como una obsesión, como una fruta prohibida que nunca podré tener.
Nuestro estatus social es igual, mi padre es dueño de las empresas Haner, así que nosotros dos teníamos el mismo nivel, aunque yo no lo demostrara mucho.
Moría porque sean las diez de la mañana y poder ir a su casa y verla, abrazarla y bailar un lento con ella pero también me atemorizaba la forma en la que ella me trataría ahora.
Seguíamos en tregua, sí, pero ella a veces es un poco desafiante y caprichosa.
Tomé mi celular y llamé a mi hermano, debíamos hablar.
*Inicio de llamada*
-Brian. –dijo al contestar.
Seguramente estaba en la empresa.
-¿Estás ocupado? –le pregunté.
-Sí pero habla, ¿qué necesitas? –preguntó.
Se escuchó que acomodó unos papeles y los guardó en unos de los cajones de su oficina.
-Necesito hablar contigo.
-¿De Jean?
-Sí. ¿Podríamos almorzar juntos?
-¿Hoy?
-Sí.
-Es que estoy tapado de trabajo, ¿no puede ser mañana?
-Eres el jefe, media hora de descanso no hace mal a nadie.
-Pero debo terminar con esto.
-Yo mañana no puedo, debo trabajar.
-Está bien, hoy al medio día. ¿A qué hora?
-Yo te aviso cuando salga de casa de Jean.
-¿Cuándo salgas de casa de Jean? –preguntó extrañado.
-Sí.
-¿Qué te vas a hacer a esa casa?
-Debemos ensayar.
-Ya me contarás bien cuando almorcemos.
-Sí, yo ahora debo irme así que te dejo para que trabajes tranquilo.
-Sí, no sabes todo el trabajo que tengo. Mi secretaría aceptó todos los proyectos de otras empresas y ahora tengo que preparar muchísimos planos.
-Si necesitas que te ayude me dices.
-De acuerdo, cuando almorcemos te cuento bien todo.
-De acuerdo, hasta luego, Jasón.
-Hasta luego, Brian.
*Fin de la llamada*
Dejé mi celular sobre la barra y le di un último sorbo a mi taza de café y luego me levanté del taburete.
Tomé la taza y el plato entre mis manos y los llevé al fregadero, les di una lavada rápida y luego los dejé secando.
Me fui a mi habitación y me coloqué un poco de perfume, acomodé un poco mi cabello y luego mi ropa. Estaba listo para irme a casa de Jean.
Miré el reloj de mi mesa de noche y faltaban nada más que cinco minutos para que sean las diez de la mañana.
Agarré mi cartera y tomé un poco de dinero de un cajón para guardarlo en ella, la coloqué en mi bolsillo y luego fui a la cocina por mi celular y mis llaves del departamento y la moto.
Guardé todo en mis bolsillos y luego cerré el departamento.
Entré al ascensor y apreté el botón que me llevaba a la planta baja.
Cuando llegué a recepción, saludé a la recepcionista y salí a toda prisa para buscar mi moto.
Arranqué la moto y me fui en dirección a casa de Jean.
El viento veraniego de California no corría muy seguido así que disfrutaba cuando lo hacía, el sol brillaba hermoso y no había ni una sola nube en el cielo. Será un gran día.
Luego de manejar las treinta cuadras que me separan de la casa de Jean, llegué a su casa y aparqué en la acera de la misma.
Me bajé de la moto y me acerqué al timbre que estaba en el portón.
Toqué dos veces y luego una voz femenina conocida contestó por el aparato.
-Ahora voy. –dijo amablemente y yo me quedé allí parado esperándola.
Jugué un poco mi cabello mientras esperaba que saliera alguien a atenderme.
Cuando volví mi mirada al portón, la señora que me había atendido los otros días apareció.
-Joven Brian. –sonrió mientras abría el portón.
-Buenos días. –le sonreí.
-¿Cómo ha estado?
-Muy bien, ¿y usted? –le respondí.
-Muy bien. ¿Qué lo trae por aquí?
-Pues, habíamos quedado con Jean que yo vendría hoy a las diez para que ensayáramos el baile de fin de mes.
-Verá usted joven que la señorita no está. –contestó algo afligida.
-¿No está? –pregunté confundido.
-No, ella anoche llamó para decirle a su padre que se quedaría a dormir en la casa de su amiga Melanie.
-¿Entonces ayer no volvió a su casa después de baile?
-No, ella se fue a sus clases y desde entonces no volvió.
-¿Y dónde vive Melanie?
-No tengo idea pero su amigo, Christopher, sabe dónde vive. ¿Quiere que lo llame?
-No se preocupe, yo tengo su número, es mi primo. –le sonreí.
-Pues son muy guapos los dos. –sonrió dejando ver algunas arrugas.
-Muchas gracias, bueno ahora me voy a buscarla entonces en casa de Melanie.
-Sí, seguramente está allí.
-De acuerdo, hasta pronto.
-Hasta pronto, joven, cuídese.
-Igualmente.
Ella volvió a entrar en la casa y yo me quedé allí solo a fuera.
Maldita Jean irresponsable.
Saqué mi teléfono del bolsillo y cuando iba a marcar el número de mi primo me puse a pensar.
¿Qué excusa le daría a Chris para preguntarle dónde vive Melanie?
Creo que no será muy conveniente llamarlo.
En vez de marcar su número, coloqué el GPS para averiguar su dirección.
Coloqué el apellido de su familia y de inmediato el GPS los encontró.
Me indicó que ella vivía detrás del restaurant donde habíamos comido el martes, un casa con rejas color gris. Sería fácil encontrarla.
Me volví a subir a la moto y comencé a manejar hasta llegar al restaurant. Desde allí comencé a guiarme para encontrar la casa de Melanie.
Finalmente, llegué a dicha casa e hice lo mismo que hice en casa de Jean, tocar el timbre.
-¿Quién es? –preguntó una voz femenina del otro día.
-Vengo por Jean. –contesté.
-Ahora le abro. –contestó y se cortó la comunicación.
Luego de unos segundos, una señora de mediana estatura apareció detrás del enorme portón.
-¿Aquí está la señorita, no? –pregunté para asegurarme.
-Sí. –contestó y abrió el portón. -¿Usted quién es?
-Su profesor de baile.
-¿Qué faltó a sus clases?
-No, vengo por otra cosa.
Ella asintió y no preguntó nada más.
Caminamos por el largo camino hasta la puerta principal.
-Espere aquí en la sala y yo iré por la señorita. –me dijo. –Siéntese como en su casa. –sonrió y comenzó a subir las escaleras.

Narras tú.

<<-Brian, ¿puedo hablar contigo? –le pregunté.
Estábamos a fuera de la academia y la clase del día ya había acabado.
-¿Qué necesitas? –preguntó algo seco.
-Quería preguntarte si querías ir a tomar algo a mi casa. –le dije algo tímida.
-¿Ahora me quieres? –preguntó sarcástico.
-En realidad siempre te quise. –le confesé.
-¿Y ahora lo dices? Por favor, no me vengas con esas cosas ahora. –dijo irónico.
-Por favor, Brian. Escúchame. –le pedí.
-Ya es demasiado tarde, Jean.
-¿Tarde? ¿Por qué?
-Porque ya estoy con alguien más, que si me valora y que si aceptó lo que sentía por mí desde un principio, no anduvo con vueltas como tú.
Sus palabras me rompieron el alma. ¿Estaba con alguien con más?
El mundo se me vino abajo. No podía creerlo. ¿Con quién estaba?
-Hola, amor. –dijo una chica que yo reconocía llegando a su lado.
-Hola, hermosa. –sonrió él y la besó.
Yo me acerqué más a él y la miré de frente a ella, era Melanie.>>
Los insistentes golpes de la puerta me habían despertado. Me desperté algo exaltada y comencé a mirar para todas partes entonces caí en la cuenta de que todo había sido un sueño y que yo estaba en la habitación de Melanie.
-Yo voy. –dijo Melanie.
Ella se acercó a la puerta y Mabel se encontraba en el umbral de ella.
-Es Mabel. –me avisó.
-Señorita Jean, un joven la está esperando allá abajo.
-¿Un joven? –pregunté extrañada.
-Sí, dice ser su profesor de baile. –contó.
¡Cierto! Brian, el baile, lo había olvidado, cierto que hoy iría a mi casa para ensayar.
-Ahora bajo. –dije rápidamente bajándome de la cama.
-¡Sí! Conoceré a tu profesor. –dijo emocionada Melanie.
<<Si te imaginaras quién es mi profesor>> dije para mis adentros.
Me coloqué la ropa que tenía el día anterior, me levé la cara y cepillé un poco mi cabello.
-¿Por qué tan asustada? –me preguntó Melanie cuando salí del baño.
Ella estaba sentada en su cama mirándome pícaramente.
-¡Me regañará! –le dije exaltada.
-Tranquila, no creo que sea tan malo.
-Es que yo olvidé que hoy ensayaríamos en mi casa y por eso me quedé aquí a dormir.
-Entonces si debes preocuparte. –me dijo divertida.
-Cállate. –la fulminé con la mirada.
-Vamos, no hagamos esperar más a tu amado. –se burló.
No le dije nada y comenzamos a bajar las escaleras.
Yo iba temosa por la expresión de Melanie al darse cuenta de quién era mi profesor.
Bajamos las escaleras y cuando llegamos a la sala, Brian estaba sentado en uno de los sofás blancos.
-¿Brian? –preguntó extrañada mi amiga.
-Melanie, qué bueno volver a verte. –le sonrió Brian y se levantó del sofá para saludarla.
Quería que la tierra me tragara en ese mismo momento, me mataba decepcionar a mi amiga así pero si ella no se hubiera enamorado de él esto no estaría pasando.
-¿Qué haces aquí? –preguntó.
-Vengo por Jean. –contestó y luego posó su mirada en mí.
Yo seguía parada en el último escalón, temía bajar de allí.
-¿Tú eres su profesor? –preguntó algo decepcionada.
-Sí. –sonrió él.
Melanie me miró con una tristeza palpable y el mundo se me cayó a pedazos.
-¿Por qué no me dijiste que Brian era tu profesor? –dijo mirándome aún.
Yo bajé el último escalón y entré a la sala.
-No creí que fuera conveniente.
Ella suspiró.
-Debemos irnos. –dijo a regañadientes Brian.
-Sí, claro. –dije algo atontada.
Él me tomó de la cintura, se le hizo costumbre hacerlo, y luego se despidió de Melanie. Yo hice lo mismo que él sin despegarme de su agarre y salimos de su casa.
-Yo iré en mi auto. –anuncié y él no dijo nada.
Subió a su moto y yo a mi auto y nos dirigimos a mi casa. Espero que Melanie sepa entenderme.

Entre mi profesor y yo (Synyster Gates 1° temporada)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang