Capitulo 3 ''Sentimientos mutuos''

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-Las dejaré a solas con su nuevo profesor. -dijo la directora guiñándonos un ojo.
Acto seguido, ella abandonó la sala dejándonos a solas con Brian.
-Y bien... -volvió a hablar Brian. -Vamos a conocernos. -sonrió posando su mirada en mí.
Me miraba como si esperara ansioso saber mi nombre y mi edad, como si esperara ansioso escucharme hablar.
¿Pero qué cosas estoy diciendo? Un chico tan lindo y perfecto como él nunca se fijaría en mí. Además él es prohibido porque es mi profesor.
Él se dirigió a la mesa que ahora se encontraba en frente del espejo donde la había dejado Richard el viernes.
Posó sus manos a las orillas de la mesa y apoyó su trasero en el medio de ambas manos como si fuera a sentarse pero no lo hizo, se quedó parado en esa posición. Se veía tan sexy.
Por fin giré mi mirada hacia las chicas que lo miraban como miraban a Richard, de una manera normal, como un profesor y luego ellas se pusieron a conversar un rato.
¿Seré la única tonta que le gusta el profesor?
-Bueno, chicas... como Margaret dijo hace un rato, mi nombre es Brian Haner y tengo veinte años. Soy de California por si se lo preguntan, no tengo novia ni mucho menos hijos.
Cuando pronunciaba cada palabra, su mirada no se apartaba de la mía. Lo decía como si me lo estuviese diciendo a mí nada más.
-Y ustedes, chicas? Como se llaman? -me miró primero a mí pero sin embargo yo no hablé.
-Yo soy Nancy Parker, tengo veintidós años, soy de aquí y mis padres son dueños de la empresa de dulces más famosa de Estados Unidos; Golosinas Parker.
La presentación comenzó desde el otro lado del semicírculo y suspiré de alivio al saber tres cosa; primero: que no era la única chica cuales padres eran dueños de una empresa muy grande, segundo: que yo sería la última en presentarme y tercero: que ella era más grande que Brian así que ya era una menos en la carrera.
¿Por qué sigo pensando en eso? Debo desterrar esos pensamientos de mi cabeza. Nunca pasará Jefferson!!
-Yo soy Tania Olsen; tengo veinticinco años, estoy en esta academia desde los diez años, soy de aquí y mis padres son dueños de la empresa más grande de juegos de mesas; Monopolios Olson.
Sí, una menos en la carrera y una más que es hija de padres empresarios.
Eso era bueno, no era la única millonaria aquí y al parecer todas lo eran.
-Yo soy Leslie Evans; tengo veintitrés años, soy de aquí de California y mis padres son dueños de la Universidad más prestigiosa de música de los Estados Unidos; Music University Evans.
¿Era hija de los Evans de esa Universidad? Uau siempre quise ir a esa Universidad.
-Yo soy Valeria Miller, tengo veinticuatro años, soy de Boston pero vinimos aquí porque mi padre es uno de los abogados más asistido de Estados Unidos y mi madre una defensora de familia.
He oído hablar de ellos, son muy buenos y ganan mucho dinero.
-He oído hablar de ellos. -repitió Brian en voz alta como si me hubiese leído la mente.
-Yo soy Kimberly Johnson, tengo veintiún años, soy de Nueva York pero me vine a vivir aquí después de que mis padres murieran. -comentó.
Oh, no sabía que Kimberly no tenía padres, qué triste.
-Lo siento mucho. -dijo Brian con un sentimiento único.
Todas habían terminado de hablar y ahora faltaba que yo lo hiciera, me moría de vergüenza por el miedo a equivocarme o que todas me miraban extraño por ser menor de veinte años.
-Y tú, señorita de blanco y negro, cómo te llamas? -me preguntó Brian con una dulzura palpable en su voz.
Yo tragué saliva preparando las palabras que saldrían a continuación de mi boca.
-Yo... yo... -comencé a tartamudear.
Me había puesto muy nerviosa y un color rojo comenzó a tomar lugar en mi pálida cara.
Bajé la mirada y jugué con mis dedos nerviosos.
Levanté mi mirada y tomé una postura firme para presentarme.
-Yo soy Jean Jefferson, tengo diecinueve años.
Cuando dije mi edad me miró con una expresión de felicidad y alivio. Todas las chicas se giraron a mirarme porque pensaban que yo era más grande. Me quedé callada un momento y luego seguí.
-Soy de aquí, de California y mis padres son dueños de la empresa más importante de petróleo; PJ que significa Petróleos Jefferson. -expliqué.
-Oh, Jefferson. -susurró Brian, mirándome.
-Sí, Jefferson. -contesté en el mismo tono de voz.
Las chicas comenzaron a charlar un rato mientras yo miraba mi móvil un poco nerviosa mientras sentía la intensa mirada de aquél profesor sobre mí. En serio me ponía muy nerviosa.
-Profe... -hablé y todos se quedaron callados.
-Sí, Jean? -me miró con una media sonrisa.
-Me... me podría dar permiso para ir al baño? -pregunté.
-Claro, ve. -sonrió un poco decepcionado.
-Gracias. -le agradecí y me levanté del suelo.
Acomodé un poco mi ropa y luego salí de la habitación dándoles la espalda a Brian y a las chicas.
Caminé por un pasillo próximo al pasillo de las salas de baile y me topé con el baño de hombres y más a delante con el de mujeres.
Entré a toda prisa, un poco desesperada por mirarme al espejo. ¿Qué me está pasando? Soy una alumna ejemplar como me dijo Richard la semana pasada. Debo resistirme a él, debo bailar como lo vengo haciendo hace dos semanas, debo sacarme esta vergüenza que me está haciendo daño. Él es mi profesor y es muy imposible que yo salga con él. Además él nunca me miraría.
<<¿Por qué te tiras abajo, Jefferson?>> me habló mi conciencia.
-No me estoy tirando abajo, conciencia. -le contesté en voz baja cuando me aseguré de que yo estaba sola en ese baño.
Me quedé pensando un rato allí hasta que logré tranquilizar los latidos de mi corazón.
Abrí el grifo de agua y mojé mis manos para luego pasarlas por mi frente y bajar la temperatura que mi cuerpo había tomado.
Mientras tanto en la sala: Narra Brian.
Jean es hermosa, la chica más hermosa que he visto nunca. Sus ojos, su sonrisa, su cuerpo, el meneo de sus caderas al moverse. Es perfecta pero a la vez imposible ya que era mi alumna. Me hubiese gustado conocerla en otro lugar y momento que no fuera este.
-Cuando vuelva su compañera me mostrarán algunos pasos de baile que el profesor Richard les marcó. -ordené dulcemente a las chicas que permanecían en frente de mí.
Las chicas se levantaron del suelo y se quitaron sus zapatillas, se ataron el cabello y luego se dirigieron al frente del grandísimo espejo que decoraba una de las paredes de la habitación.
Se pusieron a ensayar un poco mientras yo le mandaba un mensaje a mi hermano.
Mensaje:
Jasón, necesito verte y hablar contigo.
Teclee y apreté enviar para luego bloquear mi celular y esperar la respuesta de mi hermano.
Luego de un rato, el timbre del mensaje sonó.
Mensaje:
Hermano, sobre qué quieres hablar?
Lo leí y pensé si decirle por teléfono o esperar hasta verlo.
Mensaje:
Sobre una chica.
Envié el mensaje y las chicas seguían calentando para su baile.
Volvió a sonar el teléfono y miré rápidamente el mensaje.
Mensaje:
Oh, claro. Dónde nos vemos?
Le diría que pasara por mí en la Academia ya que dejé mi Ducati en casa porque la Directora había pasado por mí para venir aquí.
Mensaje:
Pasa por mí por la Academia Dance Manhattan a las siete.
Respondí y él contestó un ''Ok'' para luego dejar de mensajeárnos.
-Con permiso, profesor. -habló la dulce voz de Jean que provenía del umbral de la puerta.
Debía ser firme y resistir hasta que hable con mi hermano para que me diera un consejo.
-Pasa, cariño. -contesté estúpidamente.
¿Pero qué había dicho? SI que era un estúpido.
-Digo... Jean. Sácate las zapatillas y únete a tus compañeras para que me muestren lo que el profesor les enseñó. -le ordené.
Ella me miró avergonzada.
-Claro. -contestó con la mirada baja y luego se dirigió a donde se encontraban todas las zapatillas.
Dejó su teléfono junto a su bolso y se quitó las zapatillas para luego unirse a sus compañeras que ya habían calentado.
-De acuerdo, quién será la primera en mostrarme sus pasos? -hablé finalmente cuando las chicas tomaron posición. -Supongo que tú, Tania. Ya que eres la más antigua entre todas tus compañeras, no es así? -pregunté mirando a la chica rubia de estatura mediana que estaba al lado de Jean.
-En realidad, profe... Jean es la que mejor baila de todas nosotras. Ella es la que mueve mejor el cuerpo y le salen perfectamente las coreografías. Por qué no lo hace primero ella? -preguntó un poco nerviosa.
Jean la miró con una ceja levantada como diciéndole ''¿Qué te ocurre?'' y yo sonreí por su expresión.
-Entonces, Jean enséñame lo que sabes hacer. -le dije dulcemente y ella dio un paso a delante de todas sus compañeras.
Ella se puso derecha y sonó todos los dedos de su mano antes de comenzar.
Sin más preámbulo, ella comenzó a bailar, sus piernas largas que su short negro dejaba ver se movían perfectas al compás de la canción, era como ver bailar a una profesional. Sus pechos de un tamaño considerable se movían de un lado a otra haciendo que me derritiera por completo, eran redonditos y bien tornados bajo esa musculosa que dejaba ver la loma de ambos. Su abdomen se adaptaba perfecto al movimiento de su cuerpo de un lado a otro, su cuello largo decorado con una cadenita de clave de sol se movía como si estuviera hecho de goma y sus brazos hacían volar mi imaginación.
Era una imagen perfecta, me encantaba el cuerpo de esta chica, me encantaba su actitud al bailar, sus piernas al moverse eran una oleada de sensualidad palpable. Sus pechos moviéndose de arriba abajo acorde al movimiento de su cuerpo. Era perfecto, simplemente perfecto.
La música acabó y ella dejó de bailar repentinamente con un rubor notable en sus mejillas.
Yo la miré unos segundos y ella siguió mi mirada, profunda e intensa.
-Muy bien, Jean. -le sonreí con un hilo de voz.
-Gracias, profe. -contestó más suelta que hace un rato.
Me quité el buzo y lo dejé sobre la mesa y sólo me quedé con mi pantalón de chándal negro y mi musculosa blanca que dejaba ver mis brazos.
Luego noté que Jean y yo vestíamos los mismos colores y reí para mis adentros.
-Lo que me mostró su compañera estuvo muy bueno. -dije dándole un doble sentido a la frase. -Así que ahora yo la seguiré con las indicaciones que Richard me dio. -expliqué.
Me coloqué de espaldas a las chicas mirando al espejo donde todas estaban mirando y comencé a moverme acorde a los pasos que Richard me había marcado a mí para enseñarles a las chicas.
Me movía de un lado a otro, levantando los brazos, girando y muchas cosas más que dependían de ese baile que sería para la muestra de fin de mes.
-Bueno chicas, ahora necesito que sigan estos pasos. -les ordené.
Ellas comenzaron a moverse con los pasos que les había marcado y todas lo hacían muy bien, en especial Jean que ese meneo de caderas lo hacía más que un baile normal, un baile sensual.
-Y, qué tal? -preguntó Jean con una voz algo agitada por el baile.
-Maravilloso. -les aplaudí. -Son geniales chicas. -las halagué.
-Gracias. -dijeron todas juntas.
-Descansen un rato y luego seguiremos. -les dije.
Mientras las chicas charlaban, vi como la recepcionista que apenas pude ver cuando entré, se acercó a la puerta y comenzó a golpearla.
-Pasa. -le grité ya que si lo decía en voz baja no me escucharía.
-Profesor... -dijo mirando una hoja de papel y luego levantando su mirada hacia mí.
No podía creerlo, era mi mejor amiga, Daniela Adams. Hacía tanto que no la veía.
-Brian Haner? -preguntó con una sonrisa en sus labios.
-Daniela Adams? -le devolví la pregunta.
-No puedo creerlo. -chilló corriendo hacia mí y abrazándome.
Habían pasado dos años ya que nos veíamos. Aunque nuestra diferencia de edad era considerable, nosotros éramos grandes amigos. Nos habíamos conocido en la Universidad donde yo estudio y ella estudiaba, es una chica genial y muy bonita.
-No sabía que eras tú el profesor nuevo que Margaret había traído. -seguía sonriendo.
-Yo no sabía que tú eras la recepcionista de este lugar. Y no me has visto porque a Margaret se le hizo tarde para venir a la academia y me traía volando, literalmente. -reí.
-Hace seis años que soy la recepcionista de aquí.
-Y a mí nunca me contaste nada.
-Es que no quería que nadie supiera que trabajaba aquí para pagar mis estudios. -dijo apenada.
-Estás apenada por trabajar aquí? -le pregunté sorprendido.
-Sí, esto no era lo que yo quería y menos lo que yo estudié. -contestó.
-Pero este lugar es muy prestigioso. Deberías estar orgullosa de trabajar aquí, al igual que lo estoy yo ahora.
-Pero tú sabías que este no era mi sueño. -contestó. -Además tú estás feliz porque este era tu sueño en realidad.
-Sí, lo sé. Tú querías ser administradora de empresas. -contesté recordando lo que ella una vez me dijo.
<<-Y tú Daniela, qué estás estudiando? -le pregunté.
Llevábamos dos días conociéndonos y ella era una chica genial y muy inteligente.
-Yo estoy estudiando para ser Administradora de Empresas. -contestó sonriente.
-Oh, qué bien. -le sonreí.
-Y tú? -me preguntó.
-Yo quiero ser profesor de baile. -le sonreí.
-Debes bailar muy bien.>>
-Mira el lado positivo. -volví a hablar. -Nos veremos todos los días, de nuevo. -le sonreí tratando de convencerla de que esto no era malo.
Ella miró a Jean y luego volvió su mirada hacia mí.
¿Qué se traerán esas dos?
-Quizás no por mucho tiempo. -habló.
-Por qué? -le pregunté triste.
-Larga historia, luego te cuento.
-De acuerdo.
-En fin, venía a que firmaras estos papeles que Margaret me dio. -me entregó tres hojas para llenar.
-Oh, gracias. Ahora las lleno mientras las chicas practicar y luego te las llevo.
-De acuerdo. Suerte con la clase. -me deseó.
-Ven aquí. -le dije y la abracé fuertemente.
La verdad es que la había extrañado muchísimo.
-Te extrañé, mucho. -le dije.
-Yo también, me hiciste mucha falta estos últimos años. -me dijo con su cara pegada a mi pecho.
-Te quiero, Dani.
-Yo también, Brian.
Ella se despegó de mi abrazo y luego salió de la habitación. Me había alegrado cuando un amigo me contó que ella ya tenía novio y un departamento, me gustaría saber dónde vive para ir a visitarla.
-Chicas, sigan bailando mientras yo lleno estos papeles. -dijo mostrando los papeles en mi mano.
-De acuerdo. -contestaron y comenzaron con su rutina desde el principio de nuevo.
Me senté en el pequeño banco que había al lado de la mesa y coloqué los papeles en ella para comenzar a escribir.
Comencé a buscar un bolígrafo y luego me di cuenta que había olvidado mi mochila.
-Chicas, alguna tiene un bolígrafo? -les pregunté.
-Yo tengo uno. -dijo Jean y sonreí sin querer.
-Me lo prestas? -le pregunté.
-Claro.
Ella se acercó a su bolso dándome la espalda y de él sacó un bolígrafo azul y se acercó a mí.
-Aquí tiene, profe. -me lo entregó.
Debido a que el banco era demasiado bajo y ella era alta, su abdomen estaba a la altura de mi cara y me moría de ganas por abrazarla.
-Gracias, linda. -le dije sincero y ella se alejó para volver con sus compañeras.
Comencé a llenar esas hojas y no pude evitar girar a verla cada vez que podía.
Yo no creía en el amor a primera vista pero creo que ahora sí creo en él.
...
La tarde pasó y el reloj ya marcaba las siete. Hora de irme y hablar con Jasón.
-Es todo por hoy, chicas. Nos vemos el miércoles. -dije despidiéndome de ellas.
-Nos vemos, profe. -dijeron todas y salieron de la habitación, menos Jean.
-Qué pasa, Jean? -le pregunté cuando se acercó a mí.
-El bolígrafo, profe. -sonrió.
-Oh cierto, el bolígrafo. -reí y le di la espalda para tomar el bolígrafo que estaba detrás de mí.
-Gracias. -dijo meneando el bolígrafo en su mano y luego lo guardó en su bolso. -Adiós profe. -dijo acercándose a mi mejilla para darme un beso.
Yo la tomé de la cintura y le di un beso un poco largo en la mejilla, aunque me hubiese gustado que fuera en los labios.
La solté y ella salió de la habitación dejándome solo con mis pensamientos.


Entre mi profesor y yo (Synyster Gates 1° temporada)Where stories live. Discover now